Atrocidades

‘El mundo según Monsanto'

2008-06-06

Si bien se sabe desde hace años que Monsanto contaminó totalmente la ciudad de...

Raúl Crémoux, El Universal


PARÍS.- Fue presentado el 27 de abril en Quebec, Ontario y Toronto en forma simultánea, y apenas el día 18 de mayo aquí en París causando una mezcla de asombro y de irritación ciudadana pocas veces vista. El libro sobre las actividades de esa mega-firma estadounidense contiene documentos inéditos, testimonios de las víctimas, entrevistas con científicos y políticos que dan a conocer la génesis y el desarrollo de un imperio industrial que no ha cesado en su complicidad con los diversos gobiernos de Estados Unidos hasta convertirse en el principal semillero del mundo.

El trabajo revela desde su nacimiento como empresa química los brutales estragos que esa inmensa transnacional ha hecho; desde la creación de la dioxina hasta lograr tener una plataforma de organismos genéticamente modificados (OGM) y así alterar la naturaleza y la salud humanas. El trabajo de la investigadora Marie-Monique Robin ahora es analizado en diversos foros universitarios y en los medios masivos provocando todo tipo de controversias, fundamentalmente en lo que toca a los efectos tanto sobre las personas como en las plantas, las semillas y los alimentos.

En tan sólo un par de semanas, las ventas rebasan las 50 mil copias y seguramente serán muchas más en los próximos tiempos, ya que el rigor empleado y la metodología nos ofrecen, como no quisiéramos, un panorama que bien pudiera merecer el calificativo de aterrador. Si bien se sabe desde hace años que Monsanto contaminó totalmente la pequeña ciudad de Anniston, en Alabama, lesionando severamente la salud y hasta provocando enfermedades mortales de 3 mil 516 de los 18 mil habitantes que entonces tenía, nunca se había documentado como ahora lo que ha venido realizando con su dioxina, el DDT, el Roundup y los numerosos herbicidas y "nutrientes" agrícolas.

Si bien el libro habla de la galaxia industrial a escala planetaria que Monsanto tiene en 46 países, un buen capítulo está dedicado a México. La autora muestra las experiencias transgénicas realizadas en Oaxaca para hacer que nuestro maíz termine siendo dependiente de sus productos y tecnología. El relato sobre el linchamiento mediático al biólogo Ignacio Chapela, quien se opuso a esa colonización agrícola, es denunciado con claridad al señalar datos concretos: fechas, testimonios y especificaciones diversas.

Eso no es todo, el trabajo revela los trastornos físicos a los que se expone quien trabaja y consume los genes BT3 ya implantados en nuestro territorio. De suyo grave, lo es más cuando vemos que, con otras variantes, casos semejantes se han hecho en Argentina, India, Paraguay, Brasil y una larga lista en la que la contaminación alimentaria ha sido deliberadamente planeada para obligar a que las plantas y las semillas requieran obligatoriamente de lo que produce Monsanto.

Pero no se piense que sólo en los países pobres o emergentes se ha dado ese abuso; el caso de Francia, con el PCB que sirve como líquido refrigerante en los transformadores eléctricos y en los aparatos hidráulicos, así como componentes para la hechura de plásticos, pinturas, tinta o papel, ha trastornado la vida en muchos lugares pero subrayadamente en el muy importante río Rhöne y a las comunidades que atraviesa. Todo ese esplendor contra-humano ha sido posible gracias a la ignorancia inicial y luego a la forma que Monsanto tiene para salpicar económicamente a sus benefactores gubernamentales.

Sólo en 2007 alcanzó la cifra de 7 mil 500 millones de dólares. Espléndida forma de ver el mundo al que la empresa dice beneficiar.



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