Policrato Philodemos

¡ Viva la mojiganga !

2006-09-25

Los alucinados, como el señor López Obrador con su fantasía mesiánico...

La tragedia del imbécil es el no reconocer la frontera entre lo sublime y lo ridículo

El espectáculo grotesco que estamos presenciando bajo el patrocinio de la "Coalición por el bien de todos", formada por los partidos políticos PRD, PT, y Convergencia, recuerda bastante (si no fuera por el cinismo y la solemnidad izquierdosa que asumen para que les crean), a la "mojiganga alvaradeña" y al carnaval veracruzano, en los que se monta una farsa jocosa (que en el caso de la "Coalición" tiene un carácter grotesco), en el que todo mundo se disfraza de algo que de alguna manera muestra su personalidad inconsciente, o sus aspiraciones secretas, enseñando al ser estrafalario que algunos llevan escondido debajo de la camiseta y que sale desatado cuando se vale llevar un disfraz, como sucede en el carnaval cuando se supone que los demás lo interpretarán como parte de una mojiganga, dentro de las simulaciones a las que se está jugando… como sucede también en el mundo de la política, ya que en dicho quehacer de simulaciones y al amparo de una máscara de redentor social se dicen (engolando la voz y con estridencia para ser oídos por todos, al estilo del señor Noroña, vocero del PRD), estupideces, con la solemnidad versallesca de un perdonavidas y con la vehemencia de un líder de sindicato corporativo que anhela la credibilidad de aquellos a quienes engaña y explota..

De la misma manera, como en los días previos al carnaval, en la que se hacen campañas con "Papaquis" estridentes, acompañados de sones caribeños con ritmos de "bongós" y "Tumbadoras", o de "batucadas" cariocas con tambores y pitos, para elegir por aclamación tumultuaria al Rey Feo del Carnaval Veracruzano (que a su vez pide la aprobación multitudinaria de su séquito compuesto por "Princesos", "Lambiscones", y "Mariposones"), quien inmediatamente instaura el reino de la pachangas y el desenfreno, ordenando a sus acelerados y obedientes "súbditos" el inicio de la fiesta callejera, poniéndose al frente del esperado jolgorio… así el señor Andrés Manuel López Obrador inició su campaña estridente con el "lumpen" político y social, compuesto por los desertores de otros partidos políticos, los "Panchos Villa", los taxistas "•Panteras", y los "Atencos macheteros", completados con la escoria de agitadores mercenarios que reclutó y pudo pagar, para instaurar su "Plantón" en la Avenida Reforma y en el Zócalo Capitalino, para después autoproclamarse Rey Feo de dicho carnaval político, con la aclamación tumultuaria de este tipo de seguidores, a quienes les pidió que lo designaran con el pomposo título de "Presidente Legítimo de México"…….. la diferencia entre estos actos descritos radica en que en el primer caso todos estaban de acuerdo en que se trataba de una jocosa simulación para divertirse durante una semana, en la que se valía disfrazarse y alegremente dar rienda suelta a las inhibiciones y seriedades de todo el año, mientras que en el caso del señor López Obrador con su delirio de poder y fuera de la realidad, en vez de diversión y alegría carnavalesca se proclaman odios y divisiones, buscando el apoyo a su causa y la aceptación social, insultando y estropeando la vida de aquellos a quienes pide que se le unan, pues en su delirio mesiánico se disfraza de mesías redentorista, solo que en el proceso de su actuación acaba creyéndo seriamente que lo es, y ya encarrerado declara ser capaz de hacer milagros a petición para sus apóstoles y creyentes, razón que explica el porqué declara con seriedad alienada que lo suyo no es una pantomima, sino la esperanza concreta de un paraíso social (inducido y realimentado por sus titiriteros), que se encuentra muy próximo y que solo depende de que lo sigan y obedezcan como "Presidente Legítimo", así como de la fe que le otorguen a su evangelio, lo que sería cómico y no constituiría una tragedia social si la "yihad" de tipo islámico a la que convoca, no llevara en sus prédicas la semilla de una anarquía irresponsable y destructora de la democracia, a la que dice respetar y defender, aunque con métodos caciquiles y religiosamente autoritarios, dada su naturaleza dogmática y fundamentalista.

Los alucinados, como el señor López Obrador con su fantasía mesiánico paranoide, son actores convencidos del guión teatral que han inventado ellos mismos… solo que cuando actúan en política tienden a convertirse en personajes grotescos de comicidad involuntaria, que buscan el aplauso fácil jugando el papel de adalides sociales y de chamanes agoreros, capaces de construir mágicamente un paraíso "Para el Bien de Todos" … solo que cuando su carisma y capacidad de convocatoria es manipulado por el "lumpen" oportunista de saltimbanquis ideológicos, y lleva como fauna de acompañamiento a resentidos sociales y agitadores profesionales, el escenario se vuelve socialmente peligroso, sobre todo cuando pretende usurpar las funciones de un gobierno democráticamente constituido.



AAG

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