Policrato Philodemos

Perfil del político tradicional en México

2012-05-08

Este espectáculo no pasaría de ser chusco y grotesco si no estuviera de por medio el...

Los demagogos son capaces de hacer
cualquier cosa por los pobres y los incautosÂ…
menos bajarse de sus espaldas.
Voltaire

El origen del subdesarrollo crónico

Debido a los tiempos electorales previos al cambio de administración federal, nos encontramos envueltos en la efervescencia política de las campañas con los consabidos denuestos, promesas, elogios, y acusaciones mutuas entre los partidos, los candidatos, y los lambiscones que les acompañan en este carnaval y pasarela, donde los demagogos buscan marear a las masas con el incienso de la palabra, expresada en tramoyas del lenguaje que han sido fabricadas por la "mercadotecnia" política.

Este espectáculo no pasaría de ser chusco y grotesco si no estuviera de por medio el destino de México, circunstancia que lo convierte en una verdadera tragedia nacional, pues los actores principales de este sainete no buscan representar las aspiraciones de la ciudadanía a la que marean, ni identifican su desarrollo político y/o personal con el desarrollo de México, ya que solamente ven al país como botín o tierra de conquista, en la que los puestos públicos a ocupar son simple y llanamente las llaves de los cofres con tesoros del erario, y que pretenden tener a su disposición para enriquecerse.

Analizando esta conducta, que parece ser endémica de la clase política en nuestro país, encontraremos que no difiere de la misma que instauraron los conquistadores y encomenderos que llegaron a "hacer las américas" en estas tierras a partir de 1519, en un flujo migratorio que se mantuvo durante toda la colonia hasta el inicio del movimiento de independencia en 1810, abarcando a todo el territorio al que habían bautizado como "Nueva España".

La gran mayoría de emigrantes que llegaron durante dicho período no venían como colonos para residir permanentemente, sino con la idea de una estancia temporal mientras se enriquecían, ya que generalmente mantenían la esperanza de poder regresar como "indianos" ricos a sus lugares de origen, y pasar el resto de sus días viviendo holgadamente con la riqueza adquirida (de cualquier manera y a cualquier precio), en el territorio del virreinato conquistado, razón por la que no se preocuparon por diseñar un proyecto de nación para estas tierras, ni de crear infraestructura alguna para el desarrollo sostenible de la región, salvo aquella que les exigía la explotación inmediata de los recursos naturales disponibles, o la explotación de los nativos en las encomiendas, mentalidad que al parecer sigue vigente como herencia genética, y que desgraciadamente ya forma parte de la idiosincrasia entre quienes alcanzan puestos de poder en México, ya sea dentro del estamento político o en la iniciativa privada, mentalidad que también es compartida por muchos mexicanos en la actualidad, ya que la podemos percibir entre quienes buscando salir de la miseria, cruzan la frontera hacia los Estados Unidos como trabajadores temporales, persiguiendo "el sueño americano", siempre con la esperanza de ahorrar y poder regresar enriquecidos a sus comunidades de origen.

Esta mentalidad que no relaciona el progreso personal con el desarrollo general de la sociedad ni con el del territorio (con el que no se identifican y solamente lo ven como tierra de conquista, además de botín potencial para enriquecerse), nació durante la época de la colonia entre quienes decidían los destinos de la Nueva España, y se heredó como tradición retorcida (salvo honrosas excepciones en nuestra historia como lo fueron Maximiliano de Habsburgo y Porfirio Díaz), entre las nuevas clases dirigentes después de la independencia.

Las consecuencias de esta visión bucanera del poder, está a la vista de cualquiera que observe nuestra historia y analice la situación actual de subdesarrollo en que nos encontramos, especialmente en el campo científico-tecnológico que nos mantiene de facto en la condición de colonia tecnológica de los países desarrollados, debido a la ausencia de un verdadero proyecto de nación que guíe las decisiones que se toman, en una visión miope del poder que nos ha llevado a una permanente improvisación en la que cada sexenio se decide instaurar (a base de ocurrencias y de conveniencias personales o de grupo), un país diferente, sempiternamente carente de la infraestructura adecuada para lograr un desarrollo a mediano y a largo plazo, así como a un desprecio (de facto más no en la simulación discursiva), hacia los valores sólidos que cementan el tejido social y el verdadero patriotismo, con su consecuente secuela de corrupción, de gatopardismo, de estancamiento en los tiempos, y del despilfarro de las arcas nacionales que conlleva, condenando a México a un estado de subdesarrollo permanente.

La mentalidad desnacionalizada anteriormente descrita se hace evidente cuando descubrimos que la mayoría de nuestros políticos tradicionales, actúan a espaldas de los intereses de la sociedad a la que gobiernan y solo buscan el poder para enriquecerse; Así los vemos transferir y guardar sus inexplicables riquezas (generalmente obtenidas malversando el tesoro público, o a través de la extorsión traficando influencias), en bancos extranjeros  como Suiza, Islas Caimán, o paraísos fiscales, porque debe saberse que "un político pobre es un pobre político" (Carlos Hank González dixit ), mientras simultáneamente compran residencias en el extranjero, como lo hizo el extinto Carlos Hank González en Conneticut, o se hacen de una casa en Dublín como Carlos Salinas de Gortari, o en San Diego como Elba Esther Gordillo, o de perdido en Miami como Carlos Madrazo, o bien en París como el ex gobernador del Estado de México Arturo Montiel, o comprando un "piso" en Roma, así como emigrando definitivamente al extranjero como Ernesto Zedillo, sin excluir que entre sus caprichos de nuevos potentados compren algún castillo en España (quizá buscando rescatar alguna nobleza filibustera perdida), actitudes  que confirman en los hechos que la mayoría de los políticos encumbrados en México, son una cáfila de apátridas que no se identifican con el resto de los mexicanos, ni identifican su futuro ni su desarrollo personal, con el desarrollo y futuro de México.

Desgraciadamente los españoles que llegaron con Hernán Cortés y los aventureros que le sucedieron, no vinieron con la idea de crear una nueva nación, como sucedió con los peregrinos sajones que arribaron a los territorios que hoy constituyen los EE.UU. y Canadá, quienes llegaron huyendo de persecuciones religiosas y políticas sin esperanza de retorno, por lo que desde el inicio planearon un nuevo tipo de vida estableciéndose de manera permanente y en armonía con las condiciones para aprovechar el potencial que les ofrecía el nuevo territorio, siempre con una visión del futuro que deseaban para sus hijos, de la cual pudo derivarse un proyecto de nación, que les sirvió de guía para ir desarrollando la infraestructura necesaria para alcanzarlo.

Si recapitulamos sobre lo expresado en los párrafos anteriores aceptándolo como una herencia irreductible que nos condena sempiternamente a la zaga en el concierto de las naciones, nuestra única solución personal para progresar sería la de imitar la conducta de nuestros falsos próceres para después buscar alguna tierra prometida en el extranjero, pero si analizamos los orígenes del problema encontraremos que sí existe una solución y que ésta descansa en la recuperación de los verdaderos valores que dan identidad y sentido de pertenencia a los pueblos y a las naciones, y que se logra (a mediano y largo plazo), revisando y modificando la estructura y finalidad de nuestro sistema educativo actual, que es el crisol que ha malformado  a los pésimos políticos que nos mantienen en el subdesarrollo y desgobierno sin rumbo, en el que siguiendo las modas sexenales de improvisación y ocurrencias, sumado a la declinación de sus responsabilidades, han favorecido el reparto de "cuotas" de gobierno entre los intereses sindicales mafiosos, descartando de nuestro sistema de enseñanza la formación de verdaderos ciudadanos, y degradando la educación científica a favor de un populismo demagógico, que privilegia la enseñanza de las llamadas ciencias sociales y la educación artística, sobre la enseñanza de las ciencias exactas, que son las únicas que sirven para formar investigadores capaces de impulsar el desarrollo tecnológico de un país para rescatarlo del subdesarrollo y de la dependencia del exterior.



EEM

Notas Relacionadas

No hay notas relacionadas ...



Ver publicaciones anteriores de esta Columna

Utilidades Para Usted de El Periódico de México