Sepulcros blanqueados

El hombre no tiene potestad sobre la ley de Dios

2012-08-16

El hombre no tiene potestad sobre la ley de Dios. Dios juzga nuestros actos según nuestras...

Fuente: F. Fraternidad Católica

6a. de 12 partes

"Dios juzga nuestros actos según nuestras intenciones"

Respecto del debate y la polémica sobre el aborto, por lo cual la Iglesia Católica también ha sido atacada por su oposición, llama la atención que una prerrogativa moral y de la libertad innata de la mujer se quiera encuadrar y someter a disposiciones legales dictadas por el hombre, que se legisle sobre su derecho y sentido de conciencia sin tomarlas a ellas en cuenta. Esta decisión es sólo inherente a la mujer y es ella la que carga con las consecuencias y la responsabilidad moral de sus actos. Ella sabrá lo que hace. Este acto no debería encuadrarse al plano de la legalidad, porque es un acto que atañe a la moralidad y es Dios quien juzga éste y cualquier otro tipo de pecados que van contra sus Mandamientos. Sucede lo mismo con la homosexualidad, tampoco se puede tipificarlo como un delito ni tampoco brindarle toda la complacencia. Son temas de carácter moral y religioso que está lejos del dominio y juicio de las leyes de los hombres. El hombre, ni juez alguno, tiene esta capacidad para juzgar estos actos que son relativos a la moral y no al raciocinio que es convencional o de género. Son, además, pecados que muchas veces quedan ocultos y en la conciencia de cada quien, que ni salen a relucir. Hasta ahora casi no sabemos de acusaciones, enjuiciamientos o sentencias sobre mujeres por el delito de aborto, estando todavía vigente en muchas partes que castiga este acto. Son delitos que pasan desapercibidos y en los que las autoridades se hacen de la vista gorda.

Dios no instruyó al hombre a penalizar ni castigar aquí en la tierra ningún pecado contra su ley; es al revés, el hombre tomo los mandamientos der Dios como reglas para legislar y hacer leyes para castigar estas desobediencias, para confeccionar y tipificar delitos en base al decálogo sagrado, considerándolos justos y apropiados para castigar a quién los viole. Tal es el caso de los asesinatos, los robos, el perjurio, el adulterio, etc. Así pues, nuestras leyes emanan de los mandamientos de la ley de Dios, pero Él no nos manda castigar a quien las viole; más bien, Jesucristo nos predica el don del perdón y a combatir el mal con el bien. El juicio de Dios difiere del nuestro que es imperfecto y convencional.

El hombre no tiene potestad sobre la ley de Dios. Dios juzga nuestros actos según nuestras intenciones. El aborto lejos de verse como un delito debería considerarse un grave pecado que está dentro de la jurisdicción de Dios, temerle más a su juicio que al de los hombres que no es perfecto ni honesto. El aborto, como la homosexualidad o la bigamia, es una cuestión que más bien atañe al libre albedrío de la mujer o del hombre, y es una osadía penalizar una decisión de éstas. En este caso, cada quien nos atenemos al juicio de Dios. Por eso vale la pena que seamos conscientes de nuestros actos antes de cometerlos y saber que nos espera a cambio después.

Mañana, 7a. parte

Ver anteriores:

https://elperiodicodemexico.com/nota.php?sec=Columnas-Sepulcrosblanqueados



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