Policrato Philodemos

Teocracia Islámica y Democracia

2016-09-05

Si analizamos los conflictos que actualmente perturban la paz y las relaciones internacionales bajo...

Almte. Manuel Rodríguez Gordillo

"El fanatismo solo ve, escucha, y obedece a sus demonios interiores, es un criminal
enfermo que desconoce la razón y destruye a quien no comparte sus visiones"

Compatibles como el agua y el aceite

Los recientes sucesos que se han derivado del fallido golpe de estado militar en Turquía, así como la maleabilidad de comportamiento demostrada por algunos grupos musulmanas de radicales exaltados, son temas que las sociedades democráticas occidentales deben someter a un serio análisis, ya que constituirá un valioso antecedente para ellas, sobre todo para los países europeos que han recibido grandes migraciones de refugiados procedentes de países cuya población es predominantemente musulmana.

Como antecedente histórico y marco de referencia cabe señalar que desde el año de 1923, al fundarse la República de Turquía con Mustafa Kemal Ataturk como líder de gobierno, esta se convierte en un estado laico y democrático, con una clara  separación entre religión y gobierno, como resultado de un proceso modernizador.

De acuerdo con las noticias publicadas en la prensa internacional, dicho intento de golpe de estado se debió a la inconformidad de los mandos militares turcos, ante la decisión del presidente Erdogan de modificar la ley eliminando la laicidad gubernamental, para darle cabida, en un cogobierno, a las recomendaciones de las autoridades religiosas.

Al estallar la rebelión castrense opuesta a dicho cambio y ante el riesgo de ser derrocado, Erdogan buscó anular el movimiento golpista apoyándose en los dirigentes religiosos musulmanes, quienes lo hicieron azuzando a las masas fanáticas de la población, que provocaron un levantamiento popular en contra de la sublevación militar, que dada su magnitud provocó el fracaso del intento golpista.

Dentro de este mismo contexto de manipulación de masas fanáticas por parte de liderazgos religiosos dentro del mundo islámico shiíta, cabe recordar que a finales de los años 70 del Siglo pasado, en forma similar se dio el derrocamiento de Shah de Irán, Reza Pahlaví, instigado por el Ayatollah Jomeini, debido a que buscaba modernizar a su país y liberar a las mujeres del yugo que les imponía la legislación coránica (Sharia).

Los ejemplos anteriores han sido tomados como muestra de la irracionalidad que aún permea en el fundamentalismo religioso del mundo musulmán, característica que forma parte de su esencia misma, dado que se deriva de los preceptos coránicos (Suras), que según la tradición fueron dictados por Dios al profeta Mahoma y en los cuales se encuentran todas las leyes que deben regir en un gobierno, así como todas las normas de conducta a las que debe sujetarse la sociedad, en un sistema teocrático en el que queda excluida la existencia de un poder legislativo.

Bajo la óptica anterior cualquier forma de gobierno que no se ajuste estrictamente a dichos preceptos, debe considerarse una blasfemia y usurpación de la soberanía divina, así como un atentado a la hermandad e igualdad humana, que en el mundo musulmán solo se concibe dentro de una “Teocracia” (Califato), islámica, que impone la sumisión irrestricta a Dios (Aláh), que sería calificada por los “Ulemas” (doctores en las disciplinas religiosas y jurídicas musulmanas).

Esta conceptualización dogmático religiosa del mundo, de la sociedad y del gobierno, que alcanza también las relaciones internacionales, ha sido la semilla de la intolerancia, y de los conflictos irreconciliables entre el “Islam” y el resto de las naciones que no comulgan con la religión musulmana, instaurada por el profeta Mahoma en el año 622.

Si analizamos los conflictos que actualmente perturban la paz y las relaciones internacionales, bajo la perspectiva islámica descrita en párrafos anteriores, nos quedará claro cual es el origen de la conducta de desprecio de ISIS a los valores ajenos a su cultura religiosa, misma que se ha expresado en la criminal y sistemática destrucción de joyas arqueológicas (patrimonio de la humanidad), así como en su pretensión  de establecer un califato en el  territorio de Siria.

Este es el mismo tipo de mentalidad dogmático religiosa que siguen los grupos de emigrados musulmanes, cuando humanitariamente son acogidos en países democráticos y de cultura occidental, en donde el comportamiento que adoptan es de total aislamiento y de rechazo a los patrones culturales de la sociedad que los recibe, y absurdamente exigiendo que el país hospedero modifique sus normas, para que estén de acuerdo a sus creencias religiosas y costumbres musulmanas, dado que, para ellos, el Corán es de origen divino y establece que “Cualquier sistema de gobierno que no se ajuste estrictamente a dichos preceptos (como lo son las democracias occidentales), debe considerarse una blasfemia y usurpación de la soberanía divina, así como un atentado a la hermandad e igualdad humana” (desde una concepción islámica), como ya fue señalado en párrafos anteriores.

Esta singularidad dogmática e intransigente impide la coexistencia pacífica de las ideas, así como también descalifica la investigación científica, dado que según su ortodoxia, todo está pensado y dicho por el profeta, por lo que aquello que no citó en sus escritos (de la naturaleza que sea), no es necesario para el hombre y debe ser destruido, tal y como lo hicieron las huestes del Califa Omar en el Siglo VII, cuando quemaron la biblioteca de Alejandría, pues “Los libros de la Biblioteca o bien contradicen al Corán, y entonces son peligrosos, o bien coinciden con el Corán, y entonces son redundantes”, y no hacen falta.  

Queda entonces claro que el Islam no es solamente una religión, sino también una cultura estática y avasallante que no admite, de facto, la presencia de lo distinto a su visión dogmática enunciada en el Corán, y siempre dispuesta a imponerse sobre todas las demás, tal y como está sucediendo actualmente en Francia, donde la comunidad musulmana de emigrados ha crecido concentrada en un “Ghetto” aislado, ajeno a las leyes francesas y obediente a la Sharia, hasta convertirse en un estado dentro del estado francés, y exigiendo que las leyes francesas sean las que se adapten a la Sharia (código legislativo civil y penal, derivado de la interpretación de los “Suras” del Corán).

Como colofón al presente escrito y contestando a la pregunta que le sirve de título, se puede afirmar que la teocracia islámica es totalmente incompatible con cualquier forma de gobierno democrático.... sin embargo y como punto final cabría señalar la necesidad urgente de todas las democracias, defensoras de los derechos humanos y empeñadas en desarrollo de sus pueblos, elaborar una estrategia eficaz como respuesta a la invasión migratoria musulmana, que a nombre del humanismo y la filantropía está aceptando (dejando empollar el huevo de la serpiente), sin prevención alguna para su integridad nacional y permanencia de sus valores.



JMRS