Policrato Philodemos

La comodidad de ser opositor

2007-03-05

Al estilo de los señores López Obrador y Fernández Noroña,...

El dulce encanto de descalificar

Quien ha sido incapaz de triunfar y construir,
busca trascender destruyendo lo que hacen los
triunfadores.

El refrán mexicano que se expresa como pregunta ¿De qué mueren los ardidos? nos muestra claramente la actitud que asume la mayoría de los perdedores que, en su pequeñez y resentimiento, siempre buscan disculpar su fracaso escondiendo su incompetencia ante los demás, utilizando como recurso para ello la descalificación de quienes logran triunfar, y como venganza de su frustración se convierten en sus más severos críticos, o en seres antisociales a los que todo les parece mal.

Lo anterior puede explicarnos las actitudes radicales y negativas de los políticos opositores al gobierno ante su fracaso y su frustración por los resultados en las elecciones presidenciales del 2 de Julio pasado (especialmente los miembros del P.R.D.), así como entender las motivaciones ocultas tras las acusaciones falaces, acompañadas de actitudes arrogantes, que buscan disfrazar el ego autoritario e intransigente del autoengaño que gobernó su campaña.

Debido a su trascendencia negativa en el ámbito social y a la desestabilización  institucional que buscan provocar, esta actitud se hace más notoria en la política post electoral que estamos viviendo, porque disminuye aún más la confianza de la ciudadanía hacia quienes malamente dicen querer gobernar "legítimamente", o que al margen de la ley pretenden representarla apócrifamente, cuando en la realidad solo buscan desahogar resentimientos personales o conveniencias partidistas, que son ajenas al interés público y en muchos casos destructiva para el desarrollo del país.

Por otro lado, cuando estas actitudes se presentan entre los legisladores que militan en los partidos de oposición y que pueden abusar del fuero (además de la facultad constitucional de vetar las propuestas del poder ejecutivo y decidir las partidas presupuestales), generalmente son originadas por la seducción irresistible que ejerce la impunidad irresponsable, y también como paliativo y compensación de la derrota electoral que sufrieron en las urnas, que en el caso actual nunca ha sido reconocida y menos aún admitida, además de que constituye una muy pobre "sublimación" del dolor y venganza que se convierte en calumnias hacia el vencedor, dada la incapacidad que tienen, por falta de pruebas, para demostrar las supuestas trampas y los fraudes imaginarios que argumentan como disculpa y utilizan como desahogo.

Esta actitud podría ser calificada como "el síndrome del enano del alma" (con perdón de las personas de poca talla), que ante la imposibilidad de crecer descalifica todo y a todos, con el fin de disminuir la estatura moral y capacidades de quien le venció, para de esa manera suponer que denostándolo lo supera en tamaño porque así crece ante la opinión de los demás.

Para lograr su infame objetivo utiliza abusivamente el fuero, actuando en los linderos de la ley para difamar si es necesario, sin asumir responsabilidad alguna, aprovechándose también del desgaste que sufre quien ejerce el poder y que actúa públicamente ante la sociedad, situación a la que está sujeto todo aquel que gobierna y que debe tomar decisiones.

Este tipo de personas son generalmente enfermos emocionales con muy poca tolerancia a la frustración, quienes fácilmente caen en la sociopatía, misma que exhiben al señalar únicamente los desaciertos y nunca reconocen el valor de las acciones ajenas, especialmente cuando se trata de quien consideran que es su adversario al que descalifican ocultando sus éxitos o negándolos cuando éstos son evidentes, acostumbran también mantenerse atentos a lo que hacen los demás, siempre para denostar todo aquello en donde no hayan tenido intervención o que les otorgue alguna ventaja, aprovechándose de cualquier  tipo de circunstancia, sin importarles que ésta carezca de relación con la persona a quien dirigen la critica.

Generalmente carecen de capacidad para la autocrítica, discapacidad a la que le añaden un profundo desprecio por la inteligencia de los demás (suponiéndolos débiles mentales), circunstancia que los lleva a mentir deliberadamente utilizando retruécanos discursivos, más cercanos a malabarismos grotescos que a razonamientos lógicos (al estilo de los señores López Obrador y Fernández Noroña), especialmente cuando se trata de descalificar a quienes ejercen el poder al que se oponen y que fueron sus adversarios en las urnas, como venganza y desahogo para demeritar a quien lo venció en las elecciones y tiene la legitimidad para gobernar, no importa lo absurdo que puedan parecer los argumentos escogidos como podrían ser el calentamiento global, la temporada de huracanes, los terremotos, la guerra de U.S.A. en Irak, la caída de la bolsa en Tokio o Nueva York, o las fluctuaciones del precio del petróleo, etc. etc.

Dentro de este panorama político opositor de descalificaciones y desahogos mediáticos, corresponde a la ciudadanía y a las autoridades responsables de la conducción del país, entender las motivaciones profundas de este tipo de comportamiento para no hacerse cómplice de él, cayendo en el juego de las provocaciones que plantean para mantenerse en el primer plano del escenario político, utilizando la estridencia para no ser olvidados por la ciudadanía a la que cortejan con soluciones mágicas y consignas populacheras, por ser incapaces de plantear una crítica coherente y constructiva para el país…… ese es el riesgo y precio de la libertad en una verdadera democracia…… mientras estos desahogos y calumnias no desborden el cauce institucional y pongan en riesgo la seguridad de la nación, ya que entonces el imperio estricto de la ley y las acciones que conlleve su aplicación coercitiva, deberán ser la norma y herramientas legítimas en defensa de la paz que merecemos todos los mexicanos.



AAG
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