Nacional - Política
“La mañanera es la mejor oficina de recaudación”
Jacobo García | El País
México.- Durante muchos meses, mientras los mexicanos aguardaban confinados a que pasara la pandemia, el despacho de Raquel Buenrostro, en el número 77 de la calle Hidalgo, fue una romería de empresarios con el ceño fruncido. El país entero estaba paralizado desde marzo pero el Gobierno había calificado de “actividades esenciales” un puñado de rubros entre ellos los médicos, las farmacias… y el sistema de recaudación tributaria. Así que durante los últimos meses empresarios de la construcción, textiles, alimentación o bancos han pasado uno a uno por la Agencia Tributaria (SAT) para abonar impuestos atrasados o en litigio por casi 36,000 millones de pesos (unos 1,600 millones de dólares).
La responsable de que todos ellos terminaran pasando por caja es esta mujer menuda y de sonrisa gigante licenciada en Matemáticas que nació hace 50 años en la Ciudad de México. “Si no, cómo vamos a pagar todos los planes sociales que están en marcha”, responde Buenrostro con el entusiasmo que la Cuarta Transformación exige a sus soldados durante una entrevista con EL PAÍS.
En lo que va de año 627 empresarios, a un ritmo de casi cuatro diarios, se han puesto al corriente de pago en esta austera oficina decorada con una bandera de México, una foto de López Obrador y un mapa de las aduanas que dependen del servicio de recaudación. Repentinamente, reclamos judiciales con años de duración se paralizaron y Walmart, BBVA, Coca-Cola o América Móvil terminaron pagando. Por aquí han pasado también cuatro embajadores, Estados Unidos, Canadá y Francia a ver cómo podían ayudar a sus empresas. "Solo uno, el de Japón, vino a verme porque estaba apenado”, recuerda Buenrostro, el resto se marchó sin éxito del famoso despacho.
“Cuando llegamos al Gobierno nos dimos cuenta de que no había voluntad para cobrar impuestos a determinadas compañías. Algunos empresarios se sorprendían de que los citáramos porque nunca habían pagado y me decían que cada tres años le hacían una condonación de impuestos y que ya les tocaba el próximo año”, asegura Buenrostro. Cuando el 15 de enero 2020 tomó posesión del SAT, López Obrador, le pidió dos cosas: “Aumentar la recaudación y terminar con la corrupción”. Y en ambas misiones, Buenrostro aparece como la alumna aventajada del Gobierno: ha logrado un 12% más de dinero que el año pasado, en plena parálisis económica, e investiga a 70 funcionarios públicos, la mitad de ellos en aduanas, por mirar hacia otro lado. Lo que antes se resolvía con un despido, ahora tendrá que explicarse en la Fiscalía.
La que se puede considerar la dama de hierro de la 4T explica que para ello se siguió una estrategia centrada en perseguir a los millonarios y a los sectores productivos que menos pagaban: “Revisamos la carga fiscal por sectores y lo comparamos con otras partes del mundo para detectar qué áreas tenían un gravamen más bajo. Por ejemplo, la industria farmacéutica, que en el resto del mundo paga de media un 7%, en México paga solo el 1,5%. Después, analizamos una a una las empresas y descubrimos que si la media es del 1,5%, algunas solo estaban pagando el 0,3% o no habían sido revisadas en una década, y a por ellas íbamos”, detalla.
Formada la UNAM, Raquel Buenrostro conoció a López Obrador durante su etapa como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005) cuando Carlos Urzúa, por entonces secretario de Finanzas, le encargó la dirección de política fiscal. Apenas había terminado la maestría en el Colegio de México pero pronto destacó como una funcionaria metódica e implacable capaz de entender el momento político que vivía la capital.
Desde entonces ha seguido en la administración pública con gobiernos del PAN y del PRI en puestos tan variados como Pemex o las secretarías de Educación o Turismo. Cuando López Obrador llegó al poder le encargó que centralizara todas las compras del Estado y desde principios del año está al frente del SAT, donde ha impregnado al sistema tributario de la filosofía que mueve la 4T y la obsesión del mandatario por saber con cuánto dinero cuenta para sus programas sociales.
Todos los días, a las ocho de la noche, Buenrostro manda un WhatsApp a Palacio Nacional desde que el presidente le pidió que lo hiciese para saber cómo había aumentado la recaudación. Esa información le sirve a la mañana siguiente al mandatario para señalar, premiar o castigar a los empresarios díscolos durante las mañaneras. Buenrostro reconoce que cuando salen de su despacho muchos directivos le piden, casi como un favor, no ser nombrados por el presidente. “La mañanera es la mejor oficina de recaudación”, dice abrumada ante un fenómeno que se escapa a su control.
En esos mensajes de WhatsApp, Buenrostro también dice que el Grupo Salinas, propiedad de Ricardo Salinas Pliego, con unos 15 casos abiertos, es una de las empresas más reacias a ponerse al corriente de pago. El dueño de empresas como Elektra o Banco Azteca es de los que se niegan una y otra vez a pagar y envía todo a tribunales, dice Buenrostro. Paradójicamente el empresario forma parte del grupo de asesores económicos de López Obrador.
El sistema tributario que encabeza y que alimenta a la 4T es un monstruo burocrático lleno de peculiaridades. Una de ellas es que solo el 16% de los ingresos del país provienen de la recaudación por impuestos, una de los más bajos de la OCDE. Otra más es que desde hace dos años las condonaciones fiscales están expresamente prohibidas en un artículo de la Constitución o que en México, a pesar del alto número de millonarios ni existe, ni existirá, dice Buenrostro, un impuesto al patrimonio o a las herencias. Y otro desequilibrio más: unos 60 millones de personas pagan cada año religiosamente sus impuestos pero esa aportación es insignificante, el grueso del dinero llega de 12,000 personas que aportan el 51% de la recaudación. “El 0,2% de las empresas contribuye con más de la mitad de la recaudación, por eso nos centramos en ellos porque eran poquitos y mucho dinero. Yo les decía a los empresarios, ustedes ponen su dinero donde les da más rentabilidad pues, con esa lógica, yo pongo los esfuerzos donde me va a dar más rentabilidad”. “Teníamos que aumentar la recaudación para compensar la caída de ingresos por la parálisis de la actividad económica”, resume. Con el dinero extra recaudado por Buenrostro en los últimos ocho meses se podría pagar, por ejemplo, una cuarta parte del Tren Maya o la mitad de los fideicomisos que Mornena desea eliminar.
Sin embargo, su gestión ha levantado ampollas entre los empresarios (Coparmex), que acusó a Buenrostro de “terrorismo fiscal” por su propuesta de utilizar fotografías, videos y celulares para recabar información y por las presiones recibidas para que no llevaran sus casos a los tribunales.
“No hay ningún terrorismo fiscal”, defiende Buenrostro. “De los 627 empresarios auditados solo dos casos han terminado en la procuraduría. Los abogados protestan porque les estamos dejando sin trabajo para litigar, ya que la mayoría de los casos se resuelven por conciliación”. Según Buenrostro el número de inspecciones es menor si se compara con años anteriores, pero son más efectivas. “Entre 2015 y 2018 se revisó a casi 13,000 contribuyentes y se recaudó 1.5 billones de pesos. En cambio, en el último año se ha revisado a menos contribuyentes, unos 3,000, y se ha recaudado más de 1.8 billones de pesos”.
Buenrostro terminó su maestría con un trabajo sobre el teorema de Miller-Teply titulado: Comportamiento del tipo de cambio dentro de una banda: análisis de los efectos debidos a la intervención intramarginal del Banco Central. Más de 20 años después de aquello, su nueva misión la ha convertido en un eficaz ariete de la 4T que no elude el cuerpo a cuerpo. A la pregunta de si se utiliza el SAT para hacer política, Buenrostro señala al Gobierno anterior y muestra un gráfico con la recaudación de las últimas décadas que se hunde cuando llega a 2013. “Fue el año siguiente a la victoria de Peña Nieto donde se dejó de recaudar para premiar a los amigos”, explica. Esos amigos duermen peor desde que Buenrostro no se despega del WhatsApp.
Jamileth
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