Internacional - Economía
Las remesas caerán este año un 20% en todo el mundo, el mayor desplome en la historia reciente
Ignacio Fariza | El País
Madrid.- La pandemia va camino de convertirse en una hidra de mil cabezas para los países emergentes y, muy especialmente, para América Latina. A la brutal salida de capitales de las últimas semanas y el hundimiento en la cotización de muchas materias primas âde las que dependen muchos países del bloqueâ se suma ahora la constatación de un hecho que flotaba en el ambiente desde hace días: la dentellada sobre los mercados de trabajo de las economías avanzadas repercutirá sobre las remesas que envían los emigrantes a sus familias en sus países de origen. El Banco Mundial proyecta “la mayor caída de la historia reciente” en el volumen total de estas transferencias, provocada por la disminución de los salarios que perciben los migrantes âo, en los peores casos, por la pérdida del puesto de trabajoâ, uno de los grupos sociales más vulnerables ante terremotos en el mercado de trabajo como el que está suponiendo la crisis del coronavirus. Las remesas se hundirán un 19,7% desde el máximo histórico del año pasado, hasta los 445,000 millones de dólares (411,000 millones de euros), según las cifras del organismo multilateral. Un desplome que se cebará con los hogares de los emigrantes en las naciones de ingresos bajos y medios, que tienen en esta fuente de ingresos una “línea de vida financiera”. También para los propios países de destino de ese dinero, para los que las remesas son "una fuente de ingresos vital”.
“La recesión causada por la covid-19 está pasando una severa factura a la capacidad de enviar dinero a casa y añade argumentos para que tratemos de acortar el periodo de tiempo hasta la recuperación de las economías avanzadas”, subraya en una nota el presidente del Banco Mundial, David Malpass. Los mayores recortes en los envíos de dinero por parte de los emigrados los sufrirán los países de Asia central y Europa (-27,5% interanual en 2020), África subsahariana (-23,1%) y Asia meridional (-22,1%). Algo menores, igualmente notables, serán las caídas en Oriente Medio y el norte de África (-19,6%), América Latina y el Caribe (-19,3%) y el este de Asia y el Pacífico (-13%). Sin embargo, y a pesar del desplome agregado, las remesas ganarán importancia como fuente de entrada de divisas a los países de ingreso medio y bajo. El motivo es puramente comparativo: la caída en la inversión extranjera directa será aún mayor, de cerca del 35%, y las llegadas de capitales a sus mercados de renta fija y variable se desplomarán a un ritmo aún mayor, del 80%.
El eslabón más débil
Toda la literatura económica sobre las remesas apunta en una única dirección: las remesas son un factor clave para aliviar la pobreza y la pobreza extrema, mejora la nutrición de quienes se quedan y reduce el trabajo infantil en los países de origen. Y “su caída afectará a la capacidad de gasto de las familias, con la mayor parte de su dinero teniendo que ser dedicado a alimentación y necesidades inmediatas”, subrayan los técnicos del organismo con sede en Washington. También resultará en un aumento de la carestía y, algo especialmente grave en las circunstancias actuales, “reducirá el acceso de las familias a los muy necesarios servicios sanitarios”.
En paralelo al curso general de la economía —el PIB global caerá un 3% este año, la mayor contracción desde la Gran Depresión, para rebotar un 5,8% el próximo— habrá que esperar a 2021 para ver una recuperación de los flujos de remesas a escala global: crecerán entonces un 5,6%, hasta cerca de 470,000 millones de dólares. Una cifra, sin embargo, notablemente menor de la registrada en los años precedentes e “incierta” por la propia evolución del coronavirus. En el pasado, apuntan los técnicos del Banco Mundial, las remesas han actuado de forma contracíclica: los trabajadores mandaban más dinero a sus familias en tiempos de crisis y privación en casa. “Esta vez, sin embargo, la pandemia ha afectado a todos los países, creando incertidumbres adicionales”. Pero en plena recesión en los países avanzados, los migrantes son el eslabón más débil, “los más vulnerables a la pérdida del empleo y a la reducción de los salarios en su país de acogida, más que los trabajadores nacionales".
Cambio de tendencia en la migración interna
Aunque el grueso del estudio elaborado por el Banco Mundial se centra en las remesas internacionales (las enviadas por personas que emigran a otro país), el organismo llama a las autoridades de los países emergentes a “no ignorar” la situación de los migrantes internos, unos movimientos que más que duplican las salidas al extranjero. “Los confinamientos, las pérdidas de empleo y las medidas de distanciamiento social han creado un proceso caótico y doloroso de retorno masivo de inmigrantes [a sus localidades o regiones de origen] en India y muchos países de América Latina”, desgrana el reporte publicado este miércoles. “Los Gobiernos deben afrontar los desafíos que enfrentan los migrantes internos, incluyéndolos en los servicios de salud, las transferencias directas y otros programas sociales, así como protegiéndolos frente a la discriminación”. Hasta ahora, concluyen, las respuestas de los Gobiernos a la crisis del coronavirus “han dejado fuera a los migrantes y sus familias”.
Jamileth
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