Huesped

La larga noche de George W. Bush

2006-11-08

Los republicanos habrán de estar pagando su fidelidad a un líder que está...

EDITORIAL DE EL UNIVERSAL

Ésta debió ser una larga noche para George Walker Bush, presidente de Estados Unidos, quien llegó a las elecciones intermedias de su segundo mandato con los niveles de popularidad más bajos en la historia de su país y empecinado en defender su loca aventura en Irak, pese a llevar en la conciencia 2 mil 800 soldados estadounidenses muertos, más los que se acumulen esta semana.

Hasta donde los conteos lo permitían saber, anoche los demócratas iban con buen paso a conquistar los 15 escaños que les faltaban para tener el control de la Cámara de Representantes, y en un descuido hasta el control del Senado.

De consolidarse hoy tal tendencia, los republicanos habrán de estar pagando su fidelidad a un líder que está siendo considerado por los historiadores como uno de los peores que ha ocupado la Casa Blanca.

Las elecciones intermedias son, por supuesto, un referéndum al presidente en turno y se deciden en función de una agenda local: impuestos, acceso a servicios médicos, etcétera. Sin embargo, en esta ocasión no hubo tema más importante que la guerra en Irak. Los estadounidenses parecen estar hartos de un conflicto en el que mueren sus hijos y en apariencia no tienen cómo ganar. El fantasma de Vietnam flota en el ambiente.

El dominio de los demócratas en el Congreso sería también una mala señal para los políticos republicanos, quienes ahora tendrían que someterse, necesariamente, a un protocolo de rendición de cuentas, donde el poder Legislativo actúe como un contrapeso real al poder Ejecutivo, que tendría que someterse a audiencias y sesiones explicativas que hasta ahora no ha enfrentado. Se habría acabado el día de campo republicano.

Asimismo, la recuperación política del Partido Demócrata da ánimos a sus figuras, quienes desde ahora están en busca de la nominación presidencial dentro de dos años: a saber, los senadores Hillary Clinton, Barack Obama o aun el ex vicepresidente Al Gore.

Y como lo que sucede en Estados Unidos tiene, inevitablemente, repercusiones geopolíticas, pues habrá que considerar que un presidente Bush acotado puede ser útil a los países europeos, cuyos proyectos globales suelen topar con la pared estadounidense y que ahora tendrían mayores oportunidades de prosperar.

No así en el caso de México, que tendría por delante dos años de tensa espera ante la imposibilidad de negociar temas bilaterales de fondo -migración, narcotráfico, comercio- con un mandatario estadounidense sin atribuciones plenas.

Finalmente, cabe hacer una reflexión sobre la importancia que tiene en el sistema estadounidense la reelección de legisladores, quienes acumulan experiencia y amplios conocimientos técnicos durante sus largas carreras parlamentarias, que son puestas a evaluación del electorado cada dos años. Hay legisladores de carrera, como por ejemplo Edward M. Kennedy, con 44 años de experiencia.

El de la reelección de legisladores es un tema que en México todavía causa escozor, pero que va siendo tiempo de analizar con cuidado, a la luz de experiencias foráneas como la de Estados Unidos.



AAG