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Lima, muy vulnerable a un terremoto fuerte

2012-12-09

El relativo

FRANK BAJAK y CARLA SALAZAR, AP

LIMA (AP) — La tierra tembló con tanta fuerza que la gente que cayó al suelo no podía levantarse. En cuestión de minutos, el terremoto había demolido la Lima colonial y un muro de agua de 15 metros (50 pies) se había estrellado contra el vecino puerto del Callao, sobre el Pacífico, matando a 200 de sus 5.000 habitantes. En la costa aparecieron cadáveres durante semanas.

Numerosos temblores estremecieron la capital peruana en los 266 años que pasaron desde la fatídica noche del 28 de octubre de 1746, pero ninguno tan violento.

El relativo "silencio sísmico" hace que con cada día que pasa aumenten las posibilidades de que Lima sea afectada por una poderosa combinación de terremoto y tsunami como los que causaron devastación en Japón el año pasado y traumatizaron a los residentes de Santiago de Chile y sus inmediaciones el año previo, según los sismólogos.

Sin embargo, esta ciudad de 9 millones de habitantes no está preparada para soportar un temblor grande. Con sus barrios densamente poblados, llenos de estructuras inestables y en los que escasean las estructuras capaces de responder a una tragedia de este tipo, ninguna otra metrópoli de la región luce tan vulnerable. El Instituto Nacional de Defensa Civil pronostica hasta 50.000 muertos, 686.000 heridos y 200.000 viviendas destruidas si Lima es sacudida por un temblor de magnitud 8.

"En la región sudamericana es la (zona) que más riesgos tiene en este momento", comentó el arquitecto Jorge Sato, director del Centro de Estudios y Prevención de Desastres (PREDES), un organismo no gubernamental financiado por OXFAM que trabaja para reducir la vulnerabilidad de Lima en caso de un terremoto.

"Este riesgo se produce no solamente por la destrucción que puede haber por el colapso de edificaciones, sino también por la paralización de la economía, de todo el sistema financiero y el mismo hecho de que habría dificultades para una respuesta adecuada en las situaciones actuales", agregó.

En Lima vive una tercera parte de la población de Perú. Es asiento del 70% de su industria, del 85% de su sector financiero y de la totalidad del gobierno central. Por allí pasa además el grueso del comercio internacional.

"Un terremoto como el de Santiago destruiría la economía del país", afirmó Gabriel Prado, el principal funcionario de Lima a cargo de la preparación para un temblor. El sismo de Santiago tuvo una magnitud de 8,8.

En Perú son frecuentes los temblores. Cada año se producen unos 170 que son sentidos por la población, de acuerdo con Hernando Tavera, director de sismología del Instituto de Geofísica, pero se avecina uno grande. El mismo choque de placas tectónicas que produjo el terremoto más fuerte jamás registrado, uno de magnitud 9,5 que sintió Chile en 1960, pasa frente a la costa de Lima.

Un temblor de magnitud 7,5 a un día de manejo de Lima, en la Cordillera Blanca, borró del mapa dos ciudades que fueron enterradas por deslizamientos de tierra y mató a 70.000 personas, incluidas 74 en la capital. En agosto de 2007 hubo otro temblor de magnitud 7,9 más cerca todavía, en Pisco, en el que murieron 596 personas.

En cualquier momento podría producirse un temblor en Lima o sus alrededores.

Más del 40% de los residentes de la capital viven en estructuras precarias o inestables, sobre terrenos arenosos o pantanosos, o en asentamientos sobre las colinas que rodean la capital, surgidos en tiempos recientes, a medida que los habitantes del interior le huyen a la pobreza y los conflictos armados. Miles de viviendas son de adobe, como las de la era colonial.

La mayoría de los países que corren peligro de sufrir terremotos tienen rigurosos códigos de construcción. En Chile, los ingenieros y constructores que no los respetan pueden terminar en la cárcel. Eso no sucede en Perú.

"La gente que construye con adobe construye como en el siglo XVII", comentó Carlos Zavala, director del Centro Japonés-Peruano de Investigación Sísmica y Mitigación de Desastres de Lima.

Los peligros ambientales complican más las cosas.

Lima se encuentra en una costa desértica y obtiene su agua de un solo río, el Rímac, que podría terminar bloqueado por un deslizamiento de tierra. El riesgo esta agravado por un relave lleno de metales pesados tóxicos de una mina desgastada que podría fracturarse y contaminar al Rimac, dijo Agustín González, un funcionario de PREDES asesorando al gobierno limeño.

También podría verse interrumpido el suministro de alimentos, que llega por una carretera de dos carriles que corre a lo largo del río.

El aeropuerto y el puerto marítimo de Lima —puntos de ingreso de eventual ayuda internacional— son igualmente vulnerables. Los dos se encuentran en el Callao, que según los sismólogos podría ser avasallado por un tsunami de seis metros (20 pies) si el temblor se centra frente a la costa, que es lo más probable.

La actual alcaldesa Susana Villarán es la primera jefa municipal que organiza programas de respuesta y de mitigación de un desastre para la eventualidad de un temblor. En realidad, estaba obligada por ley, ya que en febrero de 2011 fue aprobada una que exige a las municipalidades hacer esos planes. El trabajo, no obstante, no está muy avanzado.

"¿Cómo vamos a atender a los heridos? ¿Qué capacidad de respuesta tienen los hospitales? ¿Y los servicios básicos? Agua, energía, reservas de alimentos... No creo que estén abordando estos temas con la debida responsabilidad", manifestó Tavera, del Instituto Geofísico.

La mayoría de los lesionados tendrían que ser atendidos en el lugar donde los encuentre el temblor, pero la policía no está bien preparada para ofrecer primeros auxilios. Solo los 4.000 bomberos de Lima, todos ellos voluntarios, han recibido entrenamientos en primeros auxilios, lo mismo que un escuadrón de emergencia de la policía de 1.000 agentes.

Dado que los bomberos son voluntarios, las tareas de rescate dependerán un poco del momento en que se produzca un temblor.

"Si vas a una estación de bomberos a las 10 de la mañana, no hay casi nadie allí", expresó González, quien postula la creación de una fuerza de bomberos profesional.

Lima invertirá 2 millones de dólares en los dos próximos meses en las tres compañías de bomberos que sirven el centro de Lima, según Prado. Es su primera inversión directa en ese cuerpo en 25 años. El gobierno nacional, por su parte, invertirá 18 millones de dólares en 50 camiones de bomberos y ambulancias nuevos.

Pero, ¿adónde irán esas ambulancias?

Se cree que varios hospitales dejarán de funcionar si se produjese un terremoto grande.

Un estudio de la Organización Panamericana de la Salud de 1997 dijo que es probable que tres de los principales hospitales públicos de Lima se derrumben. No obstante, no se ha hecho nada para reforzar sus estructuras.

Además, no hay camas disponibles. Un solo hospital público, el María Auxiliadora, sirve a más de 1,2 millones de personas en el sur de Lima. Tiene apenas 400 camas, que están siempre llenas.

Los planes de contingencia de la ciudad contemplan el funcionamiento de hospitales en carpas a ser instalados en los parques de la ciudad, pero González dijo que apenas 10.000 heridos pueden ser atendidos en la actualidad.

El agua es otra preocupación.

La amenaza de incendios es seria en Lima, en refinerías y en barrios superpoblados con casas de madera y de adobe. Los bomberos con frecuencia no consiguen la presión suficiente para apagar incendios.

"Si sabemos que el sistema de abastecimiento formal va ser interrumpido, debemos de tener lugares donde se puede guardar agua no solamente para apagar incendios sino también para la distribución a la población", sostuvo Sato.

Pero la única empresa de servicio de agua potable y alcantarillado de la ciudad, Sedapal, no puede suministrar agua a una décima parte de Lima en los buenos tiempos.

Otra preocupación: Lima no tiene un centro de operaciones de emergencia y las redes de comunicaciones radiales de la policía, los bomberos y el Ministerio de Salud, que administra los hospitales municipales, funcionan en diferentes frecuencias. En otras palabras, no podrán comunicarse eficientemente.

Recientes campañas de prensa y tres ensayos de respuesta a terremotos y tsunamis realizados este año están ayudando a concientizar a la gente. La municipalidad ha invertido más de 77 millones de dólares en muros de retención y escaleras de cemento para ayudar a evacuar los barrios que más peligro corren en las laderas de las montañas, según Prado.

Sin embargo, queda mucho por hacer.

Los sitios que corren más peligro después del Callao, muy vulnerable a un tsunami, son barrios como Nueva Rinconada.

Se trata de una zona con paisaje lunar en las colinas del sur que resulta un imán para la gente pobre que viene del interior, quienes llegan a diario y levantan precarias viviendas en las laderas.

Ingenieros que inspeccionaron Nueva Rinconada dicen que sus sectores más altos son trampas mortales. La mayoría de los residentes lo saben, pero dicen que no tienen adónde ir. No tuvieron que pagar por sus lotes, aunque no tienen títulos de propiedad.

El agua llega en camiones tanque y 200 litros cuestan un dólar, pero no es potable y no se puede beber sin ser hervida antes. No hay servicios sanitarios y la gente cava sus propias letrinas. Las calles no tienen alumbrado. De noche, cuando baja la famosa neblina limeña, no se ve nada.

Las casas, de madera, adobe o estera, rara vez tienen las columnas y vigas que permiten resistir los movimientos tectónicos. Se asientan sobre cimientos de piedras llamados "pircas" que según los ingenieros se desmoronarán en caso de un temblor grande.

A los residentes de Nueva Rinconada se les ha dicho que probablemente quedarán librados a su suerte por tres o cuatro días en caso de un temblor fuerte. Tienen una reserva de agua, pero pocos saben de primeros auxilios.

Hace poco se construyó un muro de retención de cemento a una cuadra de la vivienda que ocupa Hilarión López, un líder comunitario de 55 años.

El muro tal vez evite que su vivienda se deslice por la ladera, pero no hay nada que impida que las casas o piedras de más arriba se vengan abajo y caigan sobre las de sus vecinos.

Lo que más le preocupa a López es que el temblor se produzca de noche.

"Si me agarra de día, correcto, pero ¿si me agarra de noche?", preguntó López. "¿Cómo veo a una piedra (que se desliza)? Ese es el problema que vivimos. De noche no se puede ver. No hay luz. Viene un 'pedrón' y barre con todo. En cambio de día uno sí puede salir a correr".



ROW

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