Cultura
Un testigo del boom latinoamericano
(ANSA) - MADRID, 5 OCT - El escritor español J.J. Armas Marcelo, quien fue un testigo privilegiado siendo "un mierda de 26 años" del boom latinoamericano surgido en Barcelona en los años 60, recuerda de aquella época en entrevista con ANSA que Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa "se creían los mejores escritores del mundo". Armas Marcelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1946), que acaba de publicar el primer tomo de sus memorias "Ni para el amor ni para el olvido" (Editorial Renacimiento), rememora que "Gabo y Mario discutían de literatura hasta las cinco de la mañana y podían discutir tres días seguidos de Balzac".
Con 26 años "yo ya sabía que iban a ser premio Nobel. Pensé que Cortázar también lo sería", apunta Armas Marcelo, director de la cátedra Vargas Llosa, que coorganizó el Festival hispanoamericano de escritores celebrado el mes pasado en Los Llanos de Aridane (La Palma, Canarias).
Frente a los rumores que corrieron durante muchos años de que el editor Carlos Barrall rechazó "Cien años de soledad", Armas Marcelo sostiene que en realidad nunca lo leyó pues se encontraba de vacaciones, periodo en que desconectaba totalmente de su trabajo, cuando Carmel Balcells, la agente del escritor colombiano, se lo mandó.
El escritor, investido recientemente Honoris Causa en la Universidad Ricardo Palma de Lima (Perú), destaca las dos formas tan distintas de escribir de García Márquez y Vargas Llosa, quienes vivían en casas casi contiguas en la zona alta de Barcelona.
"Mario era, y sigue siendo, muy trabajador y metódico. Con él comías en su casa, tomabas café, y se iba a trabajar por la tarde después de que por la mañana había trabajado".
García Márquez "tenía dos ritmos: cuando escribía no había horarios, escribía hasta agotarse sin tomar una gota de alcohol.
Se aislaba del mundo. Cuando no le tocaba escribir se dedicaba a lecturas, juergas y música. "Cien años de soledad" lo escribió en ocho meses". Ahora "ya no hay obras maestras, puede haber grandes novelas y grandes novelistas, pero no obras maestras" como aquellas, sostiene.
A Vargas Llosa lo define como "un loco, muy culo inquieto", y a García Márquez como "pícaro insaciable, muy hábil, inteligente, intuitivo".
También dice del autor de "El coronel no tiene quien le escriba" que "había cosas estéticamente muy mal en él: respetaba muy poco a las mujeres y entre ellas a las de los amigos".
De los dos recuerda su "cercanía y generosidad" pues "nos sentamos a tomar un ron la primera noche que llegué a Barcelona".
Armas Marcelo aterrizó en Barcelona en 1972 "como con condecoraciones de guerra" después de haber sido condenado a 15 meses de "prisión atenuada" -arresto domiciliario- tras ser sometido a un consejo de guerra durante la dictadura de Francisco Franco.
El escritor fue condenado, como editor de Inventarios, que publicaba a poetas cubanos durante el franquismo, por ser considerado "ofensivo" un relato del libro "Número trece", de José Angel Valente, quien al estar fuera de España no le hicieron un proceso militar. En ese relato un miliciano al que van a matar pide como última voluntad un lápiz y con él "dibuja en la pared el uniforme de un general y se mea en él". Armas Marcelo recuerda también cenas en Barcelona con Cortázar e Italo Calvino, a quien define como "un cardenal ateo, como (Giulio) Andreotti, con una estética de barón ruso a punto de ser Papa". (ANSA).
regina
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