Policrato Philodemos

Independencia Alimentaria y Seguridad Nacional

2008-02-05

México no está preparado para competir con los granjeros de EU ni con los...

México ante el reto del TLC

No existe tiranía más abyecta
y despiadada que la hambruna

En estos tiempos en que las facciones políticas (especialmente la camarilla de oposición radical al gobierno, que se ha autonombrado "guardiana de la soberanía y del decoro patrio", cuyo mesías iluminado supone que el estar en la oposición significa inmovilizar cualquier acción de las autoridades, aunque con ello lesione los intereses de todos los mexicanos), todo lo politizan para obtener beneficios personales o partidistas, actuando como si fueran capos pandilleros que luchan por el control del territorio de una ciudad para sus fechorías, sin importarles el daño que puedan provocar a la población, como es el caso de las mafias partidocracistas, que no consideran los intereses de la ciudadanía que dicen representar y defender, por lo que parece no importarles el país ni los efectos negativos que tendrán a largo plazo sus decisiones.

Siempre buscando mayor poder de convocatoria han izado la bandera de "izquierda" de manera hipócrita, para esconder sus ambiciones personales de poder político y para disponer libremente del erario nacional; Siendo superficiales en sus argumentos e incapaces (por miopía intelectual, conveniencia partidista, o resentimiento enfermizo), para proponer algún programa coherente de gobierno o de desarrollo sustentable, solo saben repetir mantras cuasi-religiosos (como si se tratara de reclamos comerciales para marear al consumidor), que sirven para manipular las esperanzas de los más desposeídos, a quienes dirigen sus letanías delirantes y sus dogmas demagógicos.

Así podemos observar actualmente como, sin análisis alguno, pretenden politizar el cumplimiento de los acuerdos del TLC sobre la libre importación del maíz, el frijol, el azúcar y la leche, olvidando mañosamente que en su momento muchos de ellos fueron quienes avalaron con su firma y aplaudieron servilmente en 1994 al entonces presidente de la república, Carlos Salinas de Gortari, durante la  negociación del tratado que hoy repudian, aduciendo daños al sector agropecuario, que en su tiempo ellos estuvieron en posición y posibilidad de evitar impulsando su desarrollo y modernización.

Si bien es cierto que nuestro sector agrícola no está preparado para competir con los granjeros estadounidenses ni con los canadienses, debido a los subsidios gubernamentales que reciben de sus gobiernos y a la diferencia tecnológica que les permite producir más por unidad de superficie laborable, también es cierto que en los 14 años que lleva de firmado el TLC, las organizaciones campesinas y agropecuarias y los gobiernos se mantuvieron (por conveniencia y/o corrupción), en un sopor indolente, creyendo que el futuro no llegaría y que la asimetría competitiva (totalmente evidente desde entonces), nunca se iba a presentar dejando a nuestro campo en desventaja.

Si tomamos en su totalidad el balance económico de las operaciones a que ha dado lugar el TLC, encontraremos que las cifras favorecen a México, por lo que la solución al problema agrícola no se resuelve renegociando el tratado,  ya que de esa manera abriríamos la posibilidad de que Canadá y los EE.UU. trataran de renegociar también los rubros que son favorables a México y desventajosos para ellos, que actualmente superan en un alto porcentaje, a los posibles beneficios que se obtendrían renegociando el rubro agropecuario; Hacerlo de esa manera sería un suicidio económico con repercusiones políticas, estratégicas y comerciales, por lo que la única y más viable de las soluciones para México en esta etapa de crisis agropecuaria, ante la liberación de cuotas e impuestos de importación que acarrea el TLC, sería apoyar a nuestro sector campesino y ganadero con subsidios suficientes y créditos baratos, para adquirir los insumos y la logística que necesitan para igualarse con sus pares norteamericanos y canadienses, además de reorganizar y tecnificar al sector agropecuario para producir intensivamente, dando por descontado que de antemano se eliminarán la corrupción y el parasitismo político-paternalista hacia los caciques que sempiternamente han medrado en este sector.

El argumento principal para seguir el camino anteriormente citado, sería el de recuperar nuestra independencia alimentaria, que desgraciadamente se empezó a perder por la corrupción, que no respetó la vocación natural de las regiones agrícolas, por la miopía inmediatista de ganancias inmediatas con monocultivos empobrecedores de los suelos,  y por privilegiar el lucro egoísta e individual, sobre las necesidades sociales de atender a la producción agropecuaria de una canasta básica, para que nos blindara de los vaivenes de la producción del campo en otros países, de modo que el sector agropecuario se convirtiera en uno de los pilares más sólidos de nuestra independencia alimentaria y por ende, de nuestra seguridad nacional.

Lo anterior viene como colofón, que se convierte en una verdad insoslayable, dado que si aceptamos que la definición de la "Seguridad nacional" es entendida como "La situación de paz, estabilidad socio-económica, y ausencia de amenazas externas, que garantizan la sobrevivencia de una nación y su desarrollo armónico", tendremos que aceptar también que todo aquello que se oponga u obstaculice a esta situación, deberá ser considerado como una amenaza para la seguridad nacional, como lo es la dependencia del exterior para cubrir nuestras necesidades básicas de alimentación para todos los mexicanos.

Como parangón para afirmar lo dicho en el párrafo anterior, y en un ejercicio de imaginación proyectiva, podríamos tomar como ejemplo las ventajas económicas y laborales (considerando la producción horas-hombre para la industria y servicios en la Ciudad de México y zona conurbada), del servicio que presta el transporte público del "Metro", del que sabemos se encuentra subsidiado, ya que el precio que cobra al usuario es inferior al costo que tiene, pero al mismo tiempo sabemos que los beneficios económicos que deja (medidos en las horas-hombre que se optimizan y en la producción que tiene como secuela este servicio de transporte público barato), superan en mucho al subsidio con que se apoya al "Metro", por lo que aún siendo gratuito dejaría ganancias para la nación si tomamos los parámetros descritos. De la misma manera y con la misma óptica económica debemos considerar los apoyos que se le den a nuestro sector agropecuario, para volverlo más productivo y eficiente, dado que teniendo capacidad para sostener nuestra independencia alimentaria, evitaría la fuga de divisas hacia el extranjero, así como las presiones políticas, económicas y estratégicas, de los países de quienes tengamos que depender para alimentarnos, puesto que en el ámbito del poder, a escala internacional y doméstica, la manipulación de los excedentes alimenticios básicos para la subsistencia de quien los necesita, se convierten en una herramienta de dominio que vulnera la seguridad nacional del país que los requiere.



JMRS
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