Internacional - Política

Venezuela: Maduro, victorioso pero debilitado

2013-04-16

Según los datos

Carlos Chirinos,  BBC Mundo

La diferencia en los comicios entre Maduro y Capriles fue menor de lo pronosticado.

Las elecciones presidenciales en Venezuela ratificaron lo que ya se sabía: que el país está polarizado, electoralmente separado en dos mitades enfrentadas con fuerzas equiparables. Estos comicios dibujaron un nuevo cuadro cuyo manejo será crucial para la estabilidad de la nación sudamericana.

La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Tibisay Lucena, proclamó este lunes a Nicolás Maduro como presidente electo para el periodo 2013-2019, pese a que el opositor Henrique Capriles exigió que se suspendiera la proclamación hasta que se llevara a cabo un nuevo recuento de los sufragios.

Según los datos "irreversibles" ofrecidos por el CNE el domingo, el heredero político de Chávez, Nicolás Maduro, obtuvo el 50,06% de los votos frente al 49,07% de Capriles.

En los seis meses trascurridos desde la resonante victoria de Chávez frente a Capriles por una diferencia del 11%, el chavismo perdió casi 700.000 votos, la misma cantidad que ganó la oposición en una transacción electoral que indica que el prestigio del líder bolivariano y sus votos no eran directamente transferibles.

El gobierno se topa ahora con el nuevo panorama: la oposición envalentonada por una derrota que sabe a victoria y la erosión del liderazgo que Maduro heredó de Chávez dentro del gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).


Dialogar para gobernar

Estas nuevas características de la dinámica venezolana podrían forzar a los actores políticos a hacer algo que casi no se ha hecho en estos 14 años de hegemonía revolucionaria: abrir un diálogo que garantice la gobernabilidad.
 
El resultado de las elecciones del domingo muestra a una Venezuela polarizada

Los opositores lograron un notable e impensado avance en circunstancias extraordinarias, con una brevísima campaña a la sombra de la memoria del líder desaparecido y bajo el efecto emocional del funeral de Chávez.

Pero con el liderazgo nacional de Capriles consolidado, el gobierno bolivariano tiene por primera vez un interlocutor fuerte del lado de la oposición.

Además, la plataforma unitaria opositora, la Mesa de la Unidad, obtuvo más votos que el gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lo que lo convierte en posible germen de una organización unitaria permanente al estilo de la Concertación de Chile, que controló el poder tras la salida del general Augusto Pinochet.

"La revolución queda eliminada porque tú no le puedes imponer a la mitad del país un modelo que rechaza", dijo a BBC Mundo el exparlamentario opositor Juan José Molina, quien hasta 2006 era partidario del proyecto político del presidente Chávez.

Para Molina, el "triunfo pírrico" del gobierno obliga a Maduro "a no seguir excluyéndonos de las decisiones importantes porque Henrique (Capriles) tiene un arma fundamental en la que apoyarse que se llama pueblo".

"Si Maduro quiere llevar un país por el camino de la democracia y del entendimiento tiene que sentarse con la oposición para que lo ayude a dirigirlo. Si no, en menos de seis meses lo va a tener 'embochinchado' (complicado)", considera Molina.

Sin embargo, ese respaldo numérico no se refleja en la distribución de las cuotas de poder en las instituciones venezolanas -como el Tribunal Supremo o la Asamblea Nacional y hasta la crucial industria petrolera PDVSA- controladas por funcionarios considerados cercanos al ejecutivo.


Gobernabilidad a futuro

El que la oposición ganara 700.000 votos, la misma cantidad que perdió el chavismo con una participación similar a la de octubre, sugiere que por primera vez los votos del gobierno migraron al otro sector.

Pero la actitud de Capriles de no reconocer la victoria de Maduro y exigir un reconteo del 100% de las mesas, si bien le gana apoyo y respeto entre los opositores, frustrados por la nueva derrota, podría comprometer en lo inmediato la gobernabilidad del país.

Ya no se trataría sólo de facciones que no dialogan, sino de sectores que además no se reconocen como legítimos.

Son potencialmente perversos los efectos de entrar en un largo proceso de revisión y eventual impugnación de resultados electorales, algo que podría meter al país en un nuevo suspenso agravando la parálisis vivida con los días finales del presidente Chávez.

En un país que en los últimos tiempos ha estado esperando "desenlaces" para conocer su suerte definitiva, ya Capriles pareció decretar una nueva etapa de provisionalidad con ese "mientras tanto" que le endilgó como condición de arranque al nuevo gobierno de Maduro.


Chavismo sacudido

Dentro del PSUV, su estrecha victoria debilita la figura de Maduro como "heredero de Chávez" y evidencia las limitaciones del campo "revolucionario" sin la figura de su líder máximo.

"A nosotros nos corresponde gobernar con el pueblo. Revisar y rectificar donde haya que hacerlo. Y cumplir el Programa de la Patria" escribió en su cuenta Twitter el vicepresidente Jorge Arreaza.

El exministro de comunicación Andrés Izarra escribió en la misma red social: "Hoy tenemos patria. Se impone una revisión y reinvención de la política en el campo revolucionario, pero siempre en unidad".

Para Maduro eso podría traducirse en un eventual cuestionamiento de su control sobre el aparato partidista y la erosión de su liderazgo frente a otras facciones de poder.

Mucho se ha hablado del llamado "sector militar", que encabezaría el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y las aspiraciones de otros líderes de dirigir el proyecto heredado de Chávez.



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