Editorial

Las vergonzosas cifras de la evasión tributaria en México

2013-01-10

Las cifras hablan por sí solas: mientras los países europeos y Estados Unidos...

David Márquez Ayala

Nunca deja de sorprender el número de beneficios que los ciudadanos esperan del estado en México: salud y educación gratis, transporte público subsidiado, gasolina subsidiada, agua potable y electricidad ídem, cultura y pistas de hielo con entrada liberada, y un largo etcétera, tan largo como las pretensiones de los mexicanos y su poca voluntad de contribuir a ese estado al que todo y de todo se le pide. Así, cada vez que alguien se siente defraudado por la calidad o el costo de un servicio provisto por el gobierno, no es raro escuchar reclamos acompañados de expresiones como "para algo pagamos nuestros impuestos" o "esto se financia con los recursos que aportamos todos los mexicanos". ¿Es tan así? ¿Tienen asidero en la realidad estos reclamos?

Una larga cultura de la evasión

Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), titulado "Tributación directa en América Latina: equidad y desafío. Estudio del caso México" da cuenta del atraso del sistema tributario mexicano, el cual en gran parte es regresivo, ayudando a incrementar las inequidades en la distribución del ingreso. Las conclusiones del informe son demoledoras, advirtiéndose varios aspectos que explican en gran medida el rezago de México y los demás países latinoamericanos en la agenda del desarrollo, y que explican en gran parte las diferencias que existen entre nuestras naciones y las del primer mundo.

En primer lugar, resalta el hecho que la carga tributaria de los países de la región es tremendamente baja comparada con la del mundo desarrollado, prevaleciendo los impuestos al consumo en detrimento de aquellos aplicados al patrimonio y a la renta personal, que son finalmente los que permiten la aplicación de políticas redistributivas. Las cifras hablan por sí solas: mientras los países europeos y Estados Unidos recaudan el 17% de su producto interno bruto (PIB) mediante impuestos a la renta y la propiedad, en América Latina este número llega a un magro 5.6%. Tan sólo los impuestos a la propiedad contribuyen al 3% del PIB de Estados Unidos, mientras en México esta cifra apenas se empina al 0.3%, la décima parte que en nuestro vecino del norte. En lo que respecta al IVA, en promedio los países latinoamericanos recaudan el 6.9% de su PIB por esta vía, número que desciende a un 4.2% en el caso de México, uno de los más bajos de la región. En total, este país capta el 20% de su PIB por la vía tributaria, mientras los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) obtienen en promedio el 36% de su producto interno por esta vía.  
 
Sin embargo, lo peor no es tanto la existencia de un sistema regresivo e ineficiente, sino más bien la altísima evasión que en él se produce, calculada entre un 35 y un 40 por ciento, cuando en naciones desarrolladas no sobrepasa el 15 por ciento. De acuerdo a un estudio del CIDE, la evasión del IVA en el país llega al 35%, número que se aumenta significativamente en el caso del ISR por actividades empresariales y profesionales, donde la cifra más conservadora, aportada por una investigación desarrollada por el COLMEX, indica una evasión de un 77%. La recaudación por arrendamientos no es mucho mejor, llegándose a márgenes de no pago cercanos al 70%. En lo que respecta a la renta empresarial, la evasión fiscal varía ente un 26 y un 40% de acuerdo al estudio que se consulte, mientras que en el caso de los asalariados el porcentaje de evasión fluctúa ente un 5.8 y un 15%.

A decir verdad, estas tristes cifras no tienen nada de anormal en un país donde, de acuerdo al Servicio de Administración Tributaria (SAT), sólo tributan 18 de los más de 43 millones de personas que componen la población económicamente activa (PEA). Un análisis rápido diría que gran parte de la responsabilidad la tiene el comercio ambulante, lo que no deja de ser cierto. Sin embargo, un estudio del Tecnológico de Monterrey señaló que en México la evasión de las grandes empresas supera de manera significativa a la del comercio informal. Así, se estima que en un solo año las grandes empresas evaden el pago de alrededor de 60 mil millones de pesos, mientras que en el mismo período la actividad de los ambulantes significa una merma aproximada en las arcas fiscales de aproximadamente 5 mil 500 millones de pesos (cifras /2008).

¿Qué se puede hacer entonces?

Está claro que el panorama presentado no debiera poner orgulloso a nadie, salvo a Mandrake el contador, amigo de muchas de las empresas y personas que son capaces de recurrir a cualquier artilugio con tal de no pagar impuestos. Es claro que a nadie le gusta hacer esto, ni aquí ni en Finlandia ni en China pero, en los países desarrollados, finalmente prima la conciencia de que sin la contribución y compromiso de todas las empresas y personas resulta prácticamente imposible surgir como país.

Para superar la actual situación, urge antes que nada hacer una profunda revisión al sistema de recaudación fiscal, enfocándolo en el patrimonio y la renta de las personas y empresas, y no tanto al consumo, que es la mejor manera de no castigar a la población de más bajos recursos con estructuras impositivas que terminan siendo un lastre más que una ayuda. Por otro lado, urge modernizar el sistema de recolección y fiscalización, haciéndolo más transparente, simple y desburocratizado, características que siempre ayudarán a evitar la evasión tributaria. Por último, y tal como sugiere David Márquez en su artículo citado, una medida más que aconsejable sería la descentralización fiscal, dando más atribuciones a municipios y estados para fijar y colectar sus propios impuestos, sin mayor injerencia del gobierno central. Al respecto, vale la pena señalar que aquí en México sólo el 2.1% de la captación tributaria es realizada por los estados, mientras los municipios captan apenas el 1.1%.

Reformas puede haber muchas, pero la principal debe estar al interior de las personas, que tienen que entender que la evasión no es sólo un delito, sino además demostración manifiesta de nulo compromiso con el país. Como para pensarlo antes de exigir mucho por parte del estado.
 
* Radiografía Fiscal de México, 29 de diciembre de 2008



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