Historias

Tradiciones prehispánicas y coloniales se mezclan para adorar a la Guadalupana

2007-12-12

Entre el día 11 y el 12, tres millones de personas se acercan a honrar a la Virgen y esperan...

Agencia EFE


Las tradiciones de América, prehispánicas, coloniales y actuales se juntan estos días al pie de la Basílica de la Virgen de Guadalupe en la capital mexicana para celebrar a la patrona del país, "la Reina de México, Emperatriz de América".

Millones de mexicanos de todos los rincones de la república peregrinan durante días, de rodillas, a pie, en bicicleta, moto, autobús o en coche para expresare su respeto a la Virgen de Guadalupe, pedirle favores y agradecerle los concedidos.

"Todos venimos con el fin de ver a la Virgen de Guadalupe y con mucha fe", señaló a Efe una devota que celebra hoy el 476 aniversario de la aparición mariana.

Dos jóvenes que llevaban caminando varios días desde sus pueblos y ya cojeaban consideraron que merecía la pena por "la fe a la 'Morenita de Tepeyac'", como llamaron cariñosamente a la Guadalupe.

Otro señor recorrió los más de cinco kilómetros que mide la Calzada de Guadalupe (avenida principal que lleva a la Basílica y que tiene un bulevar en medio pensado para los peregrinos) de rodillas, tras caminar cuatro días desde su pueblo.

"Es un regalo que yo le hago a mi 'jefecita'" el venir de rodillas, explicó.

Entre el 1 y el 12 de diciembre, asociaciones de jóvenes cumplen una de las peregrinaciones más curiosas, la de "los antorchistas".

En relevos, recorren la distancia desde su lugar de origen (la mayoría procede del sureste de México) mientras transportan una antorcha apagada.

Los relevos se efectúan cada pocos kilómetros y mientras uno recorre el camino a pie con la antorcha el resto va en un autobús, del que van subiendo y bajando los corredores.

Cuando llegan a la Basílica un sacerdote bendice la antorcha, y tras aguardar de forma rigurosa su turno, encienden la llama con el fuego de una vela específica de la Basílica y de nuevo, en relevos, la llevan de vuelta a casa, para encender allí su propia vela con "el fuego guadalupano".

Según Marcela Vallecillo, portavoz de la Basílica, la significación del fuego se remonta hasta la época prehispánica y la peregrinación de la antorcha tiene, en cierto modo, origen en el "fuego nuevo" azteca.

Esta ceremonia la celebraban las tribus asentadas en el Valle de México cada vez que se acercaba el fin de un ciclo de 52 años, momento en que destruían todo y apagaban todos los fuegos en espera del fin del mundo.

La aparición de las pléyades conocidas como 'Las Cabrillas' sobre el Cerro de la Estrella, al poniente de la capital mexicana, era la señal que esperaban los indígenas para reconstruirlo todo; entonces se llevaba a cabo el ritual del "fuego nuevo", que simbolizaba la esperanza de los indígenas de que se cumpliría un nuevo ciclo.

Pero no es la única señal prehispánica relacionada con la Virgen, ya que en estos días, especialmente hoy, es común ver a danzantes precolombinos con sus tradicionales pasos o bailes coloniales con máscaras, e incluso coreografías que representan las batallas entre indígenas y conquistadores españoles.

Según la tradición, la Guadalupana se apareció al indígena Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, donde ahora se asienta la Basílica.

La leyenda cuenta que la imagen de la Virgen quedó impresa en la tilma (poncho) de Juan Diego, y desde 1531 comenzaron las peregrinaciones al lugar para ver la prenda del indígena.

En 2006 más de 18 millones de peregrinos visitaron la Basílica, y solo en la primera quincena de diciembre ocho millones.

Entre el día 11 y el 12, tres millones de personas se acercan a honrar a la Virgen y esperan ser bendecidos por los cientos de sacerdotes que hay en este periodo en el recinto.

Durante estos días se celebran 37 misas diarias en la Basílica y se confiesa durante las 24 horas del día, y unas 7.000 personas trabajan para atender al peregrino.

Los servicios de salud atienden a cientos de aquejados sobre todo de problemas de presión, desmayos, raspaduras, agotamiento y heridas en los pies.

Pero ningún peregrino se perdería el viaje, todo vale, aseguran, si es por "La Reina de México, la Emperatriz de América".



JMRS

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