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Vendaval goleador del Atalanta

2020-03-10

Diakhaby, protagonista negativo del partido y de la eliminatoria, desvió un balón con...

SALVA FOLGADO | El País

Desamparado y en un estadio sin alma, el Valencia se bajó de la Liga de Campeones en los octavos de final dándose un tortazo. Mientras el gobierno valenciano anunciaba el aplazamiento de las Fallas por el coronavirus (motivo por el que se jugó a puerta cerrada), el Atalanta, un equipo irreverente y audaz, que rompe con las normas de los equipos italianos de corte clásico, seguía escribiendo su historia. La aventura del once valencianista en busca de la utopía la reventó la velocidad letal de Ilicic y su voracidad para hacer goles. Cuatro marcó este delantero esloveno de 32 años y 1,90m. Al Valencia de Celades, desnutrido en 2020, sólo le queda LaLiga, donde su realidad es preocupante pese a que el equipo se mantiene a cuatro puntos de la cuarta plaza.

El Valencia no pudo impedir el apetito del Atalanta por hacer goles. Cuatro recibió en la ida, cuatro en la vuelta en un escandaloso y vergonzante parcial de 4-8 en contra. Desde la última vez que se quedó sin marcar, hace 18 partidos, el once bergamasco ha marcado ya 54 tantos. Esa fluidez para hacer goles ha barrido al Valencia de la Champions. También la fragilidad defensiva de la tropa de Celades, que va camino de ser un tópico. El agujero en defensa está engullendo al equipo y pone en peligro el crédito de su entrenador.

Las desdichas de Celades con apenas seis meses en el club dan para escribir un libro. La última, levantar una eliminatoria cuesta arriba, sin aficionados en la grada, por una epidemia vírica y una colección de incongruencias políticas. Las bajas, de índole diversa, la gran pandemia que asola el vestuario del técnico catalán toda la temporada, lo han castigado todo el curso. En San Siro, sin Garay, Gabriel, Coquelin y Rodrigo, entre otros, levantó un dique de plastilina para contener el torrente goleador de los de Gasperini. Mangala y Diakhaby se ahogaron en aquella inundación, y en Mestalla, con los mismos problemas para confeccionar defensa, Celades mantuvo a Diakhaby pero puso a su lado al dinámico mediocentro Coquelin. El primero decepcionó a su entrenador a los dos minutos de juego. Blandito, el francés fue el mejor efectivo del Atalanta.

En el vacío de Mestalla, en un contexto fantasmagórico que pasará a la historia, al Valencia se le abrió una pequeña brecha por la que acceder a la clasificación Pierluigi Gollini, meta titular italiano, se lesionó un dedo en el calentamiento y Marco Sportiello, suplente habitual, se puso bajo palos. El sueño de remontada, no obstante, se esfumó en apenas dos minutos.

Diakhaby, culpado
La presión del Atalanta, alta y muy agresiva, arrinconó al Valencia contra Cillessen, que recibió un balón de Coquelin y lo despejó, mal, fuera. Ese saque de banda a la izquierda del ataque bergamasco sentenció al murciélago. El Atalanta llevó el balón a la derecha y el gigante Josip Ilicic, bamboleando su cuerpo como si fuera un junco, se escurrió entre Gayà y Kondogbia y encaró a Diakhaby. Entonces Ilicic fintó y el francés cometió el error de ir al suelo y derribarlo. El propio delantero esloveno convirtió el penalti y golpeó con un mazo bien grande la frágil moral local.

Siempre fiable, Gameiro empató a los 20 minutos de juego. Un balón de Rodrigo filtrado a la espalda de los centrales italianos lo recogió el francés, que burló la salida del meta Sportiello y en una acción de fútbol sala, deslizando el balón con la planta de la bota derecha, disparó con la izquierda.

Diakhaby, protagonista negativo del partido y de la eliminatoria, desvió un balón con la mano para frenar una nueva colada de Ilicic y cometió otro penalti. El veterano esloveno volvió a embocar. Celades, que pidió un central con insistencia primero para el mercado de enero y luego tras la lesión de Garay, no permitió que Diakha volviera tras el descanso, señalándolo. El técnico cambió a una defensa de tres centrales con la peculiaridad de que ni uno sólo de ellos era defensa. Wass, Coquelin y Kondogbia integraron esa línea con Guedes en el campo y un desordenado diseño ofensivo.

Gameiro, de cabeza, envío a la red un centro de Ferran Torres y empató el partido. El canterano adelantaría minutos después al Valencia en un partido totalmente enloquecido con dos equipos vulnerables en defensa. Ferran, de vaselina con el interior tras recibir de Parejo, marcó un buen gol pero Ilicic agotó su gasolina marcando el tercero en un contragolpe y luego el cuarto ante una defensa de barro.



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