Historias
Ingrid Betancourt, símbolo del drama colombiano, vuelve a la libertad
Bogotá, (EFE).- La ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt, que hoy fue liberada tras pasar seis años y medio secuestrada por la guerrilla, se convirtió en todo este tiempo en el símbolo viviente del trágico conflicto colombiano.
Betancourt fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 en plena campaña electoral junto a la candidata a vicepresidente Clara Rojas, su compañera de fórmula por el partido Oxígeno Verde, quien fue liberada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el pasado enero con ayuda del presidente venezolano, Hugo Chávez.
La hoy liberada era considerada por las FARC la "joya de la corona" entre sus rehenes, debido a la trascendencia internacional que tuvo su secuestro y a la intensa e insistente campaña en pro de su liberación que hicieron los comités creados con ese fin en diversos países del mundo.
Uno de los últimos actos de esa campaña, que ahora llega a su fin, fue la colocación en una ladera del Mont Blanc, en Francia, de un retrato gigante de Betancourt.
Hasta su secuestro Betancourt, que hoy tiene 46 años, era una joven política vivaz, batalladora y controvertida, la imagen contraria de lo que mostró un vídeo divulgado en noviembre de 2007 que dio la vuelta al mundo e impactó a cuantos lo vieron.
Las imágenes mostraban a una mujer con el cabello muy largo, demacrada, triste, con la mirada perdida y encadenada en algún lugar de la selva colombiana, parecido al mismo del que hoy fue rescatada junto a tres estadounidenses y once militares y policías en una exitosa operación de las Fuerzas Armadas colombianas.
Un mes antes de conocerse el vídeo, Betancourt ya dio muestras del estado en el que encontraba en su última carta conocida, fechada en octubre pasado y dirigida a su madre, la ex parlamentaria y ex reina de belleza Yolanda Pulecio.
Betancourt lamenta en la carta su situación y dice sentirse degradada, pero también se declara esperanzada, una de las características de su personalidad junto a la fogosidad, la intrepidez y la persistencia.
A veces esos rasgos han rayado con la imprudencia, como cuando fue secuestrada por las FARC.
Pese a las voces que le advertían del peligro que corría, Ingrid Betancourt viajó al selvático y sureño departamento del Caquetá, tres días después de que el entonces presidente Andrés Pastrana declarase rotas las negociaciones con las FARC, iniciadas en 1998, y ella y Clara Rojas fueron capturadas por la guerrilla.
Además de arrojo, Betancourt siempre ha demostrado no tener pelos en la lengua, sobre todo en su época de parlamentaria.
Durante la presidencia de Ernesto Samper (1994-1998), Betancourt dijo a toda voz en el Congreso colombiano que el país era gobernado "por un delincuente" e incluso llegó a hacer una huelga de hambre cuando el mandatario fue absuelto de las acusaciones de haber contado con financiación del narcotráfico.
En el mismo escenario declaró que el partido en el que se inició en política, el Liberal, era una "cueva de ladrones y corruptos", y el Poder Legislativo, "un nido de ratas".
En 1998, Betancourt fundó su propio partido, Oxígeno Verde, de corte ecológico, con el que logró su escaño parlamentario y se inscribió como candidata presidencial.
Antes de entrar en política, Betancourt, perteneciente a una familia acomodada, llevó una vida descansada en Europa como esposa de un diplomático francés, Fabrice Delloyé, padre de sus dos hijos, Melanie y Lorenzo, del que se divorció años después.
Una serie de acontecimientos en Colombia, como el asesinato de varios candidatos presidenciales, un frustrado proceso de paz con las FARC, la ocupación rebelde del Palacio de Justicia que concluyó con la muerte de más de un centenar de personas y el surgimiento del llamado "narcoterrorismo", la hicieron reflexionar.
Sabía, tal como le inculcó su padre, Gabriel Betancourt, que fue ministro de Educación y embajador ante la UNESCO, que "tenía una deuda" con Colombia. "El país llamaba", señaló en alguna ocasión.
Regresó a Colombia después de más de diez años de permanencia en Europa, durante los cuales se graduó en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.
En su largo cautiverio soportó la muerte de su padre, una de las personas que más ha influido en su vida.
La familia Betancourt recibió la primera "prueba de vida" el 24 de julio de 2002: un vídeo en el que la política conservaba sus bríos rebeldes, rechazaba el canje propuesto por las FARC y saludaba a su segundo esposo, el publicista colombiano Juan Carlos Lecompte.
Como regalo por su 46 cumpleaños, Lecompte lanzó el 25 de diciembre pasado sobre las selvas de Colombia unos 20.000 volantes con fotografías recientes de los hijos de Betancourt, con la esperanza de que al menos uno de ellos llegase a manos de su esposa.
"Este es un momento muy duro para mí (...) piden pruebas de supervivencia a quemarropa y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel (...) estoy mal físicamente (...) no he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades", relató en una carta que llegó a sus familiares a fines del 2007.
Betancourt, cuyo único contacto con el exterior era una radio desvencijada, intentó escapar varias veces de sus captores, según han contado algunos de los pocos que lo han conseguido, como el policía John Frank Pinchao o el ex congresista Luis Eladio Pérez.
EEM