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Para los venecianos, la vida no es un viaje en góndola

2011-09-24

Por Philip Pullella, Reuters

VENECIA (Reuters) - Lidia Fersuoch recuerda haber crecido en el barrio San Samuele de Venecia, donde había dos carniceros, varios almacenes, dos panaderías, una mercería e incluso un zapatero.

"Desgraciadamente han desaparecido todos", dijo Fersuoch, directora de la filial veneciana del grupo nacional de conservación Italia Nostra (Nuestra Italia), suspirando de nostalgia.

La población residente de Venecia ha disminuido a poco más de 59.000 habitantes, de unos 175.000 al final de la Segunda Guerra Mundial.

A los fanáticos de los canales les está resultando incluso más difícil llevar vidas normales, ya que la infraestructura y las tiendas de la ciudad están transformándose cada vez más para proveer servicios a turistas en vez de a sus residentes.

Cualquier visitante atento que se aparte del circuito turístico y se aventure por los serpenteantes callejones que conducen a las sublimes, bellas pero silenciosas plazas se preguntará: ¿Dónde están todos los verdaderos venecianos?

"Este ya no es un lugar normal", dijo Fersuoch, una mujer vivaz pero melancólica, mientras estaba montada en un esquife que surcaba las picadas aguas de un canal.

"Algunas personas deben tomarse un vaporetto (lancha colectiva) si quieren comprar verduras frescas pero pueden comprar un reloj de 2.000 dólares o una máscara de carnaval de 400 dólares a sólo metros de sus casas", sostuvo.

Los majestuosos palacios e iglesias de Venecia están construidos sobre islas a nivel del mar, pilotes y parantes de lodo, y si bien se ha invertido mucho tiempo y dinero para proteger del agua a este lugar declarado por UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, muchos residentes afirman que se han desatendido los problemas que erosionan su estilo de vida.

Un chiste que está dando vuelta entre fans de Venecia dice que una turista pregunta dónde puede comprar un litro de leche y le responden: "Vaya hasta la tienda Gucci, doble a la derecha en el negocio Fendi, cruce el puente al llegar a la boutique Dolce & Gabanna y creo que ahí hay un almacén, si es que el dueño no ha muerto".

Fersuoch llegó a los titulares con una provocación intencional en julio, cuando instó a Naciones Unidas que pusiera a Venecia en la lista de ciudades en peligro de extinción. El turismo masivo, el descuido ambiental y los proyectos de nuevas construcciones están sentenciando a muerte a la ciudad de los canales, explicó.

TURISMO INTELIGENTE VS DESENFRENADO

En los días de mayor actividad por el verano boreal llegan a Venecia hasta 130.000 turistas, más de dos veces la población local.

Pedidos de grupos como Italia Nostra para limitar el número de turistas, por ejemplo mediante reservas para grupos grandes como los que arriban en cruceros -lo que los italianos denominan "turismo inteligente"- han caído en oídos sordos.

"Nadie niega que el turismo es el motor que impulsa a la economía veneciana y que la gente en el sector del turismo trabaja muy duro. Pero al basarse tanto en el turismo, la ciudad ha perdido su entramado social", dijo Fersuoch.

Asociaciones de residentes se han mostrado alarmados ante las propuestas para construir una ciudad satelital sobre la península, conectada al centro histórico a través de un sistema de subterráneos por debajo de las lagunas. Dicen que eso llevaría a un mayor número de turistas.

Los venecianos también han visto a su ciudad convertirse en un lugar demasiado caro, particularmente para la gente mayor.

Llevar alimentos hasta las tiendas en esta ciudad sin automóviles es un reto que implica el trasbordo a embarcaciones pequeñas y finalmente sobre carretillas hasta las tiendas que no están sobre los canales. Cada medio de transporte añade otro nivel en materia de costos.

Venecia se ha convertido además en un lugar irreal dominado por un "aburguesamiento en ausencia", dado que muchas de las personas que han comprado inmuebles están rara vez allí.

Muchos residentes de larga data ahora se van y alquilan sus departamentos por temporadas a turistas a precios mucho más elevados que si se los alquilaran a estudiantes, trabajadores o familias.

Quienes venden a menudo lo hacen a extranjeros acomodados de lugares como Texas o Australia que buscan el prestigio o la gratificación personal de tener una segunda casa con vista al Gran Canal, incluso aunque sólo la usen por una semana o unos pocos días al año.

"Venecia se ha convertido en un parque temático. A veces me recuerda a un triste Disneyland", dijo la escritora veneciana Caterina Falomo, curadora de "Cuando había venecianos", un libro de reflexiones sobre cómo ha cambiado la vida cotidiana en la ciudad con el transcurso de los años.

"Nadie niega que el turismo es necesario, incluso vital, pero el rol de los políticos es proteger la ciudad en todos sus aspectos. Su primer deber es defender la vida cotidiana de los residentes, no los caprichos de los turistas", afirmó.

"La única forma de lidiar con esto es simplemente decir 'basta'. El flujo de turistas debe ser controlado. Realmente no creo que la economía de Venecia se vaya a destruir", añadió.

OPORTUNIDAD PERDIDA

Grupos de residentes dicen que sucesivos Gobiernos locales han desperdiciado las oportunidades para mejorar la situación.

Por ejemplo, cuando se desarrolló la isla de San Clemente, el lugar abandonado de un antiguo hospital psiquiátrico, fue convertida en un lujoso hotel cinco estrellas en lugar de ser entregada al uso de los residentes para un nuevo campus universitario.

"Con cada nuevo hotel de lujo, cada nueva hostería o nuevo departamento de vacaciones, muere un poco de la ciudad. Como una nativa de Venecia, esto me duele más de lo que puedo expresarlo", dijo Falomo.

La vida cotidiana se ha tornado particularmente desafiante para los ancianos de Venecia que, a menos que sean lo suficientemente adinerados como para tener su propio bote y chofer, se ven forzados a caminar o competir con las hordas de turistas por un lugar en las atiborradas lanchas colectivas.

Y aunque Venecia es sinónimo de cine por su festival anual, sólo hay dos cines en la ciudad.

"Una ciudad mundialmente famosa con dos cines para las personas que viven allí no es normal", concluyó Falomo.



gilberto

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