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Voluntarios mantienen viva rebelión contra Gaddafi

2011-06-25

Alrededor de 100 voluntarios en el depósito desmontan armas, que en su mayoría...

Sherine El Madany, Reuters


Bengasi, Libia.- A medida que se prolonga la guerra en Libia contra Muammar Gaddafi, las reservas de alimentos y armas de los rebeldes están disminuyendo y ha surgido un ejército de voluntarios para ayudar a mantener a flote la revuelta.

Personal de restaurantes trabaja sin parar en la preparación de comidas gratuitas para el frente. Maestros, niños en edad escolar y doctores se han puesto mamelucos grasientos para reparar y mantener el armamento rebelde.

"Trabajamos con un objetivo en mente: terminar con el mandato de Gaddafi tan pronto como sea posible, aunque sea con un giro de llave inglesa", dijo Gadallah el-Kadiky, de 43 años, quien dejó su trabajo como camionero cuando comenzó el levantamiento en febrero.

Kadiky y sus dos hijos adolescentes pasan 12 horas al día en un depósito de armas cerca de Bengasi - controlada por insurgentes - reparando vehículos dañados durante escaramuzas con las tropas de Gaddafi.

Los niños le pasan llaves inglesas y ajustables mientras él trabaja para arreglar hasta cinco vehículos al día. Mecánicos capacitados en mamelucos azules ofrecen consejos.

Alrededor de 100 voluntarios en el depósito desmontan armas, que en su mayoría constituyen el botín de la batalla, reparándolas y limpiándolas para ser nuevamente usadas o reciclando partes a modo de repuestos de otros equipos.

Todos trabajan rápidamente bajo el sol del verano boreal, pisando con cautela pilas de metal, destornilladores, tuercas y llaves desperdigadas por el terreno. Muchos usan tarjetas de identificación que dicen "Nietos de Omar al-Mukhtar", el héroe de la resistencia libia contra los colonos italianos.

¿Cuál es el fruto de su labor? Una fila de relucientes armas anti-tanques, cañones o cohetes anti-aéreos listos para la batalla.

Un oficial del Ejército rebelde dispara orgullosamente uno de los cañones para beneficio de algunos visitantes, haciendo retumbar sus oídos.

Un oficial que desertó de las fuerzas de Gaddafi llevó su antiguo auto a la armería, lo reparó y, con la ayuda de mecánicos, lo equipó con un arma anti-tanques que planea trasladar hasta el frente.

"Esto es lo menos que podemos hacer para ganar esta guerra", dice Hussein el-Khafeify, un ingeniero de 32 años en el depósito.

Todo es posible

Con las esperanzas de una rápida victoria por el piso, la dirigencia insurgente establecida en Bengasi se enfrenta al creciente riesgo de un arsenal vacío y la falta de alimento y otros suministros.

El ejército rebelde, superado en poder de fuego por las milicias de Gaddafi, no ha logrado controlar mucho territorio desde que los libios del este tomaron las armas contra su líder autoritario durante cuatro décadas, incluso con la ayuda de los ataques aéreos de la OTAN.

"Todo el mundo sabe que carecemos de armas, pero nuestro arma es nuestra fe en esta nación, y esa fe es lo que nos permitió hacer estas armas", dijo el supervisor del depósito el coronel Ali el-Qetany.

Los temores a que el este fuera ingobernable sin el opresor aparato de seguridad de Gaddafi se disiparon al comienzo del levantamiento, cuando los voluntarios se movilizaron para hacer que Bengasi, al-Bayda, Tobruk y otras ciudades orientales funcionaran independientemente de Trípoli.

Si bien gran parte de la población de la Libia rica en petróleo ha vivido durante décadas de ingresos garantizados por el Estado, eso no parece haber desalentado su espíritu emprendedor.

Sin la certidumbre de un salario a fin de mes, trabajadores de empresas de servicios mantuvieron las estaciones de energía y purificación de agua en funcionamiento mientras otros hallaron una forma de hacer que la red de telefonía celular del oriente eludiera a la capital, Trípoli.

Jóvenes salieron para limpiar las calles y recoger basura, adolescentes se pusieron uniformes para dirigir el tráfico en transitadas intersecciones e ingenieros en telecomunicaciones instalaron conexiones satelitales a internet para llevar el mensaje rebelde al mundo exterior.

Ingenieros y decoradores han acelerado el retorno de la policía al servicio con la restauración de dañados edificios de la seguridad estatal y estaciones de policía.

16,000 comidas

En el restaurante The Citadel a unos pocos metros del arsenal, el jefe de cocina Rahma Ben Zablah dejó de servir a clientes y ahora atiende a tropas rebeldes, usando en parte donaciones de ciudadanos.

Cada día, The Citadel sirve 16,000 comidas envasadas que son repartidas a los necesitados de todo Bengasi, incluyendo a refugiados, pacientes de hospitales y tropas en el frente más allá de la ciudad de Ajdabiya, unos 140 kilómetros al sudoeste de Bengasi.

En la cocina se vive un clima frenético cuando más de 100 voluntarios, incluyendo a niños en edad escolar, docentes, ingenieros y comerciantes, cortan vegetales y se ocupan de 36 ollas hirviendo.

"Cuando comenzó la revolución, me sumé a las protestas frente al palacio de justicia de Bengasi. No puedo ir a combatir en el frente, así que decidí participar de esta revolución haciendo lo que mejor sé hacer: cocinar", dijo Ben Zablah.

The Citadel sirve carne, arroz, pasta, pollo, pescado, pan, miel, dátiles secos, jugo, leche y mermelada. Los suministros cuestan hasta 12,000 dinares libios (10,090 dólares) al día, que incluyen hasta 500 kilos de carne por un valor de 6,000 dinares (5,089 dólares).

"Renunciamos a nuestro ingreso del restaurante para abastecer a los rebeldes que luchan por nuestra libertad", dijo el jefe de cocina Fahmy el-Mawaj.



TRO

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