Ecología y Contaminación
La devastación de la Amazonia reduce las lluvias en el Pantanal brasileño, que bate récord de incendios
Gil Alessi | El País
São Paulo.- La Amazonia no es el único bioma brasileño amenazado. El Pantanal, una región en el sur del país, ha sufrido en julio el mayor número de incendios desde 1998, cuando el Instituto Nacional de Estudios Espaciales inició el registro. Se produjeron en total 1.684, más que el triple de los registrados en el mismo mes de 2019, cuando hubo 494. El bioma es la llanura inundada más grande del mundo y se extiende por los Estados de Mato Grosso, Mato Grosso del Sur y los países vecinos Paraguay y Bolivia. También es el hábitat de miles de especies, algunas autóctonas.
El aumento de la devastación en el Pantanal está relacionado con la fuerte sequía que se ha producido en el primer semestre de este año —ha llovido un 50% menos—, que ha facilitado la propagación de las llamas. Y esta falta de lluvia puede estar relacionada con lo que sucede a miles de kilómetros de distancia. “Hay muchos estudios en Brasil que muestran que la humedad que sale de la Amazonia abastece a otras regiones del país, en el centro occidente, el sureste y el sur”, dice Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima.
Esto se debe a un fenómeno conocido como ríos voladores: “Debido a los vientos alisios y la cordillera de los Andes, estos ríos voladores empujan la humedad de la transpiración de la selva hacia abajo. Cuando hay una estación más seca en la selva o un aumento de la deforestación, se produce un desequilibrio en estos ríos voladores y en todo el sistema hidrológico”, explica Astrini. Como consecuencia, se reducen las lluvias y la humedad en el Pantanal, lo que favorece la proliferación de incendios.
Quien lucha en primera línea contra el fuego en la región es Alexandre Pereira, un analista ambiental del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables que trabaja en el programa de extinción de incendios de la entidad, conocido como Prevfogo. “Este año está siendo atípico en lo que respecta a cuestiones climáticas, con precipitaciones por debajo de la media y temperaturas por encima”, afirma. Como consecuencia, explica, se produce un cambio en el régimen de crecidas y reflujos del Pantanal: “Este año vemos una crecida muy baja, una de las más bajas desde la década de 1970, cuando el bioma sufrió una gran sequía”. Esto crea “un escenario perfecto para que se produzcan grandes incendios forestales”.
La situación en la Amazonia también se considera un factor que influye en la devastación del Pantanal, según Pereira. “La deforestación de la selva se refleja en la dinámica de aquí, ya que las lluvias que generan los ríos voladores regulan las crecidas en esta región”, explica. El analista señala que ya puede observarse cierto desarreglo en el régimen de lluvias, al concentrarse un gran volumen en pocos días. “El suelo no consigue absorber el agua y alimentar la capa freática. Entonces, el agua se escurre”, afirma.
Los expertos entrevistados por EL PAÍS son unánimes al señalar que prácticamente todos los incendios que se han producido este año en el bioma son de origen humano. Entonces, ¿quiénes han provocado los incendios? “Como en 2019, la gran mayoría los causa la renovación del pasto en las grandes propiedades rurales, una práctica típica del Pantanal”, explica André Siqueira, presidente de ECOA, una organización no gubernamental que se dedica a la protección ambiental. Según Siquiera, el Gobierno intenta atribuir la devastación a las comunidades ribereñas, más vulnerables socialmente, “como si fuera posible que las plantaciones de subsistencia estuvieran detrás de todos estos incendios”. El presidente Jair Bolsonaro llegó a acusar a las ONG de devastar la Amazonia a finales del año pasado.
El ‘ganado’ que el Gobierno deja pasar
Al ver que la situación en la Amazonia y el Pantanal sería dramática, el Ministerio de Medio Ambiente prohibió el 16 de julio los incendios controlados en ambas regiones durante 120 días. Según el texto, firmado por el ministro Ricardo Salles, se autorizaron solo “en áreas no ubicadas en la Amazonia Legal y el Pantanal cuando sean indispensables para la realización de prácticas agrícolas, siempre y cuando estén previamente autorizados por el órgano ambiental del Estado”. El contenido se sobrepone a una ley de los Estados de Mato Grosso del Sur y Mato Grosso que prohíbe los incendios en este periodo del año.
A pesar de este intento de controlar la devastación de los biomas brasileños, Salles intentó cambiar la meta de reducción de la deforestación e incendios ilegales a principios de agosto, según un reportaje del periódico O Estado de São Paulo. El plan del Gobierno preveía para 2023 una reducción del 90% en la devastación. Tras proponer el cambio de esta meta por otra que limitaba la reducción de incendios a determinadas áreas, el ministro se echó atrás por las críticas de los ambientalistas y los partidos de la oposición. Fue tal la polémica, que incluso el Ministerio de Economía tuvo que pronunciarse: “Brasil ya tiene una meta de reducción del 100% de la deforestación ilegal hasta 2030, que se mantiene”. Sin embargo, aún no está claro si habrá una reducción en la meta para 2023.
El presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Senado, Fabiano Contarato, utilizó las redes sociales para criticar la actitud de Salles. “Está cumpliendo la promesa de aprovechar la pandemia para ‘hacer pasar el ganado’ [frase que pronunció en una reunión ministerial en referencia al deseo de derribar el máximo de leyes medioambientales posibles durante la emergencia sanitaria]. Bolsonaro ha entregado el patrimonio forestal a criminales, ladrones de tierras públicas, mineros ilegales y deforestadores. ¡El daño al país será irreversible!”, escribió.
Jamileth
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