Internacional - Política
El fenómeno de Ocasio-Cortez y otras políticas jóvenes que alquilan la ropa para ir al Congreso
Clara Ferrero, El País
Alexandria Ocasio-Cortez ha reconocido utilizar el servicio de suscripción Rent the Runway, una plataforma a la que cada vez más congresistas son fieles. Analizamos qué hay detrás de 'boom' por el alquiler de moda en el universo político estadounidense.
Hacía un año que Alexandria Ocasio-Cortez había dejado su trabajo como camarera cuando su nombre irrumpió con fuerza en la política estadounidense y empezó a copar titulares. En tiempo récord, la neoyorquina de origen puertorriqueño ganó las elecciones primarias del Partido Demócrata por el escaño del distrito 14 de Nueva York (noviembre de 2018) y se convirtió en la mujer más joven elegida en el Congreso. Así, de la noche a la mañana, tuvo que cambiar el uniforme del restaurante mexicano en el que trabajaba en Union Square por los conjuntos de chaqueta y pantalón que suele llevar ahora. El escrutinio al que están sometidas las mujeres políticas –al que por supuesto sus homólogos masculinos logran escapar– pronto se tradujo en dispares críticas hacia su forma de vestir. Primero que si repetía mucha ropa, después que si se gastaba en una prenda más de lo que cuesta el alquiler mensual de un apartamento en Washington. Recibió reproches, incluso, por posar para Interview con un traje de 3000 euros. Ella salió al paso de la polémica respondiendo con un tuit en el que, tras hacer algunas aclaraciones sobre cómo funciona el estilismo en las revistas, concluía: «Acostúmbrate a que borde mis estilismos porque soy buenísima en las tiendas de segunda mano».
Siga invirtiendo en vintage o no, la solución al ‘¿qué me pongo?‘ mañanero la ha encontrado en alquilar su ropa en vez de comprarla. La joven de 28 años, natural del Bronx, admitió en una entrevista con la edición estadounidense de Vogue que, desde que una amiga le regalara una suscripción a Rent the Runway, la plataforma se había convertido en su principal suministro de moda. La empresa de alquiler de ropa es pionera en este modelo y lleva funcionando diez años. Su negocio está ahora valorado en mil millones de dólares y ha servido de inspiración a otras muchas compañías que, a cambio de un pago mensual fijo, ofrecen acceso a prendas de distintas marcas. En el caso de Rent the Runway, la opción más popular es la que ofrece cuatro prendas al mes por 89 dólares, aunque cada vez gana más adeptas la cuota de 159 dólares, que permite acceso ilimitado a su catálogo y que probablemente sea a la Ocasio-Cortez está abonada. Stella McCartney, Victoria Beckham o Reformation son algunas de las firmas que se pueden lucir suscripción mediante. Una vez utilizadas, basta con devolverlas (online o en una de sus tiendas físicas) y la propia empresa se encarga de limpiarlas antes de que pasen a manos de la siguiente usuaria.
El modelo, que no deja de ganar popularidad y promete alcanzar altísimas cotas la próxima década (las suscripciones a Rent the Runway aumentan un 40% anualmente, según Second Measure) no solo ha conquistado a la joven congresista latina. Según muestra en su cuenta de Twitter Natalie Andrews, periodista política de The Wall Street Journal, el departamento de mensajería de las oficinas del Congreso y del Senado está atestado de las características bolsas negras en las que Rent the Runway envía sus prendas. Tal y como ha recogido The Washington Post, el alquiler de ropa es la nueva fórmula favorita de las jóvenes congresistas para renovar armario sin un coste excesivamente elevado (aunque no apto para todos los bolsillos) y evitando el consumo desmesurado de ropa con el consiguiente impacto medioambiental. No es que transportar ropa de un domicilio a otro, con su correspondiente paso por la lavandería, no contamine, pero sí lucha contra la acumulación de prendas que jamás volverán a salir del armario y permite mayor variedad estilística.
Tal y como María López Villodres recogía en un artículo titulado Alquilar la ropa que llevas a diario: ¿una alternativa sostenible frente al ‘low cost’?, el público objetivo de estas plataformas son las mujeres de entre 30 y 40 años y, según la fundadora de Ouh Lo Lá, una de las alternativas nacionales, la ropa para ir a la oficina es la más solicitada. Ambas descripciones encajan a la perfección con las congresistas estadounidenses que se han sumado a la fiebre por arrendar ropa. Algunas de estas usuarias prefieren mantenerse en el anonimato, pero otras como Stephanie Murphy, presidenta del House’s Future Forum, un grupo que incluye a casi 50 de los miembros más jóvenes del Congreso, se han declarado públicamente fans del servicio. «Utilizo Rent the Runway porque proporciona diversidad a mi armario, sobre todo, en una ciudad que resulta un poco aburrida en lo que respecta a la moda», apuntó según recoge The Washington Post. Otra, de forma anónima, ha explicado a la misma publicación que «las mujeres políticas son fotografiadas y escrutadas en lo referente a su apariencia, y esta es una de las herramientas que les permite sentirse más empoderadas en el trabajo».
Tras las elecciones de noviembre de 2018, 82 mujeres entraron en el Congreso, uno de los más diversos de la historia, y con ellas ha llegado una «independencia del traje pantalón, las perlas y otros clichés del uniforme político», como defendió Vanessa Friedman en The New York Times. Estas nuevas figuras, de distintos orígenes y estratos sociales, rechazan los atuendos más conservadores y buscan encontrar su sitio, también a través de la imagen. Pertenecientes a clases sociales, en muchos casos, alejadas del establishment político dominante hasta ahora, el alquiler de ropa se presenta como una alternativa útil e inteligente para no dejarse el sueldo en sus looks de trabajo. Algunas de ellas han citado el «presupuesto» como una de las razones por las que prefieren alquilar ropa a comprarla, aunque el precio de la suscripción tampoco sea apto para salarios modestos.
La suscripción, en ámbitos tan dispares como la moda, los coches o la las plataformas audiovisuales, parece que será un modelo dominante en la próxima década. El sentido de posesión pasa a un segundo plano y priman valores como el ahorro de espacio y tiempo, aunque el bolsillo siga haciéndose cargo de un gasto fijo cada mes. El de las congresistas estadounidenses ronda los 150 euros en ropa y promete contribuir a una imagen menos encorsetada, más fresca, actual y adecuada a las nuevas mujeres que ponen en jaque el, hasta ahora, perfil preponderante de los miembros del Congreso estadounidense (80% hombres, 78% blancos y de 58 años). ¿Se atreverán las nuevas políticas españolas a seguir su ejemplo?
Jamileth
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