Summum de la Justicia

Seguridad

2013-05-27

A la vez, las agencias de seguridad nacional, en el contexto de la guerra contra el terror,...

David Brooks, La Jornada

La CIA se ha convertido en un "servicio paramilitar", donde más de la mitad de los agentes que ingresaron después de 2001 se dedican exclusivamente a operaciones militares de la "guerra contra el terror", reporta el New York Times. La agencia de inteligencia se ha encargado de realizar cientos de ataques con drones, las aeronaves a control remoto que se han vuelto el arma moderna más destacada de la política bélica del gobierno de Barack Obama. Además, la CIA tiene ahora estaciones grandes en Kabul y Bagdad, con cientos de agentes clandestinos en lo que se sigue considerando "zonas de guerra".

A la vez, las agencias de seguridad nacional, en el contexto de la guerra contra el terror, también contemplan a Estados Unidos como posible terreno de operaciones "enemigas", y halcones de esta guerra señalan que, a pesar de sucesos trágicos como los de Boston, varios complots han sido frenados dentro de este país gracias, dicen, a las operaciones clandestinas para rastrear, vigilar y atacar a posibles "terroristas". No por nada se ha multiplicado el uso de cámaras de vigilancia por todas partes: metros, bancos, calles, edificios importantes y más. De hecho, hace unos años, la empresa de moda Kenneth Cole usó este hecho para su campaña de publicidad, al recordar que un ciudadano es fotografiado en promedio 75 veces durante un día, y sugiere que uno por lo menos "se vea bien" ante esta situación.

En tanto, la vigilancia oficial de comunicaciones personales –teléfono, correo electrónico redes sociales y más– continúa ampliándose. El escándalo que estalló recientemente con la revelación de que el Departamento de Justicia, al investigar posibles filtraciones de información "secreta" por funcionarios oficiales, obtuvo de manera clandestina los registros de comunicaciones telefónicas de unos 100 periodistas y editores de la principal agencia de noticias del país, la Associated Press, es sólo un ejemplo de la nueva "vigilancia" cuyo alcance y dimensiones son secretos.

Todo esto se justifica por una "amenaza" constante que proviene de afuera, pero que ya está aquí dentro: la creación de una fuerza paramilitar, los ataques con drones que en esencia son misiones de asesinatos internacionales a control remoto, el espionaje en todos los rincones del mundo y dentro de Estados Unidos. Aun los errores de inteligencia (incluidas miles y miles de vidas en "daños colaterales") son interpretados con esta justificación de que Estados Unidos hace lo necesario para su "autodefensa", como dijo Obama la semana pasada, ante ese enemigo que quiere hacer daño a todo estadunidense. Todo para defender la "libertad" mundial y al mismo guardián autoproclamado de ese mundo: Estados Unidos.

Ante este ambiente de amenaza permanente –algo que se nutre a diario por los políticos, las autoridades, los medios, los "expertos" y toda una industria de relaciones públicas dedicadas a esto–, la sensación es de un país bajo sitio.

Eso favorece todo tipo de intereses aquí, como, por ejemplo, a los defensores del "derecho" sagrado a las armas. Wayne LaPierre, principal vocero de la Asociación Nacional del Rifle, insiste en que si todos los ciudadanos estuvieran armados se podrían detener actos como los que ocurrieron en el maratón Boston, y que el intento de controlar ese derecho es nada menos que una amenaza a la libertad. En la lucha contra el control de armas, insistió recientemente en la convención de esa poderosa agrupación, "tenemos una oportunidad de asegurar nuestra libertad por una generación, o perderla para siempre".

Mientras tanto, hace días se dio la noticia de que un niño de 5 años había disparado y matado a su hermana de 2 años de edad. Peor aún, había utilizado su propio rifle, uno de calibre .22 manufacturado justo para niños, que le habían regalado por su cumpleaños, y que se comercializa con el lema "mi primer rifle". El sector de menores de edad ha sido uno de los de mayor crecimiento en la industria de armas de fuego, se reporta, ya que en muchos estados no hay leyes que impongan un límite de edad para los usuarios.

Pero ante las amenazas, aun las representadas por los que realizan matanzas de estudiantes y maestros en escuelas, como en Connecticut, Colorado, Oregón y tantos lugares más, todo intento por reducir o limitar las armas, y por supuesto, las guerras, es considerado no sólo antipatriótico, sino hasta de traición.

En la investigación y acción penal contra cualquiera que se atreva a poner ante la luz los secretos oficiales necesarios para llevar a cabo estas guerras de sombras resalta, por supuesto, el caso de Wikileaks, con el juicio del soldado Bradley Manning programado para principios de junio, acusado de, entre otros cargos, "ayudar al enemigo" al hacer públicos secretos sobre las guerras de Estados Unidos. Varios funcionarios y periodistas más están bajo investigación por filtrar información "oficial" secreta al público, con las mismas acusaciones; de hecho, ningún otro gobierno en la historia moderna del país ha realizado tantas investigaciones en este rubro que el de Obama.

Y quien se oponga públicamente también es sospechoso y tiene que ser castigado. Hace unas semanas, Megan Rice, una monja de 83 años, fue condenada penalmente, junto a Michael Walli, de 64, y Greg Boertje-Obed, de 56, por "invasión de una instalación nuclear", con lo que enfrentan una posible sentencia hasta de 20 años de cárcel. Su delito: el ingreso de los tres activistas de paz a la única instalación del país donde se almacenan armas convencionales radiactivas, donde rociaron sangre humana como símbolo de la sangre que corre en las guerras (nunca llegaron cerca del material nuclear). Rice comentó al jurado, poco antes de ser condenada, que sólo se arrepiente de no haber realizado más acciones directas en sus primeros 70 años de vida.

¿Por qué será que uno se siente tan inseguro con tanta seguridad?

 

 

 

 


POKER DE ASES
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Vampiros golondrinos


Carlos Fernández-Vega, La Jornada


Como parte de la novela rosa sobre la "sólida" economía nacional, de tiempo atrás y desde el púlpito oficial se narra que la llegada masiva de los llamados capitales golondrinos ("inversión de cartera" en términos técnicos) no sólo beneficia al país, sino que refleja la "enorme confianza" que los inversionistas foráneos tienen "en México y sus instituciones". En los hechos, tal arribo muestra la voracidad de las empresas privadas que manejan tales fondos y su enorme capacidad de succionar –cual viles vampiros "modernos"– las arcas del país.

Sólo en el primer trimestre de 2013 los capitales golondrinos que –con el fin descrito– arribaron al país, sumaron casi 14 mil millones de dólares, cerca de tres veces más de lo que oficialmente se registró como inversión extranjera directa (la productiva), aunque de esta última no llegó ni un dólar nuevo, es decir, se estructuró con reinversión de utilidades (obtenidas aquí) y cuentas entre compañías.

Cómo estará el panorama que hasta el propio gobernador del Banco de México, Agustín Carstens (uno de los grandes promotores de la citada novela rosa), se vio en la penosa necesidad de advertir públicamente, hace un mes, que "la normalización de las condiciones monetarias en economías avanzadas puede tener repercusiones importantes para la economía mundial y, por consiguiente, para la de México. En particular, puede propiciar una reasignación masiva de inversiones a nivel global y dar lugar a una reversión súbita de los flujos de capital que han llegado a las economías emergentes. Existe el riesgo de que ante un eventual retiro del estímulo monetario se produzca una reversión en los flujos de capital, lo cual puede tener importantes consecuencias sobre la estabilidad financiera y la actividad económica".

Pues bien, la "solidez" mexicana padece no sólo el embate de los capitales golondrinos y la caída en los flujos de inversión foránea productiva (cuando menos así la presumen), sino la permanente fuga de capitales mexicanos, propiedad de mexicanos y obtenidos aquí, de tal suerte que el país registra tres grandes huecos en su balanza de pagos, por mucho que la autoridad se niegue a reconocer que eso de la "confianza en México y sus instituciones" no pasa de ser un pésimo eslogan propagandístico.

La tecnocracia autóctona se retuerce cuando se utiliza el término "fuga" (la embellece con la palabra "exportación") de capitales, pero lo cierto es que los barones nacionales han hecho de la citada "exportación" su deporte preferido. En el balance inmediato, entre enero y marzo de 2013, la llegada de capital foráneo (entre los golondrinos registrados y la IED que sólo arribó para efectos contables) sumó alrededor de 19 mil millones de dólares, pero la "exportación" de capital mexicano se aproximó a 21 mil millones de billetes verdes.

Cierto es que nada legalmente prohíbe la "exportación" de capitales mexicanos, pero cuando menos a sus dueños sí se les podrían reclamar cuestiones éticas (un verdadero sueño guajiro tratándose de los barones autóctonos) o cuando menos un mínimo compromiso con el país que les ha permitido acumular (no sin la decidida colaboración gubernamental) sus fortunas de ensueño, toda vez que México está urgido de inversión productiva y generación de empleo formal, de crecimiento y desarrollo. Pero esos dineros, generados en México, les han servido para financiar actividades productivas en terceras naciones y/o para especular "golondrinamente" en los mercados internacionales.

No cabe duda que para los barones mexicanos la "confianza en el país y sus instituciones" no sólo se traducido en, como decíamos, fortunas de ensueño y supremacía en la toma de decisiones políticas y económicas, sino en una creciente fuga ("exportación") de capitales que en lo que va del siglo XXI acumula un saldo cercano a 230 mil millones de dólares, todos ellos generados internamente, pero utilizados para crear empleo fuera del país, estimular la economía allende nuestras fronteras y, desde luego, aumentar sus de por sí voluminosas fortunas e influencias. ¿Y México? Sólo una fábrica de billetes de "exportación".

Como bien ha documentado La Jornada (Roberto González amador), "en los 12 años en que el Partido Acción Nacional gobernó el país (de diciembre de 2000 a noviembre de 2012) la transferencia de recursos al exterior sumó 210 mil 800 millones de dólares. De ellos, empresas y ciudadanos mexicanos enviaron a cuentas bancarias 58 mil 424 millones de dólares; otros 93 mil 870 millones de dólares fueron utilizados por nacionales para realizar negocios fuera de México; el resto está clasificado bajo el rubro de ‘otros'". Así es: en la docena trágica, "exportaron" alrededor de 18 por ciento del producto interno bruto, una verdadera sangría económica para el país que a cambio nada recibió.

Con Vicente Fox en Los Pinos, la citada "exportación" sumó 50 mil 226 millones de dólares (siempre de acuerdo con la información del Banco de México), a razón promedio de casi 23 millones de billetes verdes por día. Con este personaje en la residencia oficial, la economía "creció" 2.3 por ciento como promedio anual y apenas si se generaron menos de un millón 160 empleos formales (eventuales 23 por ciento de ellos).

Llegó el inenarrable Felipe Calderón, y la "exportación" de capitales sumó 161 mil millones de dólares en el sexenio, más de tres veces superior al registro foxista en el mismo renglón, a razón diaria de 73.5 millones. El promedio anual de "crecimiento" económico a duras penas llegó a 1.8 por ciento, y oficialmente en el sexenio se generaron 2 millones 2.26 millones de empleos formales (eventuales 30 por ciento de ellos).

La fuga ("exportación") de capitales fue espeluznante en los tiempos panistas, pero el gobierno no movió un dedo (el Congreso menos) para contener la sangría, siempre en aras de la "libertad empresarial", aunque el país pague por los platos rotos.

Así, de mantenerse la tendencia registrada en el primer trimestre del presente año, la citada "exportación" podría cerrar 2013 con un saldo cercano a 85 mil millones de dólares (para redondear casi 300 mil millones de billetes verdes en lo que va del nuevo siglo). El problema se agudiza cuando la autoridad financiera comienza a preocuparse, tardíamente, por las "repercusiones importantes" de la salida de capitales, pero sólo en el renglón de los golondrinos, porque lo demás, según ella, es lo de menos.

Entonces, nadie se sorprenda de los "catarritos" por venir.

Las rebanadas del pastel:

Un apretadísimo y solidario abrazo para Lilia Rossbach y toda su familia, por el lamentable fallecimiento de nuestro querido Chema Pérez Gay, uno de los pilares fundacionales de nuestra casa editorial.



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