Consultorio Médico

El cerebro adicto

2007-07-25

Bajo este esquema, es más fácil entender las adicciones desde un punto de vista...

Cristina Aguayo-Mazzucato, El Universal

El cerebro es la clave para entender las causas y encontrar la cura de las adicciones, según apunta la ciencia. Una adicción se refiere a una conducta sobre la cual no se tiene control a pesar de saber sobre las consecuencias negativas que tiene en la vida o salud del individuo.

Esta definición más general permite incluir, además de las adicciones clásicas a sustancias como el alcohol, las drogas ilegales, medicamentos, nicotina y cafeína, a otro tipo de sustancias como la comida y el azúcar.

El ambiente, los genes y la sociedad juegan un papel crucial para determinar si alguien será adicto o no, pero todos estos factores confluyen en los circuitos cerebrales, por eso el cerebro es la clave. Al entender los cambios en él se puede empezar a pensar en una cura que libere a los millones de adictos alrededor del mundo.

El concepto de adicción se ha ampliado y se consideran adictivos ciertos comportamientos cuyas consecuencias sociales y personales son negativas, como adicción al juego, al trabajo, al sexo, a las relaciones, al ejercicio, a la religión, a comprar y a ver televisión.

Bajo este esquema, es más fácil entender las adicciones desde un punto de vista biológico. Existen cerebros adictos, el objeto de la adicción variará dependiendo de las circunstancias de cada individuo. Es por esto que una persona con una adicción específica es igualmente propensa a desarrollar una adicción a otra sustancia o actividad.

Así, el cerebro adicto tiene tres propiedades que lo caracterizan. La primera, y mejor entendida, es un incremento en la vía del placer. Las sustancias o conductas adictivas activan la vía de recompensa en el cerebro donde la dopamina, un neurotransmisor, juega un papel muy importante. Investigadores alrededor del mundo estudian la familia de receptores de dopamina que están en las células nerviosas y son responsables de sus efectos sobre el cerebro. La esperanza de una cura está en atenuar el efecto cerebral de la dopamina para disminuir o abolir el placer proveniente de la adicción, con lo que pierde su razón de ser.

Un grupo específico de receptores a la dopamina llamados D3 se multiplican en presencia de cocaína, metanfetaminas y nicotina, por lo que el efecto de la droga se multiplica. Algunas compañías farmacéuticas están desarrollando bloqueadores específicos de receptores D3 de manera que los efectos de la droga se eliminen y disminuya la vía del placer cerebral.

El segundo cambio en el cerebro adicto se lleva a cabo en las vías inhibitorias o atenuantes de la actividad cerebral. Normalmente, la acción cerebral es mediada por circuitos que promueven la función de las células nerviosas y circuitos que la inhiben, controlados por un neurotransmisor llamado GABA. Las adicciones interfieren con estos circuitos inhibitorios de manera que, además de incrementar la actividad cerebral directamente, interfieren con las vías de atenuación inherentes al cerebro. Una segunda estrategia para curar las adicciones es administrar fármacos que aumenten las vías inhibitorias. La vigabatrina es uno de ellos; actualmente es un medicamento para tratar la epilepsia que incrementa las concentraciones de GABA en el cerebro. A la fecha se están haciendo estudios para saber si se puede tratar la adicción a la cocaína y metanfetaminas con este medicamento. De funcionar, probablemente podría hacerlo para todas las adicciones.

El tercer cambio cerebral en las adicciones se da en la corteza frontal. Se trata del área del cerebro encargada de los procesos intelectuales. Es aquí donde se evalúan las consecuencias de una acción y se decide si los impulsos primarios deben seguirse, dependiendo de las circunstancias. Esta zona tiene una actividad menor en los cerebros de personas con alguna adicción sugiriendo que hay una interferencia con su capacidad biológica de discernir las consecuencias que tiene su comportamiento, lo que incrementa aún más la adicción.

La actividad de esta zona, la corteza frontal, disminuye con factores como el estrés, lo cual se correlaciona con una conducta frecuente entre los adictos como es el aumentar su consumo o su comportamiento ante situaciones que les producen miedo, nerviosismo o amenaza.

Así, la búsqueda de una cura contra las adicciones es sistemática, continua y constante. Tan sólo en México durante 2006 se asignaron al tratamiento y prevención de adicciones más de 500 millones de pesos a través de la Secretaría de Salud.

Al mejorar la comprensión de las adicciones se pueden diseñar sistemas de apoyo más efectivos para los afectados, sus familias y su entorno. Dejar de concebir las adicciones como una debilidad de personalidad es un primer paso importante en la reivindicación de aquellos individuos en cuyos cerebros está determinada la necesidad de involucrarse en conductas repetitivas que los destruyen.

Médico cirujano



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