Policrato Philodemos

Una involución hacia el caciquismo y la corrupción

2007-11-26

De la misma manera que hicieron los líderes sindicales en contubernio con el gobierno, los...

Cláusulas de exclusión: sindicales y político partidistas

Los ambiciosos empiezan a cavar sus propias tumbas
cuando se pierden en la fantasía de su farsa, creyendo
ser los personajes que han estado simulando.

No cabe duda que los malos ejemplos cunden y se vuelven moda, especialmente en el ámbito del poder y de las ambiciones que despierta el ejercicio del mismo para lograr el absolutismo impune, como el que existió en nuestro país durante el largo tiempo, cuando se tuvo que padecer el despotismo de los gobiernos emanados de la revolución de 1910.

El comentario anterior se deriva de los hechos recientes en las cámaras legislativas, debido a que en la nueva ley electoral se están copiando los viejos vicios, como el de esa parodia de organización obrera que en México llaman sindicalismo corporativo, que no es otra cosa que un caciquismo gansteril simulado, bajo el membrete de una organización que debiera estar al servicio de los trabajadores, pero que en la realidad solo sirve como un organismo de control obrero que está al servicio del poder político, generalmente en contubernio con los empresarios, cuya organización es totalmente antidemocrática, pero que sus rabadanes en un cinismo insultante llaman "conquista sindical", como lo es la aberración antidemocrática de su legislación, a la que le han puesto el nombre de "cláusula de exclusión", que en los hechos niega los derechos laborales establecidos en el artículo 5 constitucional, pero que los líderes del corporativismo sindical han implantado para someter y controlar el derecho del obrero, o del empleado, al libre trabajo, además de despojarlos de una verdadera representación, ya que el líder respectivo es quien decide si les permite prestar sus servicios en cualquier centro de trabajo, ya sea en una dependencia del gobierno, en la iniciativa privada, o en alguna empresa paraestatal.

De la misma manera que hicieron los líderes sindicales en contubernio con el gobierno, los partidos políticos en la actualidad han modificado la ley electoral, violando el artículo 35 constitucional que consagra el derecho del ciudadano para competir libremente a un puesto de elección popular por medio del voto, condicionándolo a que solo sea posible a través de ellos, lo que en el ámbito político es equivalente a la citada "cláusula de exclusión" de los sindicatos, y desde luego a la corrupción que conlleva el ejercicio monopólico en cualquier tipo de actividad, ya se trate en los ámbitos del comercio, de las finanzas, o de la política, como vemos que ha sucedido dentro del sindicalismo corporativo mexicano.

Cabría añadir que los partidos políticos, no conformes con haber obtenido el monopolio de la "franquicia" para el patrocinio de los candidatos a los puestos de elección popular, también pretenden vetar la publicidad de los mismo durante las campañas electorales, de tal manera que ningún candidato pueda darse a conocer ante la ciudadanía y para impedir que se conozcan sus propuestas, si no es a través y bajo la supervisión de los partidos como institutos políticos dueños de la franquicia electoral.

Con lo anterior los partidos políticos pretenden afianzarse a la manera y con los métodos pandilleros de una mafia electoral y electorera, para adueñarse indirectamente de la política nacional, a semejanza de lo que hicieron los líderes de los sindicatos corporativos en el ámbito laboral, con la aplicación de la citada "cláusula de exclusión", que en la realidad constituye una conquista de los líderes (que no de los trabajadores) que así se adueñaron de las organizaciones sindicales, de la misma manera los partidos políticos, como pandilleros, han legislado para su beneficio (que no es el de la nación), pretendiendo adueñarse de los destinos México, instituyendo de facto, una "partidocracia" que ha buscado limitar los poderes del ejecutivo, aunque no para entregarlos al pueblo en un acto democrático, sino para estar en condiciones de recoger los despojos del poder presidencial que han acotado para aumentar el suyo, aunque en dicha búsqueda de un absolutismo legalizado, nieguen y traicionen el espíritu mismo de la democracia que cínicamente pregonan en el discurso.

Estos traidores de la democracia (que hizo posible su ascenso al poder que ahora detentan),  están presentando ante el foro de la nación el triste y trágico espectáculo de la repetición actualizada de una historia de infamia y de absolutismos legalizados, sin importarles que haya sido superada hace más de quinientos años, cuando desaparecieron los viejos señores medievales de "horca y cuchillo ", que ahora ellos pretenden emular en el ámbito de la política mexicana.

Actualmente los mandos cupulares de los partidos políticos se han adueñado del control de las cámaras legislativas, a través de los diputados plurinominales que ellos impusieron como representantes de sus intereses en dichas cámaras nombrándolos "líderes de bancada", sin que hayan participado en elección alguna para dicho cargo, pero que se han adueñado del control  de los demás diputados y senadores, aunque no representen al pueblo ni a la ciudadanía que votó en los comicios sino que solo responden a los intereses de quienes los nombraron, pero que sin embargo subordinan y controlan las propuestas, decisiones y votos de sus fracciones partidistas, por tener la facultad de repartir las presidencias de las diversas comisiones de manera discrecional, nombrando o quitando de ellas (lo que incluye los beneficios económicos y políticos que las comisiones conllevan), a los diputados que les convenga.

Tal parece que esta partidocracia no se ha conformado con la "franquicia electoral" a través de las cláusulas de exclusión que incluyeron en la nueva ley electoral, sino que además le incluyeron la anulación del carácter ciudadano en la designación de los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), ya que ahora serán nombrados por ellos mismos, arrogándose la facultad de acotar su autonomía al ser ellos quienes los designen, y tener la facultad discrecional para destituirlos a través de su contralor (nombrado también por ellos), aplicándole cualquiera de las cláusulas difusas, y abstractas en su significado, que incluyeron en la reglamentación de dicha ley, hecha a modo para tener el control absoluto de las elecciones.

De la misma manera y a trasmano de los miembros del IFE que ellos designen, buscan controlar a los medios publicitarios durante las campañas electorales, atribuyéndole al IFE facultades para indicarle a los medios lo que está prohibido (y sancionado), y lo que puede ser impreso y publicado, o dicho ante los micrófonos o cámaras en radio y/o televisión, en plena violación a la libertad de expresión establecida en el artículo 7 de nuestra carta magna.

¿Es así como estos cínicos disfrazados con máscaras de próceres conciben la democracia?... prostituyendo principios y dignidades para tener en un puño el poder político de la nación?.... ¿Verdaderamente representarán los intereses de todos los mexicanos?... si nos atenemos a los hechos y a su conducta, es evidente que no representan a nadie sino a sus muy particulares intereses pandilleros, que pretenden instaurar en México una moderna versión de la dictadura perfecta, como la presidencialista de un solo partido que sufrimos durante más de 70 años en el Siglo XX, solo que ahora estará a cargo de una partidocracia tripartita que ha tomado por asalto el dominio absoluto de las cámaras legislativas, y que busca hacerse de un poder político discrecional escamoteándole al pueblo el derecho constitucional que tiene para gobernarse bajo una verdadera democracia, no de una parodia democrática como pretende la partidocracia tripartita.



JMRS
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