Vox Dei

"Éste es el pan que ha bajado del cielo»

2019-05-10

"El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come...

Evangelio, Juan 6, 52-59

«El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre»

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: - «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Reflexión

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.

«El que come este pan vivirá para siempre»

El Evangelio de hoy conserva todavía la radicalidad con que Juan nos relata el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Las expresiones de “el pan que os daré es mi carne para la vida del mundo” y de “comer mi carne” o “beber mi sangre” constituyen un escándalo para los judíos que se fijan en lo que consideran una blasfemia y no van más allá de un Éxodo que ahora cobra todo su sentido. Jesús no es solo el maná que alimenta el cuerpo. Es realmente la carne y la sangre que dan la vida eterna, la definitiva liberación del mal y de la muerte.

En la eucaristía adquiere esta expresión todo su valor: comulgar a Cristo no es solo aceptar el Evangelio, sino hacerlo plenamente vida, es compartir, asimilar la propia vida del Señor con todo lo que eso supone. Por eso, tras este discurso, San Juan nos dice que muchos de sus discípulos se escandalizaron y lo abandonaron. Y es que una cosa es aceptar la Palabra, participar en los sacramentos incluso y otra asumir que, como cristiano, Jesús está viviendo en mí, amando en mí, muriendo y resucitando… Comer su carne, beber su sangre es ser Cristo ante los hombres. Probablemente, si lo aceptáramos de verdad, quizá muchos no acudirían tan despreocupadamente a comulgar o plantearíamos de otra manera las primeras comuniones.

El santo arzobispo de Florencia San Antonino, dominico, fue un ejemplo de comunión con Cristo en la atención a su feligresía, sobre todo a los más necesitados. Es un ejemplo de pastor que sabe dar su vida por sus ovejas. Es también el caso de San Juan de Ávila, maestro de sacerdotes y de San Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos.



JMRS
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