Enfoque

Gaza entonces y ahora

2008-01-30

Gaza ha tenido una larga historia de ocupación extranjera, que se remonta a tiempos...

Daoud Kuttab, El Universal

Cuando la Franja de Gaza quedó sumergida en la oscuridad la semana pasada por el bloqueo de combustible israelí, mucha gente en todo el mundo se sorprendió. Sin embargo, el optimismo producido por el proceso de paz de Annapolis, que incluyó la promesa del presidente George W. Bush de un acuerdo en 2008 para crear un Estado palestino, era poco realista.

A Gaza se la ve en términos del abrumador apoyo con el que cuenta allí Hamas, pero la realidad es muy diferente. Las encuestas de opinión realizadas en Gaza por el Grupo de Asesoría para el Cercano Oriente a fines de noviembre de 2007 indicaban un apoyo popular de 74% para un acuerdo de paz con Israel. Sólo 15% votaría por parlamentarios de Hamas o por un candidato presidencial de Hamas, comparado con 55% a favor de los candidatos de Fatah. El proceso de paz inspirado en Annapolis recibió 81% de apoyo.

Gaza ha tenido una larga historia de ocupación extranjera, que se remonta a tiempos ancestrales. En 1949, la guerra árabe-israelí terminó con un armisticio que dividió a Palestina en tres, cada una bajo un control político independiente. Israel abarcó más de 77% del territorio, Jordania gobernó el este de Jerusalén y Cisjordania, y Egipto tomó control de Gaza. El Estado árabe palestino imaginado por el plan de 1947 de Naciones Unidas, que debía incluir a Gaza, nunca se estableció.

La pobreza de Gaza era terreno fértil para el radicalismo islámico. El jeque Ahmad Yasin, un refugiado parapléjico del poblado de Jora (ahora en la costa sur de Israel), trabajó sigilosamente para construir un movimiento de base con el consentimiento tácito del Ejército israelí, que buscaba alentar una alternativa para la OLP. Pero, con el levantamiento de 1987 (intifada), los seguidores de Yasin anunciaron la creación del Movimiento de Resistencia Islámica. Mejor conocido por su acrónimo árabe, Hamas, el grupo de Yasin compitió con los grupos seculares de la OLP montando ataques aficionados contra los colonos judíos y secuestrando a soldados israelíes.

Mientras que la intifada de 1987 trajo aparejado el proceso de Oslo y el regreso del liderazgo de la OLP, no logró producir una economía real en Gaza. El flujo de dinero a la nueva Autoridad Palestina se hizo evidente principalmente en edificios altos, que la Autoridad Palestina construyó para resolver el tema de la sobrepoblación.

Durante la segunda intifada palestina, que estalló en 2000, Hamas utilizó sus armas y explosivos para atacar a los israelíes y crear su pequeño protectorado propio. Pero cuanto más atacaban Hamas y otros a los israelíes, más los israelíes ceñían el sitio de Gaza. La cantidad de trabajadores de Gaza en Israel se redujo a unos cientos, y el creciente desempleo y pobreza le dieron poder a las facciones, bandas y jefes militares armados un hecho que se intensificó después de la victoria electoral de Hamas en 2006, que resultó en un sitio internacional que cortó los salarios de los empleados públicos de la noche a la mañana.

Por ser una población de refugiados, la mayoría de los residentes de Gaza tenían raíces sociales débiles. Los que tenían una educación universitaria se fueron para trabajar en Cisjordania o los estados del Golfo, mientras que los grupos armados de Gaza se convirtieron en un imán para la mayoría de los jóvenes —el único empleo que entendían y que les daba poder—. Los jóvenes armados se unieron a Fatah, Hamas u otros grupos y subgrupos, y clanes como la familia Dugmush (que secuestró al periodista de la BBC Alan Johnston) se jactaban de tener unos cientos de miembros dispuestos a matar a cambio de una paga.

Claramente, las falsas trampas de un Estado ofrecido como parte del proceso de paz de Oslo han resultado en un escaso cambio para los palestinos. Obtuvieron un presidente electo (que por un tiempo estuvo atrapado en su cuartel central), un Parlamento y un gobierno (cuyos parlamentarios y ministros no tienen un paso garantizado de Gaza a Cisjordania) y pasaportes (cuyos números deben ser ingresados en computadoras israelíes). Lo que no obtuvieron fue una soberanía real, sin la cual es difícil imaginar cualquier mejora.

La historia de Gaza, y el menguante respaldo a Hamas allí, sugiere que integrar a los residentes a la vida palestina convencional no sería difícil. Pero también sugiere que mantener el sitio actual no haría más que castigar a una población que ama la paz, al mismo tiempo que fortalecería el control que ejercen sus peores elementos sobre la sociedad.



EEM

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