Cartas Abiertas

López Dóriga, D'Artigues y Camarena escriben sobre el caso Góngora Pimentel

2013-05-30

La enfermedad que padecen los pequeños es autismo y, según el ministro, alguna vez...

Los periodistas Joaquín López Dóriga, Katia D'Artigues y Salvador Camarena analizaron en diferentes columnas el caso del ex presidente de la Suprema Corte, Genaro Góngora Pimentel, luego de que fuera revelado en la primera emisión de Noticias MVS.

Se reproducen fragmentos de las columnas reproducidas en Milenio Diario, El Universal y Sin Embargo.

"Góngora, un prestigio al retrete".-

Joaquín López Dóriga (fragmento)

El que se está abandonando es él mismo.
Florestán

Conocí a Genaro David Góngora Pimentel en la universidad y siempre lo admiré. Luego seguí sus pasos por el Poder Judicial hasta que llegó a la Corte, que presidió.

Por eso no entiendo esta última parte de su vida.

Todo comenzó con una relación amorosa, en lo que está en todo su derecho, pero aprovechando su posición en la Corte y violando la ley, metió a su pareja a trabajar en su oficina, en donde tuvo tres cargos y procreó dos hijos.

Luego rompió con ella y llevó el asunto a niveles que nunca le creí: meterla a la cárcel, acusada de fraude, donde permanece desde el 7 de junio del año pasado.

Antes, el 6 de septiembre de 2011, la juez segundo de lo familiar, Miriam Olimpia Lozano, lo había condenado a pagar una pensión de 50 mil pesos a sus dos hijos, el 35 por ciento de sus ingresos, el que percibe es de 375 mil pesos mensuales. Apeló y el magistrado Juan Luis González Alcántara y Carrancá, de la cuarta Sala de lo Familiar, la redujo a la mitad.

Y Góngora dio esta lista de ropa que debe proporcionar a sus hijos cada seis meses: tres trusas, tres pares de calcetines, un par de zapatos y otro de tenis, un sweater, una chamarra, 4 pantalones y dos playeras.

Y para comer a la semana: tres kilos de carne, dos de pollo, siete kilos de tortillas, 14 litros de leche, dos kilos de papa, uno de arroz, otro de frijol y otro de azúcar; un litro de aceite y ¡medio kilo de cebollas! 200 pesos de fruta y 300 para gas.

Lo que más indigna es el argumento con el que eliminó el rubro diversión: ya que por su edad y su propia enfermedad, mis dos menores hijos se ven imposibilitados para divertirse.

La enfermedad que padecen los pequeños es autismo y, según el ministro, alguna vez faro de luz, eso les imposibilita divertirse y por lo que les canceló ese gasto en la pensión. ¿Cuánto se habrá ahorrado?

La verdad es que me resulta decepcionante que a estas alturas de su vida, Góngora Pimentel, presidente que fue de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, haya tirado su prestigio al retrete… (continúa).

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"Pide perdón pero la deja en la cárcel".-

Joaquín López Dóriga (fragmento)

Para defenderte no argumentes en tu contra.
Florestán

Cuando el abogado defensor de Ana María Orozco Castillo, pareja sentimental del ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Genaro Góngora Pimentel, denunció que la tiene en la cárcel por un supuesto fraude genérico y denunció el tráfico de influencias del ministro jubilado, el mundo se le empezó a caer en pedazos.

Así se supo de la ruindad del ex presidente de la Corte, capaz de encarcelar a su pareja mediante influencias, reducir la pensión a sus dos pequeños, recortar los gastos en diversión porque dice que por su edad y su propia enfermedad (padecen autismo) mis dos menores hijos se ven imposibilitados para divertirse, lo que es indignante y lo retrata.

Al impugnar lo elevado de la pensión, 122 mil pesos mensuales, sostuvo que la juez debió tomar en cuenta que la casa donde vivían sus hijos está en una zona popular, un estatus social medio bajo, y no decidir la pensión matemáticamente.

En la carta que envió a Carmen Aristegui, acabó de hundirse.

Tras decirle que por su salud y avanzada edad, 75 años, no ha podido acudir a su programa, asegura: nunca tuve el afán de afectar a Ana María, ni mucho menos a mis menores hijos David y Ulises, reconozco que me dejé llevar por mis emociones y el desconcierto.

Luego elogia a Carmen, cita a Benedetti y deja dos últimos párrafos:

En un acto de sinceridad y de conciencia, yo, Genaro David Góngora Pimentel, ofrezco disculpas a la madre de mis hijos, a su familia, a mis pequeños Ulises y David (si en algo les he fallado), apunta entre paréntesis.

Y concluye:

Aprovecho tu programa para reiterar la invitación a Ana María para que en el momento procesal oportuno se reincorpore al hogar con nuestros hijos y les brinde toda la atención, el amor, el cariño y comprensión que ellos merecen.

La verdad es que es una desvergüenza que reitere la invitación a su pareja a reincorporarse a su hogar pero en el momento procesal oportuno. Mientras tanto, que siga en la cárcel… (continúa).

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"Góngora: el ministro ‘progre' que ocultó a sus hijos con autismo".-

Katia D'Artigues (fragmento)


La mañana del pasado viernes, se dio a conocer la postura del ministro en retiro, Genaro Góngora Pimentel en una carta enviada a Carmen Aristegui.

En ella, manifiesta que por motivos de salud no acudió a la cabina para dar a conocer su postura respecto a la acusación en su contra. También refiere a que ?nunca tuvo el afán de afectar a Ana María ni mucho menos a mis menores hijos David y Ulises, reconozco que me dejé llevar por mis emociones de desconcierto por la situación en que en ese momento mis hijos vivían al lado de su señora madre?.

Esta semana, el noticiario de Carmen Aristegui en MVS Radio lanzó una bomba informativa que tiene múltiples repercusiones: judiciales, de posible impunidad y tráfico de influencias, de la desventaja de las mujeres que por cualquier razón deciden divorciarse o ser madres solteras y el tema de la ?pensión? de sus hijos, un derecho que tienen los niños, niñas y adolescentes? y como ?cereza? del pastel, de qué manera prevalecen los estereotipos ?hasta legales–con respecto a personas con discapacidad.

Un reportaje de Juan Omar Fierro esta semana le quitó la careta a un hombre al que muchos consideraban (me parece que ya hay que ponerlo en pasado) como uno de los ministros de la Suprema Corte de Justicia ?progres? del país, un férreo defensor de la infancia ?como recientemente quedó para la historia en el caso de la Guardería ABC– y de otros casos difíciles a los que no cedía por su ?conciencia?.

Un hombre, además, paradójicamente ligado a la izquierda progresista (así se definen ellos) que en público decía una cosa sobre derechos y en corto ?se documenta, no invento?quería hacer valer otros.

Un hombre sin duda brillante e informado que, entre otras cosas se enteró y debió de conocer de múltiples tratados de derechos humanos que nuestro país firmó y estaba obligado a contemplar paradigmas (de la mujer, de los niños, Y de las personas con discapacidad) que NO está en sus argumentos personales para negar una pensión para dos hijos con autismo. Además de que se deja ver ? en documentos judiciales?como una persona discriminatoria.

Permítanme un comentario editorial personal. Yo lo conocí y seguí como reportera, comí varias veces con él: siento una inconmensurable decepción, ¡que grandísima hipocresía! Y además, como mamá de un niño con discapacidad, la neta: qué poca madre. O más bien dicho: qué poco padre es… (continúa).

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No es "cosa de viejas"

Por: Salvador Camarena

En dos de los principales temas noticiosos de la semana pasada estuvo presente la violencia en contra de las mujeres. Estoy hablando, por supuesto, de la violencia en contra de la hija del director del Cisen a manos –nunca mejor dicho– del nieto del Procurador General de la República, y de la violencia de Genaro Góngora Pimentel en contra de la madre de dos de sus hijos, a quien mediante influencias y otras malas artes tiene en la cárcel hasta el día de hoy. Los detalles de cada uno de esos casos son ampliamente conocidos. Sin embargo, llama la atención la poca solidaridad que prominentes mujeres han mostrado ante estos hechos, en particular hablaré aquí sobre la víctima del ex ministro.

En México, los ex maridos (casi siempre son hombres los que incurren en esa conducta) que no cumplen las obligaciones con sus hijos pagan nulas consecuencias por esa falta a la ley. ¿Es necesario cambiar la legislación para que eso se corrija? No. Lo que se requiere es una transformación social que involucre tres cosas: la solidaridad entre mujeres, la creación de mecanismos efectivos de soporte legal para quienes sufren el incumplimiento (para prevenir entre otras cosas la confabulación de jueces y abogados contra ellas), y una real y colectiva toma de conciencia para que, además, los incumplidos enfrenten un costo social si abandonan sin más a sus hijos.

Demasiadas mujeres quedaron a deber la semana pasada con el caso Góngora. ¿Escucharon ustedes al respecto al Instituto de Mujeres del Gobierno del Distrito Federal –bajo cuyas leyes fue procesada esta mujer–? ¿O a la Senadora Alejandra Barrales, quien como asambleísta promoviera la legislación para castigar a padres incumplidos? Ahora no tuiteó ni dijo mayor cosa. ¿O a Maricela Contreras, la hoy delegada en Tlalpan pero versada luchadora por derechos de las mujeres? El mutis que hicieron hace pensar que su solidaridad está del lado de su compañero de armas, el ex ministro Góngora, y no con la víctima.

Y menos mal que el tema Góngora lo reveló y desveló Carmen Aristegui, de otra manera no habría faltado la voz "de la izquierda" que viera en ese tema un complot de la derecha.

Porque si quien abusa es alguien "cercano" a la causa, como se supone que es Góngora para la izquierda, con mayor razón las luchadoras por los derechos deberían explotar el asunto para que se avance en la agenda del cumplimiento de los derechos, dando muestra de que urge rechazar la conducta indebida venga de donde venga.

Pero la falta de solidaridad fue evidente más allá de la izquierda del PRD: ¿dónde estuvieron la semana pasada Patricia Mercado, Patricia Olamendi, Rosario Robles, Marta Lamas, etcétera? De las pocas que se hicieron escuchar en este tema fueron la Diputada Malú Micher (PRD), y las senadoras Angélica de la Peña (PRD) y Marcela Gómez (PAN).

Si las mujeres –todas, no sólo las que están en posiciones de poder– no reclaman por el derecho de otras, nunca terminará la desigualdad. Será el triunfo de la visión machista, de esa cultura que hoy sin decirlo abiertamente sigue, en los hechos, considerando estos casos como "cosa de viejas". Los Góngora existen porque hay hombres que los solapan… pero también porque quizá las mujeres podrían ayudarse más entre sí.

La Senadora Barrales publicó en Milenio que 67% de las madres solteras no recibe la pensión alimenticia debida. Anuncia que quiere que se creé el Registro Nacional de Deudores Morosos, parecido al que gracias a su iniciativa existe ya en el Distrito Federal. Pero hay que recordar que el problema no acaba con ese registro (si quieren revisar un trabajo donde se expone la poca efectividad de ese mecanismo, que es una buena idea pero se queda en eso, leer "Cuando los padres se divorcian de los hijos", de Paula Chouza, reportera de El País. Ahí, Chouza pone en letras algo que por sabido no es menos grave: los padres no pagan y la ley, incluida la del DF, es buenísima en teoría y pésima en la realidad).

En nuestra sociedad ni los amigos, ni los compadres, ni compañeros de trabajo, ni socios, ni iglesias, ni nadie hace el feo a quien no cumple las consecuencias de su paternidad (insisto se trata casi siempre de hombres). Al irresponsable se le tolera su machismo; incluso si atropella los derechos de su hij@ no tiene qué preocuparse: su círculo social, y más el familiar, le alcahueteará su conducta.

Por si fuera poco la madre que se atreve a desafiar a un hombre en desacato pasará grandes fatigas: debe no sólo buscarse un buen abogado sino lidiar con cada vericueto de nuestra justicia. Por el costo del proceso legal, y por el tiempo que este implicará, son muchas las mujeres que no pueden darse el lujo de emprender una demanda para que se respeten sus derechos. Carecemos de efectivos mecanismos legales de apoyo para ellas.

Por tanto se entiende que los hombres la tengan fácil al desentenderse de sus obligaciones legales. Ahí está también el caso de la chica Ímaz: su valor para denunciar en público el maltrato fue avasallado por todo el aparato machista. Su reclamo fue estéril. ¿O deberíamos decir contraproducente? Pues si ni ella obtuvo justicia, ¿qué podrá esperar una ciudadana cualquiera? Avanza la impunidad. El caso Góngora no agravió a diversas figuras femeninas de nuestra sociedad. No lo suficiente para convertir ese asunto en un "hasta aquí". Quién sabe por qué. De seguir las cosas así, los dos casos de la semana pasada habrán sido totalmente en vano, habremos perdido la oportunidad de corregir a partir de esas tragedias, aunque fuera un poco, la falta de cumplimiento de los derechos de mujeres y de menores. Y las principales responsables de eso, por desgracia, serán las mujeres. Pues los que incumplen, es decir los hombres, son los menos interesados en que esto cambie.

 



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