Cuentas Claras

2008: La vida sigue igual, o peor

2008-01-03

El ISM, antiguo NAPM, se ha situado por primera vez en muchos meses por debajo del nivel de 50,...

Por S. McCoy

Poco ha tardado el 2008 en mostrar su cara menos amable, signo de los tiempos que están por venir y que harán de este primer semestre uno de los peores de los últimos años para los inversores de, prácticamente, todos los mercados. Los que albergaban la vana esperanza de que lo acontecido en los postreros seis meses de 2007 no había sido sino un mal sueño se han topado con la peor de las realidades antes incluso de haber tenido tiempo de digerir las uvas. Qué se le va a hacer. La vida no es sueño para desgracia de los seguidores de Calderón de la Barca. Y los hechos son tozudos. Menudo comienzo de año, la verdad. No hay donde mirar. Bonito el ejercicio natural que se avecina donde la distinción no va a ser entre buenos y malos sino entre excelentes y mejores. Prueba del algodón para tanto charlatán de boca grande como hay por ahí.

De lo importante a lo accesorio. La encuesta manufacturera norteamericana dice, ya sin errores, que hay contracción en su economía. El ISM, antiguo NAPM, se ha situado por primera vez en muchos meses por debajo del nivel de 50, siendo ésta la barrera que distingue un mercado en expansión de otro en recesión. La industria (12% del PIB) echa el freno y el consumo (65%) tampoco ayuda. Las ventas minoristas de la semana pasada no han acompañado, pese a los descuentos: un crecimiento del 2.3% con una transición cada vez más evidente entre la transacción física y la virtual a través de Internet, tradicionalmente más barata. La gasolina a tres dólares el galón y la peor crisis inmobiliaria de los últimos quince años están pasando, sin duda, factura. Hace tiempo que se superó el adjetivo residencial para definir la deteriorada situación.

Y aunque algunos analistas de prestigio, como John Berry de Bloomberg, se empeñan en evitar en su discurso el término maldito "recesión" para definir el resultado del conjunto del año, gracias a una más que factible recuperación en el segundo semestre y a su particular circunscripción de la debilidad crediticia a determinados prestatarios muy concretos, lo cierto es que la curva de tipos se dirige de forma acelerada hacia las predicciones más agoreras que sitúan los tipos de interés en el 3% a cierre de 2008, nivel a todas luces incompatible con una economía en crecimiento. Para muestra un botón: inmediatamente después del dato, la probabilidad de que la FED bajara el precio del dinero en 50 puntos básicos en su reunión de final de enero, pasó de cero al 22%. Ojos que no ven…

Y por más que Berry, que cita al economista jefe de Bank of America (sic) Michael Levy, se empeñe, lo cierto es que las noticias negativas en el ámbito crediticio hacen cola para ver la luz. Estrenamos el año con el asunto de que Blackstone no había obtenido financiación para la compra de la división hipotecaria de PHH, una operación, ojo, que viene de marzo de 2007 y cuyo importe, 750 millones de dólares, resulta más que razonable a la luz de acuerdos cerrados con posterioridad. 50 millones de dólares le va a costar la broma a la emblemática sociedad de capital riesgo que entonces estaba dispuesta a pagar casi el doble de la cotización actual. Y es que el mercado de financiación está tocado, como prueba el hecho de que los grandes bancos de inversión estén dispuestos a quitarse riesgo de su balance al 90%-95% de su valor nominal o que los diferenciales respecto al Libor a tres meses se encuentren exactamente al doble del nivel al que cotizaban hace menos de un año. Los fiascos Cerberus-United Rentals o JC FLowers-SLM seguirán siendo la excepción, pero una excepción cada vez más numerosa: el riesgo operativo y financiero de las transacciones es, en algunos casos, muy superior a las posibles compensaciones que los que incumplen han de abonar.

Pero no es el único caso. Australia ha encontrado su particular Portillo-Colonial en Centro Properties Group, que ha decidido aceptar ofertas por todos sus activos, incluidos los más de 700 centros comerciales de los que es titular. Una deuda de 3,400 millones que le vence el 15 de febrero y que le resulta imposible refinanciar está detrás de la decisión. El parecido es sorprendente. Su cotización se contrajo, de máximo a mínimo, un 90% en 2007 lo que ha situado el valor de sus inmuebles en cuatro veces su capitalización bursátil ¿Oportunidad histórica? Seguro. Para quien tenga valor. De momento, unas cuantas inmobiliarias españolas se enfrentarán a lo largo de 2008 a situaciones similares. No las pierdan de vista. Y es que el inmobiliario sigue en el ojo del huracán como prueba la crisis de Nacional City, el mayor banco de Ohio, una de las regiones más afectadas por los impagos, que ha reducido sus predicciones crediticias en un 50% para este ejercicio a la vez que ha anunciado una nueva oleada de despidos (y van 3,400), un recorte del dividendo del 50% y la búsqueda de una inyección de capital no dilutiva. ¿Les suena? Como ven, sufren desde los mayores bancos de inversión, que han recurrido a los fondos soberanos para sanear sus balances, hasta la banca minorista más pegada a la calle. Uno quiere compartir el optimismo de Berry pero…

Está ocurriendo lo que tenía que ocurrir. Cuanto antes se manifieste la crisis en su integridad mejor para todos. No conocemos, aunque lo podemos intuir, el alcance último de la gripe que afecta al sistema financiero mundial. Pero de lo que sí estamos seguros es de que hasta que no haya un diagnóstico definitivo, las soluciones propuestas tendrán más de voluntariosas que de efectivas. La darviniana selección natural afecta todos los ámbitos de las relaciones sociales, incluidas las financieras y/o empresariales. Hay que dejarla seguir su curso preservando la estabilidad del conjunto de la economía. Pero estoy con Schiller, el caos tiene una vertiente creativa que no hay que descartar y la supervivencia reforzada de las especies requiere, de tiempo en tiempo, de un cataclismo de alcance. Es el momento. De ser así, la crisis será corta, puntual y, con el tiempo, se verá como necesaria. Saldremos todos fortalecidos. Prolongar la agonía, por el contrario, no traerá sino mayores desequilibrios al sistema. Entonces sí que habremos sentado las bases para que se produzca un Armaggedon de proporciones bíblicas. Y es que no hay placer sin dolor. ¿O sí?

Fuente: El Confidencial



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