Huesped

Futuro más que incierto

2007-11-02

Veamos lo que está sucediendo actualmente en el país. Ante la persecución del...

Ana María Salazar, El Universal

John Naisbitt, el famoso futurólogo, asegura en su libro Once: mentalidades para prever el futuro (Mindset) que el futuro está incrustado en el presente. Entonces yo les lanzo la siguiente pregunta: ¿mejorará o empeorará la situación de seguridad en el país? Hay varias tendencias que alertan de un escenario aún peor que el actual. Sí, peor.

Platicando con el profesor Edgardo Buscaglia, reconocido experto en el tema de narcotráfico y asesor de la Oficina de Prevención del Delito de la ONU, éste comentaba sobre un escenario verdaderamente preocupante para México. Él lo define como "feudalización del crimen organizado". ¿Qué es esto? Pues simple y llanamente que, de no pararlos, serán los grupos criminales y los cárteles de la droga los mandamás en diferentes regiones del país. Y esta es una tendencia que se ha visto en diferentes partes del mundo, en Colombia, en Pakistán, lugares en donde el crimen manda y el propio Estado no puede interferir.

Así lo explica él: "Hay una captura de los estados a nivel regional por parte de los grupos, y sintomáticamente se define cuando el gobierno central no puede implementar políticas en las diferentes zonas en donde han sido capturadas las autoridades y es imposible que el poder central implemente nada, las autoridades han huido y la delincuencia organizada establece un estado alternativo donde tienen salud y todos los servicios". Algunos podrían argumentar que la "feudalización" ya sucedió en algunas partes del país, en donde el crimen organizado ya controla diferentes aspectos de la vida política, social y cultural.

Veamos lo que está sucediendo actualmente en el país. Ante la persecución del gobierno mexicano de las grandes organizaciones de grupos trasnacionales del crimen organizado, la ola de violencia creció debido a las guerras intestinas que se suscitaron al debilitarse el monopolio de estos grupos en las diferentes regiones del país. En segundo lugar, el alto índice (y el crecimiento) del consumo de drogas en nuestro país, consecuencia de la falta de políticas públicas de prevención y de rehabilitación, resulta también que ahora hay quienes antes peleaban por las plazas para la exportación de las sustancias ilícitas y hoy pelean también por los territorios mexicanos para la venta y distribución; simple ley de oferta y demanda, al tener más consumidores, tenemos más grupos peleando por proveer a esos consumidores.

Pero si le adicionamos el fenómeno del narcomenudeo, en el que sus vínculos con cárteles de la droga son sólo para obtener la mercancía que venderán en las calles y vecindarios en donde trabajan y viven, creando pequeños feudos de crimen, intimidación y drogadicción, debemos de esperar que las actividades de pandillerismo florezcan en comunidades atemorizadas e invadidas por el narcomenudeo, que simple y llanamente adiciona una capa más de violencia e intimidación a comunidades que están altamente desprotegidas de estos fenómenos por las dificultades jurídicas y operativas que tiene la policía local y estatal. No sólo es una consideración el problema de recursos, sino el impacto de las amenazas de los narcomenudistas y los pandilleros en contra de la comunidad y las autoridades locales que se atrevan a enfrentarlos. Este triángulo maldito del narcomenudeo, las pandillas y las adicciones forzosamente va a traducirse en más inseguridad y en mucha más violencia. Y aunque parece insólito, también debemos anticipar que incrementará, debido a los factores antes expuestos, la violencia intrafamiliar.

Y todas las reformas que en este momento se están discutiendo, aunque se aprobaran el día de mañana, no detendrían estas tendencias. En parte porque cualquier reforma a la administración de justicia, por ejemplo, la introducción de juicios orales, tarda años, a veces décadas, en hacer sentir su impacto.

Ese es el panorama, desolador pero realista; el gobierno federal debe poner atención especial, más allá de los operativos antinarco o de las acciones en materia de seguridad pública, debe, y con urgencia, hacer un análisis real de las expectativas de nuestro país en materia de seguridad, sobre todo porque toda acción que tomen ahora cosechará sus frutos en cinco o 10 años; los resultados no se verán de la noche a la mañana. Hay que buscar cambiar el futuro que ya tenemos en el presente; de lo contrario, México rápidamente se estará convirtiendo en una nación de comunidades en las garras del crimen, la inseguridad y la violencia.

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