Sugerencia del Cheff

Otra forma de comer carne

2008-10-09

'Estofar' viene del francés 'étouffer', que significa más o menos asfixiar,...

Por Caius Apicius


Madrid, (EFE).- Hoy día, cuando se habla de carne se suele entender que nos referimos a carne de vacuno, generalmente en forma de asado, sea éste, como en España, al estilo vasco, sea al modo de Argentina; preparaciones que cuentan con muchísimos partidarios y que, pese a su aparente sencillez, tienen más dificultades de las que pueda pensar un mero aficionado.

Pero, claro, hay más formas de comer carne. Y una de las más satisfactorias es el clásico estofado. 'Estofar' viene del francés 'étouffer', que significa más o menos asfixiar, ahogar, y que nos deja bien clarito que la clave de un estofado está en 'ahogar' esas carnes en sus propios vapores por el sencillo método de hacerlas con cazuela bien tapada. Lo que pasa es que el término, como ocurre tantas veces, perdió su pureza semántica y hoy se suele entender por estofado casi cualquier guiso de carne, se haya ésta 'ahogado' en sus jugos líquidos y gaseosos o no.

El Larousse Gastronomique, dirigido en 1938 por Prosper Montagné, especifica que un estofado es un modo de cocción de las carnes en recipiente cerrado, con muy poco líquido o incluso sin ningún líquido. Los italianos dicen, en cambio, que 'stufato' viene de 'stufa', y sostienen que se trata de una cocción de la carne, siempre en poco líquido, muy larga y muy lenta; otro de los significados de 'stufare' es hartar, cansar, aburrir. En cualquier caso, las recetas de 'stufato' indican, siempre, que ha de taparse bien la cazuela en la que se preparan.

Así será, seguramente; pero lo que a mí me interesa más del estofado es la concentración de sabor que se obtiene, sobre todo en carnes que se prestan maravillosamente a este método de cocción, a la cabeza de las cuales está, para mí, el jarrete, por su textura, su especial melosidad... Naturalmente, los jugos que expele la carne así cocinada son toda una bendición que no hay que desaprovechar: deben acompañar al estofado a la mesa.

Un estofado, en estas condiciones, es una obra maestra culinaria, llena de matices, muy superior, desde el punto de vista 'artístico', al chuletón hecho en la parrilla, sobre brasas, o al churrasco cocinado sobre una plancha. El estofado es un arte; además, implica un desarrollo tecnológico superior al del asado. Me explico: para asar una pieza de carne no hace falta, aparte de la propia carne, más que un fuego y, tal vez, unas parrillas. Por supuesto que para hacer una carne a la parrilla el hombre primitivo debió dominar previamente el fuego, cosa que tardó siglos y siglos en hacer, con o sin ayuda de Prometeo. Pero es que para cocer algo, para estofar algo, no basta con tener ese 'algo' y el fuego, no: hace falta un cacharro, un recipiente donde pueda hacerse el guiso con alguna cantidad de líquido. Es decir: que el estofado, el cocido, el guiso, necesita un paso más en la civilización: necesita la cerámica. El amante de los estofados es, qué duda cabe, un carnívoro; pero es un carnívoro civilizadísimo, refinado, culto.

Con platos así: limpien un jarrete de ternera, entero, y adóbenlo con un diente de ajo machacado, unos granos de sal y unas hojas de perejil. En una cazuela con un chorrito de aceite doren la carne por todas partes; añadan una cebolla y una zanahoria, ambas en trozos; cuando la cebolla se dore, incorporen un vaso de vino blanco y metan la cazuela en el horno, añadiendo un poco de caldo de carne. Dejen que se haga hasta que la carne esté en su punto. Retiren el jarrete, pasen la salsa por un colador y vuélvanla al fuego para reducirla hasta que tenga una consistencia untuosa. Sírvanla con puré de patatas... y disfruten.-



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