Sugerencia del Cheff
La carnívora revolución de la mesa china
Pablo Neila
Pekín, (EFE).- Más carne no significa más nutritivo, y más limpio no implica más saludable; son sólo dos conceptos erróneos que están impulsando un vertiginoso cambio en la dieta china, una revolución en la mesa que se expande de las ciudades a los pueblos y que podría estar detrás de la crisis global de los alimentos.
La imagen del arroz y la soja aderezados con té verde hervido apunta a su extinción en las grandes capitales, que marcan la evolución china y expanden su influencia al medio rural, que con todo, mantiene las tradiciones culinarias, más por falta de medios que otra cosa.
Así, las iniciales KFC son tan frecuentes en las metrópolis chinas como un semáforo o una farmacia, no en vano la multinacional de comida rápida abrió su primer local en China en 1987 y hoy cuenta con más de 1.200 establecimientos en 260 ciudades.
Cinco años más tarde, el histórico líder chino, Deng Xiaoping, pronunció aquello de "enriquecerse es glorioso" y a la postre así se ha demostrado, sobre todo entre los multimillonarios y la nueva clase media urbanita, aunque esa prosperidad material cause estragos en el estómago.
"Son el modo de vida sedentario y el factor diferencial lo que están cambiándolo todo en las ciudades", explicó a Efe He Jiguo, profesor de la Facultad de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Agricultura de China (UAC).
"Aunque el medio rural vive cambios parecidos, mantiene una dieta tradicional china y consume muy poca carne en comparación con el urbano", apuntó el investigador, quien citó el factor económico como el que mantiene al campo en un "pasado culinario" y "no sólo por los bajos ingresos, sino por la falta de aparatos frigoríficos".
"Se nota mucho también en el bajo consumo de leche y derivados, consumidos diariamente en las ciudades, y que en el campo se reservan exclusivamente a los niños y bebés", añadió He.
Una encuesta de la UAC señaló que, en su camino a equipararse con Occidente, la ingesta anual de carne crecerá un 20 por ciento en China, mientras que la demanda de lácteos podría duplicarse y el consumo de aceite dispararse en un 30 por ciento.
Para He, el consumo de aceite es un factor clave en el cambio de la dieta y en el aumento de la obesidad de la población, una constante a juicio de la Sociedad de Nutrición de China.
"El consumo de aceite se ha duplicado: principalmente el de soja, girasol y cacahuete, ya que el de oliva es marginal, muy caro. En definitiva, han aumentado las grasas y las calorías, no se hace ejercicio y no se quema nada", relató.
Todo ello afecta de manera especial a los niños -uno de cada cuatro sufre sobrepeso- que además son víctimas fáciles de la comida basura y de sus promociones, que bombardean con regalos a la vez que con hamburguesas.
"A la gente le atrae lo occidental por ser diferente; y las cadenas de comida rápida tienen buena reputación en China, dan carne, y eso equivale a nutritivo para muchos padres", indicó el profesor.
Además, los restaurantes de KFC o McDonald's, transmiten "limpieza y seguridad" en comparación con los típicos restaurantes chinos.
"Los expertos y el gobierno están muy preocupados. Durante la infancia se deciden los gustos para toda la vida y cuando el niño crece tiene poder absoluto de decisión sobre su dieta, sin control de los padres", alertó el académico.
Con los productos animales ganándole la partida a los vegetales, tradicionales protagonistas de la dieta china, no se puede olvidar que, pese a todo, el gigante asiático logró, entre 1992 y 2002, reducir a la mitad el número de niños malnutridos, y los menores son ya casi 4 centímetros más altos que la anterior generación.
La mayor demanda de carne, leche y aceite exige un consiguiente aumento de la cría de ganado, aunque según publicaciones especializadas como "BioFuels Digest", no existe tierra cultivable suficiente en el mundo para sembrar el grano que haría falta si China quiere equiparar su consumo al de EU.
Los economistas estadounidenses señalan que tras el alza de los precios de los alimentos se esconde la creciente demanda de carne y lácteos en China y la India, los dos países más poblados del mundo.
Según cifras del Buró Nacional de Estadísticas, los chinos consumieron una media de 40 kilogramos de carne y pescado por persona en 2002, justo la mitad de los 80 kilogramos que, según la FAO, consume cada estadounidense.
La ecuación es clara, y de ella se deriva la necesidad de equilibrar la balanza, que pende sobre China; pero también sobre Occidente, ya que, no hay que olvidar, los chinos son el 22 por ciento de la global y se alimentan todos con menos del 7 por ciento de la tierra cultivable del planeta, como pone de relieve el Ministerio de Agricultura chino.
EEM