Policrato Philodemos

¿Despenalizar la mariguana?

2008-11-03

El alto consumo de estupefacientes entre la población acarrea un aletargamiento social, al...

Las decisiones de un ignorante sobre
los temas que desconoce, pueden ser
más dañinas que las de un perverso

 

Desde que el señor asambleísta del D.F. Víctor Hugo Círigo presentó la iniciativa de legalizar la mariguana, se ha desatado una polémica en los medios para defenderla o rechazándola con diversos argumentos, que van desde el orden moral hasta los de carácter sanitario, pasando por los que suponen que serviría para arrebatarle a los narcotraficantes el monopolio del manejo de esta droga, que según sus razonamientos acabaría con la violencia que conlleva el manejo de dicho mercado, cuando éste se hace fuera de la ley como sucede actualmente.

Más allá de las razones y argumentos que se han esgrimido para  apoyar la despenalización de la mariguana, ningún análisis de los que se han publicado en los medios, ha sido abordado considerando el problema  "drogas-crimen organizado-violencia", de una manera conjunta y que está relacionado entre sí, además de constituir un negocio de alto rendimiento que se maneja como una empresa de carácter mafioso y trasnacional, que no solamente se dedica al manejo de las drogas como la mariguana, sino que también trafica con todas las demás (naturales ó sintéticas), y que en su mercadotecnia incluye el aumento de la demanda o clientela, buscando e incitando a niños y adolescentes (especialmente de las escuelas elementales y básicas), para transformarlos en adictos con alta dependencia y en clientes regulares de su criminal negocio .
Quienes abogan por la despenalización de la mariguana parecen olvidar que el inicio de las adicciones a los estupefacientes, siempre empieza por aquellos de menor efecto como la mariguana, de donde se escala hasta las drogas duras de alto poder adictivo y de muy difícil recuperación para desligarse de ellas, debido a sus catastróficos síndromes de abstinencia, como son los de la morfina, el "cristal", y las drogas sintéticas de última generación, que son aún más peligrosas por los daños y destrucción que causan a las neuronas cerebrales.
Olvidan también que el alto consumo de estupefacientes entre la población acarrea un aletargamiento social, al volver socialmente improductivos y dependientes a los adictos, como ha sucedido en Somalia.

Pasan por alto la experiencia holandesa sobre la legalización controlada de la mariguana, que convirtió a este país en un santuario para el turismo internacional de narcoadictos, ocasionándole las graves consecuencias de degradación social que conlleva este tipo de "lumpen-turismo", de tal modo que las autoridades tuvieron que iniciar una política para reducir el consumo de la mariguana y la producción de la misma, e imponer severos castigos para quienes se involucran en el mercado negro de las drogas, incluyendo entre ellas a la mariguana.

 Cabe señalar que a los defensores de la despenalización de la mariguana, se les olvidó que el crimen organizado, como negocio trasnacional que es, no solamente se dedica al narcotráfico (actividad criminal de muy alto rendimiento económico), sino que también acomete toda clase de ilícitos que puedan dejar pingües ganancias, como son el secuestro en todas sus variedades, la extorsión a comerciantes y particulares, el tráfico ilegal de personas, los juegos de azar clandestinos, la piratería de productos, patentes y marcas, el contrabando, así como la trata de blancas, por citar algunas de entre otras muchas actividades criminales que desarrollan, y desde luego el "lavado" de dinero a través de empresas fantasmas, financieras, y comercios, todas "legalmente" constituidas, razón por la que legalizar la mariguana se convierte en una utopía, si con ello se pretende anular el sostén económico del crimen organizado, y disminuir así la inseguridad ciudadana y nacional que provocan sus actividades.

Por último se hace necesario señalar que debido a su magnitud y capacidad económica, el crimen organizado ha sido capaz de contratar y sostener a grupos paramilitares, que están compuestos por mercenarios equipados con armas propias de un ejército irregular, mismo que tiene sitiado de facto, a la sociedad civil y a las instituciones de la república, con el fin de provocar un caos paranoide que se traduzca en impunidad para sus actividades criminales, mismas que permanecerán sin cambio alguno aunque se despenalice la mariguana.



LLG

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