Poker de Ases

Peña Nieto, monotemático

2017-07-31

De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi,...

Carlos Fernández-Vega, La Jornada


Como nada tiene qué presumir el inquilino de Los Pinos cotidianamente recurre al discurso monotemático: la "histórica" creación de empleo, el sexenio del ídem, las "reformas" que lo han potenciado, etcétera, etcétera. Y, sí, alrededor de 3 millones de plazas hasta ahora (nadie sabe cuántas existían y sólo se formalizaron) no es un mal resultado… visto, con toda frivolidad, desde arriba.

En el transcurso de su sexenio, según dice el modesto Peña Nieto, "cambiamos el rostro del país", especialmente el económico y el laboral. ¿En serio? Bueno, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, nos ayuda a entender qué tan cierta es la afirmación del inquilino de Los Pinos. Va.

El avance económico de nuestro país continúa registrando un paso moderado. Durante los primeros cuatro años de la actual administración la tasa de crecimiento promedio del producto interno bruto (PIB) es de 2.2 por ciento, cifra que no se encuentra lejos del 2 por ciento que se ha promediado en los pasados 20 años. Por su parte, el ritmo de crecimiento en el empleo ha sido superior, ya que el promedio de los cuatro años anteriores asciende a 3.8 por ciento, de acuerdo con el número de trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Sin embargo, lo anterior implica que los trabajos generados han retribuido poco valor agregado a la economía nacional, aunado a que las remuneraciones de los mismos no son las más adecuadas. En lo que va de 2017, la economía mexicana ha encontrado en las actividades terciarias (servicios) su principal motor de crecimiento, dada la desaceleración presente en el desempeño del sector secundario (industrial).

Por otro lado, la tasa de desocupación continúa a la baja. Dicha variable alcanzó un nivel de 3.3 por ciento en junio pasado y persiste un comportamiento descendente, de tal forma que es probable que el número de desocupados disminuya en los próximos meses. Sin embargo, lejos de exhibir una mejora importante, la estructura del personal desocupado se ha mantenido prácticamente sin cambios. Claro ejemplo de ello se observa en la instrucción académica, donde más de la mitad del total de los desocupados (50.5 por ciento) cuenta con una preparación de por lo menos nivel medio superior. Adicionalmente, 90 por ciento de los trabajadores que actualmente no se encuentran ocupados cuentan con experiencia profesional previa.

Este escenario se traduce en que si bien se genera empleo, estos no requieren de un alto grado de especialización de tal forma que su valor agregado para la economía nacional es mínimo. Una fuente de empleo que no requiere una preparación académica o técnica difícilmente otorgará una remuneración económica cuantiosa.

De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, cerca de 33 millones de trabajadores (63 por ciento de la población ocupada) percibe hasta tres salarios mínimos en el mejor de los casos, el equivalente a 7 mil 200 pesos mensuales. Tales condiciones implican que el salario obtenido por los trabajadores no sea suficiente para satisfacer sus necesidades, de tal forma que se ven en obligados a ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual le demanda. De ahí que la tasa de subocupación en junio pasado fue de 7.2 por ciento, más del doble de la tasa de desocupación para el mismo período.

Para abandonar el ritmo inercial de crecimiento de los últimos 20 años se requiere que la actividad económica mexicana origine un mayor valor agregado. Escasa será la utilidad de seguir generando fuentes de trabajo que poco aportan al desarrollo de la economía (y al desarrollo social) además de que su remuneración resulta insuficiente para cubrir las necesidades de los trabajadores.

Las cifras de desocupación mejoran, pero esto no se traduce en beneficios significativos en torno a las condiciones del mercado laboral mexicano. De manera específica, la tendencia de la desocupación para los hombres muestra un comportamiento a la baja a diferencia del comportamiento manifestado por la desocupación para las mujeres, cuya trayectoria comienza a estancarse. Tal escenario podría implicar que la tasa de desocupación de las mujeres se mantenga por encima de la correspondiente a los hombres.

A pesar de la disminución en la tasa de desocupación, su estructura no ha sufrido cambios relevantes. Al revisar la información en cuanto a los antecedentes laborales, se aprecia que 90 por ciento del total de los desocupados son personas que cuentan con experiencia laboral previa, prácticamente el mismo nivel registrado durante junio de 2016.

Por su parte, la desocupación por nivel de instrucción presentó un deterioro importante en la población que cuenta con un grado de preparación de por lo menos nivel medio superior. Dicho grupo era equivalente a 43 por ciento del personal desocupado en junio de 2016; sin embargo, un año después la proporción se incrementó a 50.5 por ciento, lo que se traduce en que más de la mitad del total de los desocupados se encuentran dentro del rango de preparación más alto.

Tal situación contrasta con aquellos que cuentan con la instrucción más básica, estudios de primaria incompletos, los cuales representan solo a 4.6 por ciento del total de los desocupados (a mayor nivel académico, más desocupación, porque las plazas generadas y/o formalizadas son cada vez más precarias, pero EPN afirma que "gracias a la reforma educativa" "los mexicanos tienen más oportunidades de trabajo").

Por entidad federativa la desocupación se resume así: las de menor tasa fueron Guerrero (1.4 por ciento), Morelos (1.6) y Yucatán (1.9) se ubicaron por debajo de la media nacional, en tanto que la Ciudad de México, Querétaro (4.9 en ambos casos), Coahuila (5) y Tabasco (7.4) mostraron los niveles más elevados del periodo. La desaceleración industrial que vive nuestro país, particularmente en el área de la extracción de petróleo y sus derivados ha sido uno de los factores de mayor impacto en la desocupación de Tabasco, entidad cuya economía depende significativamente de la explotación petrolera.

Entonces, sí: es más que notorio el "cambio de rostro del país".

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