Espectáculos

‘Green Book’, mejor película, en los Oscar de Cuarón y la diversidad

2019-02-25

Si hay un solo ganador individual de la noche es Alfonso Cuarón. El cineasta mexicano...

Pablo Ximénez de Sandoval | El País

Los Ángeles.- La triunfadora de la noche de los Oscar no fue una película. Fue la diversidad. Recogieron un premio 15 mujeres, el récord de la historia de la gala —aunque solo un 27,5% de los galardones—. Y hubo siete ganadores afroamericanos, en seis apartados, otra marca inédita. Por quinta vez en seis años un mexicano subió a recoger el Oscar a la mejor dirección. En la platea estaba la primera indígena americana nominada a mejor intérprete protagonista. Aparte, llegado el momento de premiar a una sola obra en uno de los años más abiertos que se recuerdan, la academia de Hollywood decidió que Green Book es la mejor película del año.

Si hay un solo ganador individual de la noche es Alfonso Cuarón. El cineasta mexicano recibió su segundo Oscar a la mejor dirección por Roma, tras Gravity en 2014. Recogió también el de mejor fotografía y mejor película extranjera, una categoría donde México se estrena como triunfador. Es también el primer galardón para un largo de ficción de Netflix —había ganado por un corto y un documental—, la plataforma de vídeo por Internet que ha roto las reglas de Hollywood con esta película y quedó consolidada esta noche como un estudio de cine. Roma es el fenómeno del año en la industria y quizá el largo que se recordará dentro de una década. Pero no es una película de Hollywood. Green Book, sí, en todos los sentidos.

En la primera mitad de la ceremonia, Roma fue viendo cómo los premios de todas las categorías técnicas se iban hacia Black Panther y Bohemian Rhapsody. La primera es la película de superhéroes más taquillera de la historia de EE UU, así como el filme con más ingresos de este año, con 1,300 dólares (1.146 millones de euros) en todo el mundo. Este domingo fue la primera película de Marvel Studios que ganó un Oscar. El biopic de Queen ha sido un éxito mundial con una recaudación de 860 millones de dólares (758 millones de euros).

Este era un año récord en cuanto a diversidad en las nominaciones y, por fin, se trasladó a los premios. Diversidad en el sentido de todo lo que no fueran hombres blancos. Había 15 nominados negros de un total de 212. Había 52 mujeres nominadas en categorías que no fueran de actriz, una marca inédita. Tres años después de la polémica de los Oscar blancos (#OscarSoWhite), que colocó a Hollywood en el diván del racismo y la estrechez de miras, los nominados negros hicieron historia en 2019. Mahershala Ali, por Green Book, y Regina King, por El blues de Beale Street, se llevaron los Oscar a las interpretaciones secundarias. Ali es el primer actor negro en ganar dos premios al mejor actor de reparto. Para King era la primera estatuilla, en un año en que ha ganado el Globo de Oro y un Emmy.

Hannah Bleacher fue la primera mujer negra de la historia en ganar el Oscar al mejor diseño de producción, por Black Panther. Por los trajes del mundo de Wakanda, Ruth E. Carter fue la primera mujer negra en ganar el Oscar al mejor vestuario. Peter Ramsey es el primer director negro en conseguir el Oscar a la mejor película de animación por Spiderman: un nuevo universo. En la alfombra roja, Spike Lee dijo que si estos eran los Oscar más diversos fue gracias a aquella polémica de hace tres años y de los cambios que se introdujeron para abrir la Academia a cientos de extranjeros y minorías.

Después, Lee logró el primer Oscar de su vida —solo tenía el de honor— por el guion adaptado de Infiltrado en el KKKlan. Es además el primer afroamericano en ganar en esta categoría. En el escenario, se fundió en un abrazo con Samuel L. Jackson y dijo “motherfucker”. Las cámaras apuntaron al congresista John Lewis, una leyenda de la lucha por los derechos civiles. Lee firma en esta película otro soberbio alegato contra el racismo en su país, con una referencia explícita al actual clima político y al presidente Donald Trump. “La próxima elección está a la vuelta de la esquina”, dijo. “Hagamos lo correcto”, añadió utilizando el título de la película Do the Right Thing (Haz lo que debas) que fue su primera nominación hace casi tres décadas.

Y en los segundos premios desde el movimiento Me Too y la rebelión por la igualdad de oportunidades en Hollywood, desde la presentación de las tres cómicas, premio tras premio, el escenario de los Oscar se llenó de mujeres. Domee Shi y Becky Neiman subieron a recoger el premio al mejor corto animado por Bao, que partía con la ventaja de haber sido colocado por Disney delante de Los increíbles 2, la cuarta película más taquillera del año en el mundo. A continuación, otras dos mujeres, Rayka Zehtabchi y Melissa Berton, recibían el Oscar al mejor corto documental por Period. End of Sentence, una historia sobre el estigma de la menstruación en la India rural. “No me puedo creer que una película sobre la menstruación haya ganado un Oscar”, dijo Zehtabchi entre lágrimas. Era el año para hacerlo.

Rami Malek se llevó el premio al mejor actor protagonista por hacer de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. La Academia tiene predilección por las transformaciones de actores en personas reales y la de Malek es convincente a pesar de que la voz no es suya. Bradley Cooper lució su interpretación en Ha nacido una estrella sobre el escenario, cantando en directo Shallow junto a Lady Gaga en el número musical de la noche. La canción, por supuesto, ganó el Oscar.

Olivia Colman, la reina de La favorita ganó como mejor actriz protagonista, una categoría impresionante en la que las quinielas apuntaban a Glenn Close y por primera vez en la historia competía una mujer indígena americana, Yalitza Aparicio.

Se habló español. No solo en Roma. Javier Bardem seguramente se convirtió en el primer presentador en hacer toda su intervención en español. “No hay fronteras, no hay muros, que frenen el ingenio y el talento”, dijo. “Esta noche celebramos la importancia de la cultura y el idioma de distintos países”. Diego Luna añadió después: “Así que ya se puede hablar en español en los oscares. Ya nos abrieron la puerta y de aquí no nos sacan”.

Después de múltiples anuncios y cambios sobre el formato de la ceremonia, el inicio de estos Oscar tenía una especial responsabilidad de crear impacto, de decir que esta sigue siendo la noche más importante de Hollywood. Los Oscar empiezan con un número musical, con un montaje emocionante o con un monólogo cómico. La Academia apostó por las tres cosas en ese orden. El grupo Queen y un himno como We Will Rock You. Las cámaras del teatro mostraron a Gustavo Dudamel y Lady Gaga disfrutando del solo de Brian May. Adam Lambert hizo su imitación de Freddie Mercury.

Tres grandes cómicas, Tina Fey, Maya Rudolph y Amy Poehler, hicieron un número que hará que sean recordadas como las presentadoras de esta ceremonia. “Bienvenidos a la edición un millón de los Oscar”, dijo Fey. “No hay presentador, no hay premio a la película más popular y México no va a pagar por el muro”, disparó. Fue el único detalle de la noche en el que la ceremonia se permitió reírse de sí misma.

En las semanas previas, la Academia y, sobre todo, la cadena ABC habían perdido los papeles buscando fórmulas para hacer más corta la ceremonia. A los nominados se les había dicho poco menos que la cifra de audiencia dependía de ellos, algunos de los ganadores se empeñaron en hacer discursos deslavazados y perezosos como si quisieran boicotear la transmisión. De los primeros cuatro premios, hubo que echar a dos ganadores del escenario cortándoles el micrófono.

La edición número 91 de los Oscar llegaba con la presión de que la ceremonia no fuera desastrosa y que se reconociera en los premios la gran diversidad de los nominados. Lo primero no está claro. La Academia se pasó en 10 minutos del estricto límite que le había puesto la cadena de televisión, preocupada con las audiencias. En lo segundo, estos premios superaron todo lo que se había visto antes.



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