Panorama Norteamericano

Donald Trump, garganta profunda en la Casa Blanca

2017-05-17

El asunto de los correos electrónicos de Clinton marcó la última...

ALBERTO ROJAS, elmundo.es

El asunto de los correos electrónicos de Clinton marcó la última campaña electoral de EU cuando el FBI reabrió el caso a pocos días de acudir a las urnas. Donald Trump no dejó de pedir "cárcel" para la candidata demócrata en sus mítines por considerarla "un peligro para la seguridad nacional" por haber usado un correo personal para enviar emails confidenciales. Sin embargo, desde que ocupa el despacho oval, el magnate ha incurrido en prácticas, descuidos e intercambio de información con amistades más o menos peligrosas que han supuesto, de facto, la fuga de material clasificado más grave de la historia de EU.

CRISIS EN MAR-A-LAGO.

El 11 de febrero el presidente Trump, de cena en su resort de Mar-a-Lago en Florida con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, coordinó la respuesta a una prueba de un misil balístico de Corea del Norte frente a cientos de clientes, que asistieron en primera fila a un gabinete de crisis con un ir y venir de asesores, diplomáticos y traductores. Los documentos con información sensible comenzaron a circular por la mesa de mano en mano ante la sorpresa del resto de comensales mientras Trump daba órdenes por teléfono sin hacer el esfuerzo siquiera de bajar la voz. Richard DeAgazio, un financiero retirado, fue contando toda la reunión en su perfil de Facebook, con fotos de los protagonistas. Estaba retratado hasta el funcionario encargado de llevar el maletín con los códigos nucleares.

MISILES CON SABOR A CHOCOLATE.

En abril, el círculo familiar de Donald Trump fue revelando cómo se gestó el ataque a Siria por parte de Estados Unidos. Al final, la decisión de bombardear, de acuerdo con tuits del propio Trump, entrevistas de su hijo Eric y declaraciones fuera de control de Ivanka, se tomó mientras el magnate se comía "la mejor tarta de chocolate del mundo" junto al presidente chino Xi y ordenaba por teléfono el bombardeo "de Irak", en vez de indicar que, en realidad, era Siria.

TUITEA, POR FAVOR.

Desde que llegó a la Casa Blanca, su comportamiento errático sólo tiene una excepción: sus volcánicas apariciones en Twitter, donde se muestra vehemente y expone sus puntos de vista, sus contradicciones, sus estados de ánimo y sus horas de sueño, oro puro para las agencias de inteligencia extranjeras. Y lo hace desde su teléfono móvil, que ya ha sido pirateado por hackers como WauchulaGhost.

INFORMES QUE LLEGAN A MOSCÚ.

Durante su actual guerra con los servicios secretos de EU, Donald Trump ha llegado a definir a sus espías como "deshonestos" por investigar los crecientes vínculos de su candidatura con Rusia. El último capítulo de este conflicto vivió la semana pasada con la destitución fulminante de James Comey, el director y encargado de indagar sobre ese hilo entre Trump y Moscú. La guerra es tal que los agentes de inteligencia que ofrecen la información semanal al presidente en la Casa Blanca llegaron a quejarse a sus superiores de que, minutos después de transmitir la información en el despacho oval esta estaba ya en manos de los funcionarios del Kremlin en Moscú. El 13 de febrero el general Michael Flynn dimitió como consejero de Seguridad del presidente por discutir cuestiones como las sanciones a Rusia con su embajador Sergey Kislyak en Washington en diciembre de 2016, cuando aún no era miembro de la Administración. Además, Flynn acabó negando esas conversaciones al mismo vicepresidente
Mike Pence, lo que acabó costándole el cargo. Agentes de contrainteligencia estadounidenses empezaron a investigarle por sus relaciones tangibles con funcionarios rusos. Incluso estuvo cobrando dinero de Russia Today, la televisión del Kremlin. En la cena de honor del canal, compartió la mesa presidencial con Vladimir Putin.



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