Cuentas Claras

Precisiones concretas sobre la Deuda Pública

2006-05-30

Todo ese circo político, vedetismo, mofa y libertinaje democrático que propician los...

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La siguiente advertencia va dirigida a todos aquellos lectores con sentido común. Para entenderla no es necesario tener profundos conocimientos sobre el tema, ya que se ha hecho a un lado el complicado idioma de los especialistas en finanzas y economía. Esta advertencia es un serio aviso que el gobierno no debe seguir ignorando ni pasar más por alto, es una reflexión en la que debemos centrar toda nuestra atención.

Se trata de la Deuda Pública, la que vemos como el principal foco rojo encendido sobre la economía; en la que se concentra la deuda pública total reconocida por el gobierno: la deuda directa, que incluye la deuda externa e interna del gobierno, las obligaciones por concepto del rescate bancario (IPAB-FOBAPROA); los Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas), con los que privilegiados particulares finan-ciaron la construcción de infraestructura para la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos; el costo de fondos y fideicomisos, los programas de apoyo a deudores, el rescate carretero de los empresarios de la industria de la construcción, la expropiación de ingenios; así como la deuda contingente: de las paraestatales, de los sistemas de pensiones del ISSSTE, IMSS, de las universidades públicas y hasta de los gobiernos esta-tales.

El costo de su servicio, intereses y amortizaciones, más el incremento de nuevos créditos —más préstamos— para financiar el déficit de pagos y amortizaciones, así como el déficit en el gasto público, eleva la Deuda Pública más allá de los ingresos fiscales y de nuestro crecimiento económico, y por consiguiente acaba con los cuantiosos recursos económicos que el país produce. Es el financiamiento de la Deuda Pública lo que origina la más grande fuga económica que tiene el país y por lo que se está recortando constantemente el presupuesto del gasto público. Es el motivo de las reformas constitucionales y de las privatizaciones que propone el presidente de la República. Es la explicación de todos los despidos que pretende llevar a cabo el gobierno dentro de la burocracia. Es la causante del desempleo y de la migración de compatriotas a los Esta-dos Unidos. Es la culpable de la corrupción en todos los sectores y el motivo de la virtual bancarrota del país. Es el origen de disputas y debates en otros ámbitos y sectores donde hace falta dinero.


PRECISIONES CONCRETAS

En los 4 años 9 meses de gobierno del presidente Fox, o sea 1,710 días (1/Dic/2000-31/Ago/2005), el país se ha endeudado a razón de 700 millones por día, hasta elevar la deuda pública de 2.319  a 3.5 billones de pesos. En este periodo la deuda creció 1.180 billones, lo que representa casi 250,000 millones por año. Esto significa que cada hora la Deuda Pública se incrementa en 30 millones de pesos, 500,000 cada minuto. Esta cifra equivale mensualmente a 21,000 millones de pesos.

Sin embargo, dejando a un lado los promedios, durante los últimos 12 meses (Ago-Jul-2004-05)  la deuda pública dio un brinco de 500,000 millones de pesos, lo que eleva al doble el promedio del sexenio. Éstas sí que son "cifras de espanto". De 3 billones llegamos a la cumbre de los 3.5 billones. Los promedios por mes, día, hora y segundo anteriores se duplicaron.

Pero el problema se vuelve más grave si tomamos en cuenta que todavía nos falta incluir el gasto de la Deuda Pública por concepto de servicio por intereses y amortizaciones, el cual ascendió en 2004 a 550,000 millones de pesos; lo que equivale a 45,833 millones mensuales, 1,507 millones diarios, 63 millones por hora, o lo que es lo mismo 1 millón 46 mil pesos por minuto, 33,333 pesos por segundo.

Hay que tener presente que aunque son dos conceptos diferentes: el incremento de la deuda y el costo del servicio (intereses-amortizaciones), debe sumar finalmente su impacto y repercusión. Por un lado se pidieron más créditos y aumentó la deuda, y por el otro, se gastó para el pago de los intereses y amortizaciones sobre el saldo.

Así pues, tenemos que el costo financiero consolidado de la Deuda Pública para 2004, sumó 1 billón 50 mil millones de pesos. Esta cifra se traduce mensualmente en 86,247 millones, 2 mil 878 millones al día; 120 millones por hora, 2 millones de pesos por minuto.

El incremento en los ingresos fiscales por 43,000 millones de pesos anuales que el gobierno pretendía captar gravando con el IVA alimentos y medicinas, es lo que la Deuda Pública origina en tan solo 15 días.

Esta comparación nos sirve para valorar el impacto que tiene en la economía el alto costo financiero de la Deuda Pública ya que, desgraciadamente, el endeudamiento no se usa como una inversión crediticia productiva, sino más bien se destina para cubrir los subsidios de la corrupción oficial, como el brillante caso del Fobaproa-IPAB, que es el fraude más absurdo y aberrante en la historia mundial de la banca y las finanzas. Con todo este costo-gasto la Deuda Pública nunca se reduce un solo centavo. Por el contrario, crece exorbitante-mente. Al terminar este sexenio de gobierno la deuda pública seguramente que llegará a más de 4 billones y se habrá duplicado. Entonces la Deuda Pública representará el 60% del PIB.

Lógicamente los créditos que se usan deben estar respaldados y garantizados con la buena aplicación que de ellos se haga, a fin de que no haya problemas cuando tengan que pagarse, entendiéndose que con las ganancias que genere ese empréstito se podrá pagar y devolver los intereses y el capital. Pero aquí los banqueros y los financieros, dentro y fuera del gobierno, no saben ni siquiera que ésta es su función.
Entonces ¿Qué clase de finanzas son las públicas? ¿Qué clase de finanzas son las bancarias? ¿Qué clase de endeudamiento el que conciben los secretarios de Hacienda? ¿Cómo piensa pagar el gobierno todo el dinero que pide prestado? ¿En dónde se invierten los créditos? o ¿Hacia dónde se canalizan?

Esto es simplemente inconcebible, inaceptable e impagable. Así pues, la deuda siempre sigue en constante aumento. Una renta que, simplemente, el país no puede pagar, pues rebasa su capacidad de pago y con un crecimiento exponencial que nada tiene que ver con el índice de la inflación acondicionada que tiene el Banco de México (5.1% anual en 2004), ni con el crecimiento del PIB, que contrariamente a la Deuda Pública no ha crecido en este sexenio. Estos dos extremos son nefastos para la economía del país. Esta situación nos hace esclavos del usurerismo. Es detestable que el gobierno contraiga más deudas para pagar lo que debe, en lugar de buscar otras alternativas para disminuir su deuda.

Haciendo una medición sobre estas últimas cifras, incremento y gasto anual de la Deuda Pública, con el de algunas secretarías de Estado, podemos decir que esta cantidad equivaldría al gasto programado de la Secretaría de Salud en 50 años, el de Agricultura y Ganadería en 28 y al de Educación Pública en 9. Si sumamos el presupuesto de todas las secretarías estaríamos hablando de su equivalente en el gasto público de más de tres años, esto sería igual a las exportaciones petroleras de 6 años si los precios no bajan y la actual producción forzada se mantiene.

Este gasto del endeudamiento público no se recupera jamás. Este gasto tan oneroso es el que no permite el desarrollo económico nacional. Es una cantidad que cada año se hace más grande y que devora todos los re-cursos que el país produce. Es causante de todos lo recortes y ajustes presupuestales del gobierno.

Por eso, es tan importante encontrar la solución a la Deuda Pública antes de que el país se declare en moratoria de pagos, o se tengan que rematar PEMEX o la CFE para seguir pagando su costo por un par de años más. Por eso debemos pensar en soluciones efectivas y no en hacer más graves los problemas con la crítica intrascendente y sin provecho. Debemos valorar nuestros recursos humanos y transformarlos en recursos económicos para encontrar el bienestar que cada uno deseamos, lo cual sucederá tras resolver la carga de la deuda.

Debemos buscar la manera de reducir la Deuda Pública con ganas de quitárnosla de encima para siempre y que esos recursos que ahora se destinan a ella sirvan para invertirlos en el desarrollo de la actividad económica: generar empleos para construir viviendas, clínicas y hospitales, escuelas y universidades, asilos y guarderías; para hacer obras públicas que son imprescindibles: agua potable, drenaje, alcantarillado, pavimentación, y todo aquello que hace falta: servicios médicos, abasto de medicinas, etc.

Todo ese circo político, vedetismo, mofa y libertinaje democrático que propician los personajes de la política con las actuaciones y escenas que montan, es una manera de distraer nuestra atención de la realidad. Es la forma tendenciosa para que no veamos los asuntos más importantes que se ventilan en las altas esferas del gobierno y así poder legislar a sus anchas las reformas constitucionales que quieren hacer y al mismo tiempo para que el gobierno siga endeudando más al país sin medir las últimas consecuencias ni el grado al que hemos llegado. Lo único que les importa es el dinero, las transacciones, los contratos, las expropiaciones e indemnizaciones, las adjudicaciones, o simplemente ser nota televisiva y aparecer en todos los noticieros con el fin de enriquecer su audiencia política, pero pocos son los que se dan a la tarea de trabajar para el país. Menos aún son aquellos que están pensando en resolver el problema gigante de la Deuda Pública.

Ante este acecho gubernamental sería bueno apartarnos de las distracciones y ocuparnos en serio de la Deuda Pública, considerarla como la prioridad nacional número uno. Es sobre la Deuda Pública donde debe centrarse la convocatoria nacional de los partidos y presentar verdaderas y serias propuestas políticas, pues corremos el riesgo de repetir la historia indefinidamente, nunca habrá dinero y por lo tanto en el país siempre habrá crisis.

Sería bueno ver a los diputados y senadores debatir, pelearse, enojarse y apasionarse por la Deuda Pública y sus repercusiones, como si de ella dependieran sus excelentes sueldos, prestaciones, viajes y viáticos. Sin embargo estas escenas nunca las hemos visto, en cambio, se entregan de lleno a las iniciativas triviales o luchas de poder internas que no sirven de nada al país.

Espero que la opinión pública se percate de la importancia de estas notas sobre la Deuda Pública y lo que ella representa en las finanzas públicas y el presupuesto federal. Estas preocupaciones deben tener presentes tanto el Gobierno Federal como los Gobiernos Estatales para que ya se ocupen del asunto y se trate con la urgencia y seriedad que amerita, sobre todo para cambiar las expectativas del país que, sobre esta realidad, no pueden ser más desalentadoras.

Hay que poner freno al derroche y a la indiferencia de nuestros gobernantes, bajar el costo y monto de la trillada deuda. Que entiendan el presidente, su gabinete, legisladores, gobernadores, pero especialmente el secretario de Hacienda, que hay que recortar (trasquilar) el presupuesto para la Deuda Pública y que esa reducción sirva para compensar el déficit del gasto que se quiere trasladar a los contribuyentes y consumidores aumentando impuestos, tarifas de los servicios públicos: agua, luz, gasolina, autopistas; creando nuevos impuestos o gravando los alimentos y medicinas que están exentas. Incluso, descabelladamente, con esta idea, seguir privatizando las pocas empresas que le quedan al Estado, con tal de cumplir fielmente con una Deuda Pública por demás dudosa, inconstitucional y por consiguiente ilegitima. Esa insistencia y terquedad en las propuestas rayan en la insolencia gubernamental.

Recordemos que cada hora la deuda crece y nos cuesta más de 120 millones de pesos, 2 millones por minuto, 2,878 millones al día, más de un billón anual (un millón de millones). Éstas son las cuentas claras y concretas de la Deuda Pública.

Lo recaudado durante un Teletón es solamente el costo que tiene la deuda durante 110 minutos, menos de 2 horas.

Solamente la concientización de la sociedad sobre el gran problema de la Deuda Pública, hará posible que finalmente nos decidamos a enfrentarlo y resolverlo. Este problema que es problema de todos,  pero principalmente de aquellos que no tienen trabajo y que tienen que emigrar de manera ilegal a los Estados Unidos, arriesgando la vida para no morir de hambre aquí.

Únicamente encontrando una solución efectiva a la Deuda Pública vamos a poder seguir creciendo y generando empleos para que la mayor parte de la población salga de la pobreza y la miseria, para poder crear es-cuelas, hospitales y vivienda. Solamente así  el gabinete  va a poder gobernar satisfactoriamente y podrá sacar al país de la barranca.

A continuación presentaremos un análisis de las cifras y la información que tenemos sobre la Deuda Pública así como una parte documentada de dicha información, también se plantean las soluciones que tenemos a nuestro alcance, no en la superficie sino en el fondo del problema. Finalmente, algunas consideraciones, opiniones y puntos de vista que proponen una solución para que esta crítica cumpla su función constructiva frente al problema que nos ocupa.

Resulta por demás inaudito e inexplicable que toda la atención pública se centre en la manipulación política y en los protagonistas de la escena, en lugar de ocuparnos seriamente de nuestros problemas nacionales, especialmente el de la Deuda Pública, de la cual se derivan todos los demás y que sin duda es la que propicia las carencias que tenemos. Con nuestra distracción o indeferencia, hacemos que el gobierno nos aparte del problema toral que debería ser el principal foco de atención.

Así pues, pasamos por alto las cuentas nacionales, la reforma energética, la eléctrica, la fiscal o la laboral; la privatización de las empresas paraestatales o de sus operaciones, la legalización de los Contratos de Servicios Múltiples (CSM), las cuentas fraudulentas del Fobaproa-IPAB; y como por arte de magia nos dejamos persuadir por los escándalos políticos que el propio gobierno crea para apartarnos de la realidad y no nos compro-metemos a enfrentar los problemas, ni revisar las cuentas de los ingresos y egresos que tiene la Nación.

No es concebible para la inteligencia humana que el tema y problema de la Deuda Pública pase tan desapercibido y sea tan indiferente; que pocos reparen en la fuga tan grande de recursos económicos que origina y que el gobierno no haga nada por evitarlo. Aquí está precisamente el principal motivo por el que el país nunca tiene dinero y por el que la mayoría de la población se encuentra empobrecida.

La Deuda Pública, a fin de cuentas, es el peor lastre para la Nación y la carga más pesada para la población, lo que origina y propicia la falta de trabajo, enfermedades, insalubridad, falta de atención médica, analfabetismo, falta de justicia, impunidad, corrupción en todas sus formas y manifestaciones; falta de vivienda y, principalmente, toda la pobreza y miseria en la que se encuentra la mitad de la población. Por eso debemos darle la debida importancia y destacar su atención. No es un asunto de matemáticas ni científico, sino de sentido común y de reflexión.

 

 



JMRS

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