Incapacidad e Incompetencia

Mutación en la estrategia del narco

2008-01-18

Lo que sí podría considerarse un escenario probable es que el narcotráfico...

Jorge Luis Sierra, El Universal


 

Mientras el Ejército está aplicando niveles más intensos de fuerza militar contra el narcotráfico, éste parece reorganizar sus filas en células sin mando centralizado que operan de manera independiente.

Este tipo de organización difusa de la criminalidad podría estar detrás de la ola de secuestros que ocurre en ciudades fronterizas como Tijuana, Nuevo Laredo, Reynosa, del lado mexicano, y algunas como Río Grande City, Roma o Mission, del estadounidense.

Estamos quizá ante una mutación importante de los cárteles tradicionales. Ahora ya no es posible hablar, por ejemplo, del Cártel de Sinaloa sin referir a la multitud de organizaciones criminales pequeñas de ese estado que transportan y comercian sus propios cargamentos de droga. La supuesta rivalidad con el Cártel del Golfo desaparece con esas células de Sinaloa. Esas bandas actúan de común acuerdo en ciudades como Reynosa o Miguel Alemán, pero luchan ferozmente por la posesión de la droga en las ciudades estadounidenses como McAllen, Mission y Río Grande City.

Algunos datos sobre los movimientos realizados por el narcotráfico en el último año podrían indicar que estas células funcionan en forma autónoma no sólo para sobrevivir a la ofensiva gubernamental, sino también para enfrentar en mejores condiciones los conflictos internos de cada organización.

Secuestros por venganza cometidos entre fracciones rivales en la familia de los Arellano Félix, así como el intercambio de ejecuciones entre grupos del Cártel del Golfo en disputa por las ganancias en el plagio de empresarios, son apenas un asomo de estas luchas intestinas.

La experiencia histórica de los grupos irregulares consiste en atomizarse en unidades pequeñas que funcionan de manera compartimentada para sobrevivir la ofensiva de fuerzas regulares, principalmente militares. Estas unidades procuran evadir el enfrentamiento directo, pero explotan los puntos débiles de las tropas o la policía federal.

Ahora los esfuerzos gubernamentales parecen concentrarse en el desmantelamiento de Los Zetas, detener la ola de secuestros en Tijuana y enfrentar los brotes de violencia que surgen en todas partes del territorio mexicano. El gobierno ha insistido que Los Zetas están debilitados y se han replegado a sus territorios tradicionales.

Sin embargo, lo que el gobierno interpreta como debilidad y acorralamiento podría ser en realidad una reorganización de los grandes grupos del narcotráfico para renovar sus estructuras de liderazgo y modelos de funcionamiento a semejanza de las redes del terrorismo internacional.

Como ex militares, algunos miembros de Los Zetas están capacitados para operar en los ámbitos de la guerra irregular y enfrentar con agilidad y capacidad de maniobra la movilización de unidades grandes del Ejército. Una movilidad parecida sucede en Tijuana y otras ciudades cercanas a la frontera con California, cuando las bandas de secuestradores regresan inmediatamente a sus áreas de operación apenas las deja el Ejército.

Tomará tiempo determinar el saldo de esta ofensiva gubernamental. A pesar de que los vínculos que le permitían a Osiel Cárdenas Guillén dirigir al Cártel del Golfo desde la prisión han sido cortados después de su extradición a Estados Unidos, esa organización ha sido capaz de operar sin interrupción y adaptarse a la pérdida de algunos mandos intermedios como el "jefe de piso" del Cártel del Golfo en Reynosa, Carlos Landín Martínez, detenido en un supermercado de McAllen, Texas, y sometido ahora a juicio en una corte federal de esa ciudad.

A diferencia de la Operación México Seguro de la administración federal anterior, que consistió en el desplazamiento de grandes unidades de tropas y vehículos para saturar y ejercer el control momentáneo de las ciudades donde predomina el narcotráfico, ahora el Ejército ha agregado el despliegue rápido de unidades de fuerzas especiales, reforzadas con elementos de la policía federal, para atacar de manera simultánea a células del narcotráfico en ciudades como Tijuana, Rosarito, Reynosa, Río Bravo, Matamoros, Monterrey, Cuernavaca y Cancún. Las fuerzas de seguridad no han salido ilesas, pues en estos operativos han muerto policías y soldados.

Las operaciones gubernamentales también han mostrado capacidad de adaptación a las características de la delincuencia organizada. El hecho de que sigan ocurriendo ejecuciones en ciudades controladas por el Ejército indica el grado de confrontación que existe en esas ciudades. Sin embargo, también podrían significar que las propias fuerzas de seguridad están ejecutando delincuentes y que el gobierno está aprovechando el patrón de conducta entre los narcotraficantes, que los caracteriza por la facilidad con la que se matan entre sí.

Diversas fuentes cercanas a los aparatos de seguridad tanto de México como de Estados Unidos han coincidido en la hipótesis de que el gobierno mexicano ha usado los recursos de violencia de una parte del narcotráfico contra la otra para obtener un equilibrio e impedir que alguna de las organizaciones existentes, los cárteles tradicionales de Tijuana, Sinaloa, Juárez, Guadalajara o el Golfo, logre la supremacía y se imponga a las demás.

Hasta ahora es evidente que el Cártel del Golfo está en la mira de la ofensiva gubernamental, después de que el gobierno de Estados Unidos consideró que esa organización era un riesgo a su seguridad nacional y demostraba capacidad para obtener la supremacía en el control de la región fronteriza, debido al grado de cohesión en las filas de Los Zetas y especialidad de los integrantes ex militares en el combate a las bandas del narcotráfico.

No está aún claro cómo va a lograr ese objetivo el gobierno mexicano. Lo que sí podría considerarse un escenario probable es que el narcotráfico intente flexibilizar al máximo sus fuerzas y operaciones para evadir el embate gubernamental, desmoralizar a las filas del Ejército y conseguir una victoria sicológica sobre sus adversarios. Faltaría ver hasta qué grado el gobierno mexicano adapta su estrategia a esta nueva condición de su adversario.

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Especialista en temas de seguridad y fuerzas armadas



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