Internacional - Política

Imran Khan, de playboy del críquet a líder populista de Pakistán

2018-07-27

Ya durante la campaña electoral se había acusado a la cúpula militar de llevar...

VÍCTOR M. OLAZÁBAL | El Mundo


"Vamos a gobernar el país como nunca antes se ha gobernado". Imran Khan, líder del partido Pakistan Tehreek-i-Insaf (PTI), no duda en elevar aún más las expectativas que la población paquistaní ha depositado en las urnas. El ex jugador de críquet, de 65 años, se prepara para ser el próximo primer ministro de su país, tras ganar a la hasta ahora gobernante Liga Musulmana, de la familia Sharif, que no reconoce los resultados electorales porque denuncia, junto a otras formaciones, que han sido amañados con la ayuda del Ejército.

Con su oponente Nawaz Sharif en prisión por corrupción y con un antaño poderoso Partido Popular de Pakistán (el de la dinastía Bhutto) en horas bajas, Khan ha visto su oportunidad para transmitir a la población la necesidad de levantar un "nuevo Pakistán" libre de corrupción. Ahora o nunca, repetía. Las urnas han dicho que ahora.

En su discurso de victoria, anterior a los resultados oficiales, Khan agradeció a Alá y a la ciudadanía "la oportunidad de servir a la nación" e insistió en su mensaje de campaña: "Nuestras políticas estarán dirigidas a ayudar a los más débiles".

En su intervención televisada se refirió también a sus cada vez mejores relaciones con China, a la necesidad de dialogar con India para solucionar el conflicto de Cachemira y a la prioridad de ayudar al sufrido Afganistán, país con el que propone abrir sus fronteras. No mencionó directamente sus fuertes críticas a Estados Unidos, pero sí su deseo de hablar de tú a tú con Washington.

Frente a su histórico triunfo se sitúan las acusaciones prácticamente unánimes que, una institución (enfrentada a Sharif) que ha gobernado Pakistán con paso marcial durante casi la mitad de su historia. La buena relación del ex deportista con figuras del establishment militar no es nueva, pero ahora están en alza las dudas sobre la influencia que el alto mando pueda ejercer en el próximo Gobierno.

Ya durante la campaña electoral se había acusado a la cúpula militar de llevar a cabo presiones a candidatos y de silenciar los medios críticos. Las sospechas continuaron durante el recuento de votos. La Comisión Electoral dice que los comicios han sido "100% transparentes y justos", sin "conspiraciones", y Khan asegura que aceptará que se realice una investigación del supuesto amaño.

Khan nació en el seno de una familia pastún acomodada en la ciudad punjabí de Lahore, capital cultural del país. Allí fue educado en un colegio elitista antes de partir hacia Oxford. Como jugador de críquet, capitaneó al equipo nacional de Pakistán hasta ser campeona del mundo en 1992, única vez que la selección ha logrado llegar tan alto. Convertido en leyenda, y tras abandonar el deporte, Khan pasó a dedicarse a la filantropía. De ahí saltó a la filantropía remunerada, es decir, a la política. Su objetivo: volver a capitanear a su país.

En 1996 fundó su propio partido, el PTI, Movimiento por la Justicia. La nueva formación nacía en un momento en que la república islámica estaba internacionalmente cuestionada por la corrupción de sus élites y por la situación de sus Derechos Humanos. Así, Khan abrazó la idea de un "Estado del bienestar islámico" limpio, sin corrupción. Este jueves repitió la importancia de tener unas instituciones fuertes y unos gobernantes que no se crean por encima de la ley, empezando por él mismo. Anunció, incluso, que no se mudará a la residencia del primer ministro.

El ex jugador de críquet llegó a las últimas elecciones con la intención de atraer a los más jóvenes, deseosos de cambio. Bajo el brazo: diez millones de empleos, cinco millones de viviendas a precios asequibles y, como siempre, una escoba para barrer a los corruptos enquistados en el aparato estatal. Música para los oídos de las nuevas generaciones.

Además de ganárselas y de hacerse con el apoyo de terratenientes que arrastran miles de votos en sus distritos, últimamente Khan ha coqueteado con los grupos religiosos conservadores al defender las estrictas leyes sobre blasfemia, que contemplan la pena de muerte para quienes profanen el nombre de Mahoma. Parece cada vez más lejano su glamuroso estilo de vida, sus noches londinenses con estrellas de la música y el deporte. Nueva vida para él, nueva etapa para Pakistán. Sobre la mesa, un manjar de promesas, esperanzas y sospechas.



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