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Messi evoca a Maradona

2020-11-30

Maradona jugó en 1993 cinco partidos con Ñuls, el equipo de Messi, que por aún...

Ramon Besa, El País

Hay partidos que no dependen del horario, por extraño que sea (14.00), sino de las circunstancias, y al Barça le apremiaba una victoria ante Osasuna. La necesidad del equipo coincidió con la urgencia de Griezmann. Alejado en la cancha de Messi, excelente como pensador, y reforzado por un 9 clásico —Braithwaite—, el francés completó una actuación estupenda en calidad de ejecutor, el mejor del Barça. A los azulgrana les salió un encuentro a pedir de boca porque sobresalió Griezmann, y Messi homenajeó a Maradona con un cuarto gol que celebró mientras mostraba una zamarra de época de Newell’s con el 10 de Diego.

Maradona jugó en 1993 cinco partidos con Ñuls, el equipo de Messi, que por aún no había salido de Argentina. Y Maradona metió un gol que Messi imitó ante Osasuna. La diferencia es que el azulgrana marcó con la zurda y el exazulgrana con la derecha ante Emelec. El rosarino busca su sitio después de expresar su deseo de dejar el Camp Nou. Messi no dejó de pensar en Maradona y Griezmann se desvivía por jugar un partido como el que encontró ante Osasuna. El marcador de Kiev se repitió en el Camp Nou. No era un día cualquiera porque el Barça celebraba su 121 aniversario y el décimo cumpleaños del 5-0 al Madrid de Mourinho. La fiesta se estropeó con la lesión de Lenglet, que deja al Barça sin más central que Mingueza.

Koeman está más pendiente de los delanteros que de los defensas porque le mueve la prisa por ganar, por recortar diferencias con el Madrid y el Atlético, por protagonizar los highlights de la jornada, por estar en las quinielas de los precandidatos a las elecciones del Barça. Ahora mismo, perdido el equipo en la clasificación, al entrenador le interesan más los goles que el juego, razón que explica una alineación repleta de atacantes dispuestos a chutar sin parar, rematada por Braithwaite, el 9 que da sentido al 4-2-3-1. La presencia de un ariete es tan imprescindible como difícil si se quiere encajar a Messi-Coutinho-Griezmann.

Volvió Messi de salida al costado derecho y Coutinho se desplazó a la izquierda mientras Griezmann se situaba gustoso por detrás de Braithwaite. A cambio de cargar el fútbol por dentro, el entrenador prescindió de los extremos puros como Dembélé y apostó por un centrocampista, ninguno tan total como De Jong si es que el holandés es un volante capaz de jugar por dos y por tres, nada que ver con el trío de medios singulares en lo suyo y en lo de los demás que encumbró al Barça: Xavi-Busquets-Iniesta. Al auxilio de De Jong acudió un futbolista al que se utiliza para lo fino y lo grueso, en las bandas y en el centro, en medio y delante: Pedri.

Arrasate no pareció muy preocupado por el plan de Koeman, sino que se aplicó con una formación versátil y trabajada, muy capaz de defender con dos y tres centrales y atacar con transiciones rápidas, muy equilibrado si se atiende a su estadística antes del partido: encaja y marca pocos goles (nueve contra ocho), igualado a puntos con el Barça. Aunque el plantel navarro no renunció a pisar el área de Ter Stegen, e incluso pudo anotar en un escorzo de Budimir, no supo descifrar los movimientos de Griezmann, atento en el desmarque y las diagonales, pendiente también de las subidas de Jordi Alba y de los pases profundos y medidos de Messi.

La facilidad de Griezmann para salir del embudo ofensivo del Barça contrastaba con la poca presencia de Pedri, alejado de la zona en que es desequilibrante, más defensa que delantero, aconsejado en cada pausa por Messi. El 10 ejercía de pensador y de asistente al tiempo que el papel de percutor se reservaba para Coutinho. El brasileño tampoco acertó a embocar un centro meloso de Alba. La pelota, sin embargo, quedó suelta, a merced de un ariete al que le interesen los goles y no las jugadas, como Braithwaite. El danés empujó el balón en un doble remate, el último con el muslo, cuando Messi estuvo a punto de meter la mano en homenaje a Maradona.

El tumulto favorecía el fútbol atropellado y goles como los de Braithwaite. La alternativa era el tiro desde fuera del área, especialidad en la que se significó Griezmann, inteligente en ganar el espacio, delicioso en el golpeo del 2-0. El francés enganchó con la zurda un rechazo en la frontal y coronó la excelente asociación azulgrana que formó con Alba y Messi. El partido pareció resuelto al descanso y Koeman quitó a Pedri para poner a Busquets. El marcador demandaba más gobierno y posesión, un punto de calma después del ritmo del inicio, cuando en el intercambio de golpes salió favorecido como era de esperar el más fuerte, el Barça.

La fluidez sustituyó al ritmo en el Barça. Griezmann no paró, sin embargo, de repartir caramelos, poderoso y generoso con Coutinho en el 3-0. El cuarto tanto fue de Messi, como exigía el día, dedicado a la memoria de Maradona. La alegría por el gol del 10, certero en su tiro lejano y cruzado, parecido al de Maradona, compensó la amargura por la lesión de Lenglet.

Necesita el Barça un zaguero después de encontrar a un 9 —de momento Braithwaite—, alrededor del cual han caído cuatro goles en dos partidos y ha emergido la mejor versión de Griezmann mientras Messi se presentaba como pensador del Barça. A veces los anónimos son imprescindibles en un equipo con muchas celebridades como es el Barça.



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