Moraleja

La Quejosa

2015-10-31

Por fortuna, en México sabemos reír ante la fatalidad de la muerte. El sentido del...

Andrea Bárcena, La Jornada

La vida es breve. La muerte es eterna. Quien logre asumirlo plenamente tendrá una feliz vida al despojarse de ambiciones y vanidades innecesarias. Si los poderosos entendieran que el dinero, el poder, la salud y la juventud son pasajeros y que sólo la muerte es para siempre, tal vez harían menos daño a la gente y al planeta.

La vida es una enfermedad mortal, escribió el biólogo y filósofo Jean Rostand (1894-1977), quien ocupó la silla número ocho de la Academia Francesa.

Por fortuna, en México sabemos reír ante la fatalidad de la muerte. El sentido del humor ayuda a la salud mental, pero ha de ser crítico y no excesivo, para que no se pierda la indignación al negar la realidad.

Como quiera que sea, en este Día de Muertos me sumo a la fiesta tradicional con una calaverita que dedico –no con cariño, pero sí con mucha fe– a los personajes a los que alude.

La Quejosa

(¡Ahí les hablan muchachos!): En el país de las mentiras más caras del mundo, La Parca muy justiciera a los corruptos se llevó. En grupitos y a montones, con singular alegría, en su coche los cargó.

A San Lázaro después la Tilica fue a cantar: Diputados, diputados, vergüenza de la nación, piensen un poco en los niños, no vendan el corazón.

De reformas traicioneras se llenaron los panteones hueseros y copetones se los llevó la Calaca ¡ Stop, muchachos!, les dijo, por el bien de este país y quedaron enterrados de los pies a la nariz.

Ya de gala la Catrina al Zócalo fue a festejar sin que le dieran permiso se pudo manifestar: No le busquen, chaparritos, que conmigo no se juega, dejen en paz a la escuela, al petróleo y los impuestos o me los llevo de un viaje hasta el fondo del infierno…

(Va mi ofrenda de amor para los normalistas de Ayotzinapa, los pequeños de la guardería ABC y para los muchos miles de muertos, torturados, desaparecidos y huérfanos de los gobiernos neoliberales en México).



JMRS