Sin Vergüenza

La mezquindad de Góngora Pimentel

2013-05-30

Cinco meses después de la denuncia, a velocidad inaudita comparada con el manejo...

Manuel Ajenjo, El Economista

El caso fue develado por Carmen Aristegui hace una semana y exhibe un asunto más sobre el uso y el abuso del poder. Esta vez, está involucrado don Genaro David Góngora Pimentel, prestigiado personaje dedicado, públicamente, a la administración de justicia; y según se ha sabido, un miserable en su vida personal.

En el 2003, el entonces Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación conoció a Ana María Orozco Castillo, con quien inició una relación amorosa. Tuvieron dos hijos, David y Ulises -actualmente de siete y cinco años de edad-, diagnosticados como autistas.

En el 2009 la relación se rompe y don Genaro, para entonces exministro, con una pensión vitalicia mensual de 350,000 pesos, hace alarde de magnificencia y le da a la madre de sus hijos 2 millones 300,000 pesos para que comprara una casa. Ésta decide construir una y para tal fin, adquiere un terreno en Xochimilco.

En el 2011, la señora Orozco exige una pensión alimenticia. Una juez ordena descontar 35% de los ingresos del exministro. La defensa de Góngora Pimentel apeló, y por medio de un gran amigo de don Genaro, el magistrado Juan Luis González Alcántara Carrancá, se ordena reducir la pensión a 50,000 pesos mensuales. La señora se inconforma. Góngora Pimentel presenta una denuncia contra ella por supuesto fraude: la señora puso a su nombre la vivienda familiar y no a nombre de los hijos, menores de edad y con el padecimiento que ya se dijo.

Cinco meses después de la denuncia, a velocidad inaudita comparada con el manejo paquidérmico de la justicia mexicana, la jueza penal del Distrito Federal, Nelly Ivonne Cortés, ordenó la aprehensión de Ana María por el delito de fraude genérico el 24 de mayo del 2012. Con una rapidez digna de mejor causa, dos semanas después, el 7 de junio del año pasado, Ana María ingresó al penal de Santa Marta Acatitla, donde permanece hasta el día de hoy.

De padre a padre

Yo soy padre de un autista. Como tal sé, en primerísimo lugar, que una persona con ese padecimiento necesita del auxilio, ayuda y amor de una madre. Así ha sido el caso de mi hijo, el cual ha tenido la inmensa fortuna de contar con una madre que antepone su descanso elemental por el cuidado de nuestro hijo.

Por él se hizo terapeuta en autismo y ha sacrificado su vida social por su bienestar.

He leído cosas terribles del señor Góngora, quien para sólo dar 12,818 pesos mensuales como pensión por cada uno de sus hijos -sus acreedores alimentarios, los llama-, ha argumentado "el estatus social medio bajo" de éstos, por vivir en Xochimilco. Fue para lo que alcanzó la generosidad paterna.

Pero donde don Genaro demostró carencia de conocimientos y de progenitora fue cuando pidió excluir de la mensualidad cualquier gasto por concepto de diversiones al argüir que los autistas "se ven imposibilitados para divertirse". ¡Por favor! Mi hijo Emilio no hay una semana en que no vaya al teatro y/o al cine. Patina en hielo. Una vez por semana nada. Tiene gran facilidad para tocar el piano -ahora mismo lo está tocando-. Ha asistido a muchas sesiones de equinoterapia y a otras tantas de neuroequilibra. Ha podido superar el bullying escolar y gracias a las adecuaciones curriculares que Alicia, mi mujer, su amorosa madre, investigó para enterarse de su existencia y de la manera de hacerlas, ha avanzado académicamente.

Qué falta de calidad humana demuestra el que fuera Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación cuando a nivel de mercachifle manifiesta que sus hijos sólo consumen mensualmente 4,000 pesos en comida. Parece toda una señora de la casa al saber los precios que desglosa por semana. Según esto, David y Ulises consumen 3 kilos de carne que cuesta 70 pesos el kilo; 2 kilos de pollo a 60 pesos cada uno; 7 kilos de tortillas a 10 pesos cada kilo, y así enumera cantidades y precios de leche, arroz, frijoles, jitomates, papas, azúcar, aceite. Meticuloso, calcula únicamente medio kilo de cebolla; se pone dadivoso y asigna 200 pesos para fruta por semana. Se vayan a empachar los chamacos.

Por otro lado, el cicatero y miserable sujeto le envió una insólita carta a Carmen donde le agradece "que tomes el tiempo de leer esta líneas en las que quiero expresar que nunca tuve el afán de afectar a Ana María". ¿No? Entonces, ¿por qué la mandó a la cárcel? ¿Para que se tomara unas vacaciones y descansara de los demandantes autistas?

Hay un párrafo de autocrítica: "En un acto de sinceridad y de conciencia, yo, Genaro David Góngora Pimentel, ofrezco disculpas a la madre de mis hijos -¿qué espera para sacarla de la cárcel?-, a su familia, a mis pequeños Ulises y David (si en algo les he fallado)". Creo, don Genaro, que en lo único que les ha fallado es en darles medio kilo de cebolla a la semana, lo cual incrementa el llanto que la situación, de la que usted es responsable, les produce.



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