Religión

Reflexión ante la muerte del Maestro Humberto Romano Nájera

2018-12-24

Era estricto; durante su gestión la Escuela Cristóbal Colón se imponía...

Jorge Eduardo Yáñez Sánchez.

“La muerte le sucede a la vida. Y le acaece a la totalidad terrenal del ser humano. Si algo queda de nosotros, no es, precisamente, el hombre terrenal”

Agustín Basave Fernández del Valle.

Heidegger nos decía que el hombre es un ser para la muerte, y si advertimos que todos los seres humanos desde el momento de nacer estamos aptos para la muerte, podríamos aseverar que ese es nuestro destino, sin embargo, nada más alejado a la verdad; el hombre es un ser para la salvación, es más, es un ser salvado.

Ni duda cabe que la muerte nos preocupa. Tratamos de alargar al máximo la vida gracias a los avances en la medicina y la ciencia, así como al cuidado que hacemos de nuestro cuerpo.

Los católicos creemos que una vida corta o larga nos sirve para hacernos dignos en nuestra vocación dentro del plan divino, colaborar con el reino y ser merecedores para llegar ante Dios con un expediente completo.

Peregrinamos en esta vida mirando hacia lo trascendente, aunque muchas veces nos desencaminamos de la meta, sin embargo nuestra alma vive siempre el ansia de eternidad.

Hoy reflexionamos sobre la muerte, al enterarnos que alguien admirado, respetado y muy querido, con quien convivimos cercanamente en nuestra niñez y juventud, falleció el 10 de diciembre de 2018. Humberto Romano, fue “Maestro” en toda la extensión de la palabra, se consagró a la educación con un peculiar sentido del deber, que supo infundir en sus alumnos.

Era estricto; durante su gestión la Escuela Cristóbal Colón se imponía en calidad, marcialidad y gallardía en los eventos en donde participaba, como los desfiles del 16 de septiembre o las competencias gimnasticas o las competencias académicas.

Recuerdo, que lo que me parecía extraordinario, como las pirámides de cinco niveles en donde usualmente no había ningún lastimado o las tablas gimnásticas que rondaban la perfección o el avance del desfile  que parecía más de un colegio militar,  el Mesié Romano lo hacía parecer como cotidiano, como sencillo y así influía en toda la comunidad.

Sin embargo no solamente preparaba y dirigía, también participaba con ejercicios en las barras paralelas, lo que aumentaba la admiración de los alumnos. Siendo Director de la Primaria la escuela tuvo un período de esplendor extraordinario, porque el Sr. Romano hacía mancuerna con el Hno. Manuel Arroyave que estaba como Director General, épocas de gran crecimiento y consolidación de la ECC.

Después, ya en su gestión como Director General, su preocupación era elevar el nivel académico, formar mejor a los alumnos, pero fundamentalmente formarlos integralmente, hacer católicos comprometidos, ciudadanos patriotas que con el cultivo del civismo hagan de este un mejor lugar para vivir.

De lo demás, sabemos que fue buen esposo, buen padre, buen hermano, buen amigo, que durante los 83 años que vivió, seguramente tuvo muchos aciertos, virtudes, defectos, días de luz y de sombra, sin embargo demostró con los hechos que siempre buscó la verdad, obrar el bien y dar testimonio de su credo.

El pasado 4 de junio, en la ceremonia de develación de la Estatua del Fundador en nuestra querida escuela, el Sr. Romano departió de una manera singular con todos nosotros, alegre, afectivo y tolerante, festejó ese evento especial. Hoy solamente nos queda el recuerdo, Que descanse en la Paz de Cristo.



JMRS
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