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El futuro del turismo pasa por formarse en tecnología
Por Nacho Meneses | El País
Pocas actividades económicas se han visto tan afectadas por la crisis del coronavirus como la industria turística, arrastrada por unas restricciones de desplazamientos que se implantaron de forma generalizada. Un sector que, antes de la pandemia, representaba un 14,6 % del PIB español y que concentraba 2,8 millones de empleos, según un informe del Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés). Solo en 2019, el turismo dejó más de 176,000 millones de euros en la economía de España, y casi 84 millones de personas visitaron nuestro país. Sin embargo, la situación de emergencia sanitaria ha hecho que en 2020 se pierdan hasta un 75 % de esos ingresos.
Recuperar este sector es, por tanto, prioritario, aunque la incertidumbre sobre el futuro más inmediato lleva a los expertos a pensar que la recuperación total tardará aún en llegar: “Es difícil hacer previsiones, pero un escenario probable podría situar la recuperación del turismo en nuestro país en 2022, cuando se alcancen de nuevo los niveles de 2019”, afirma Concepción García, vicerrectora de Empleabilidad y Emprendimiento de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Para entonces, afirma, la actividad no será diferente a como era antes de la pandemia, “aparte de poner más atención en aspectos como la seguridad sanitaria, que antes podían pasar desapercibidos”.
¿Y entonces, qué? El futuro del turismo pasará necesariamente por superar una serie de retos tecnológicos y de sostenibilidad. “Todos sabemos que la actividad turística tiene una elevada huella climática y ecológica, dado que requiere un elevado consumo de energía y combustible”, sostiene Miguel Ángel Sastre, vicerrector de Calidad de la UCM. “Se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte relacionado con el turismo constituyen el 5 % de las emisiones con origen en el hombre. Hay que evolucionar a una actividad turística sostenible menos basada en el carbono”.
Tecnología y nuevas metodologías docentes
La tecnología jugará un papel esencial tanto a la hora de reducir el impacto medioambiental del turismo como de asegurar la sostenibilidad y eficiencia del mismo. Por ello, se han puesto en marcha diferentes iniciativas de investigación, innovación y formación que implican tanto a las instituciones educativas como a las empresas: son los casos de, por ejemplo, Les Roches Marbella o de la futura Travel Tech School by Amadeus, una iniciativa del Clúster Gran Canaria Turismo Innova, The Wise Dreams y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, con el apoyo de Amadeus, un proyecto educativo basado en las nuevas metodologías docentes y en el uso intensivo de la tecnología, con el que el archipiélago canario pretende convertirse en un centro de desarrollo de competencias digitales en el turismo.
La propuesta de la Travel Tech School se basa en la resolución de retos que den respuesta a las necesidades reales del sector turístico, en un contexto semipresencial, colaborativo, personalizado e inmersivo, pero sobre todo más flexible de lo que permiten normalmente las rígidas estructuras universitarias. Un formato “donde las clases magistrales se sustituyan por unas clases iniciales que den paso a un proceso de indagación que aborde el reto desde perspectivas diferentes” e incluso origine startups, afirma Edu William, cofundador de The Wise Dreams y promotor de la nueva escuela. “Yo he intentado impartir esta metodología en mis clases como profesor asociado de la universidad, pero entonces me viene la facultad y me dice: “Mira, Edu, tú no estás dando clase”. Así, tal cual... “¿Cómo que no hemos dado clase? Si hemos sacado hasta patentes...” “No, pero tú te tienes que plantar ahí y cantar...”. Una actitud que se explica, aduce, por la rigidez de los proyectos docentes y el sistema de certificación de los títulos.
El profesor, añade, está para acompañar al alumno y que lo que aprendas lo puedas implementar en un tiempo récord. “Métete ahora mismo en Internet y verás cómo, si eres hábil, puedes aprender a programar robótica en dos fines de semana. Lo que yo puedo hacer, con mi experiencia, es ver casos prácticos y aprender conjuntamente para que tú puedas, de verdad, aplicar el contenido teórico”. El proyecto canario ofrecerá formación tanto en competencias transversales (habilidades blandas como la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico, la capacidad de liderazgo o el emprendimiento), como en aquellas de alta especialización en turismo: programática, robótica, CRM o revenue management.
Siempre, eso sí, con el objetivo de cubrir allí donde no llegan ni la universidad ni la empresa, y con unos formatos que nutran y reciclen a los profesionales actuales del sector, pero que también ofrezcan una formación complementaria a los alumnos universitarios: “Hacer ciertos itinerarios para que los estudiantes puedan hacer su grado y luego un curso de experto en transformación digital, por ejemplo. Que en primero puedan hacer dos o tres asignaturas complementarias; en segundo, otras dos o tres; en tercero, lo mismo...”, explica William.
El papel clave de la tecnología
La tecnología ya estaba transformando el sector turístico mucho antes de la crisis sanitaria de 2020. Las agencias de viajes se iniciaron hace años en la era digital, y en alojamiento y restauración “el uso del big data permite conocer mejor a los clientes y ofrecerles una experiencia más completa, personalizando cada estancia con los gustos del cliente”, afirma Sastre. “Y hace tiempo que se utiliza para optimizar los ingresos de los establecimientos turísticos, gracias a la dinamización de los precios según la demanda”. Por otra parte, el marketing digital y el posicionamiento online adquieren también una especial relevancia en este sector.
El rol central de la tecnología en el turismo del futuro, y por lo tanto en la formación dirigida a sus profesionales, queda reflejado en la futura labor educativa de Travel Tech School, que da prioridad a cuatro líneas: la inteligencia artificial (IA), la robótica, la neurociencia y la realidad virtual. Las dos primeras, en especial, se erigen como elementos claves para la transformación, ya que mejoran la eficiencia y permiten, en el caso de la IA, tomar decisiones con un nivel de acierto importante, por la capacidad de predicción.
“La robotización no opone a las personas contra robots, porque de lo que se trata es de generar mayores capacidades en las personas que están trabajando, para que puedas ser más eficiente”, dice William. Así, por ejemplo, un auricular y un smartwatch pueden hacer que un empleado que no sabe idiomas pueda comunicarse con un cliente que, por ejemplo, habla ruso, gracias a los asistentes de voz con los que están trabajando; y el uso de unas gafas de realidad aumentada pueden proporcionar información vital sobre cada cliente en tiempo real. En definitiva, la tecnología permitirá personalizar la atención masivamente manteniendo los costes, algo que antes no era posible.
Su equipamiento formativo de realidad virtual hará posible ofrecer un sistema de formación y neuro evaluación de competencias transversales: cómo prepararse ante una negociación, una persona en un momento de liderazgo... “Con la ayuda de unos cascos de realidad virtual equipados con sensores, y a través del seguimiento ocular, el reconocimiento facial, el tono de voz y la sudoración, te sacan biomarcadores que enriquecen tu comportamiento implícito”. No se trata solo de cómo tú actúas, sino de cómo te has comportado, aunque no lo hayas hecho explícitamente. “A través de eso, nosotros te sacamos unos resultados, y unos niveles de comportamiento en los que te planteamos si tienes que mejorar o no, y te clasificamos en distintos niveles de esas competencias”, ilustra William.
El futuro está más cerca de lo que parece
Entre todas las consecuencias que la pandemia ha tenido sobre la economía, la restricción de desplazamientos ha sido sin duda la más dañina para el turismo. Pero ¿qué ocurriría si este no fuera necesariamente un factor? “Debemos empezar a reflexionar y tomar decisiones sobre el teletransporte. El ecosistema turístico siempre ha estado regido por el desplazamiento, pero lo que las personas quieren realmente son experiencias. ¿Puedo yo disfrutar de experiencias desde mi casa? ¿Es eso turismo?”, se pregunta William.
Para este docente canario, es perfectamente posible que, dentro de cinco o diez años, “una cantidad relevante de personas (a lo mejor, hasta un 20 %) eliminen alguno de los viajes que ahora hacen de manera impulsiva, y lo sustituyan por unas experiencias de fin de semana en realidad virtual, en tiempo real, paseando con amigos por Hong Kong o por Turquía”. La tecnología, continúa, existirá en solo tres o cuatro años, y se trata de abordar este debate para poder ser pioneros y no llegar tarde, “porque así no se puede innovar. Queremos empezar a desarrollar talento, innovación y proyectos de I+D” como el que ya tienen en marcha con el grupo Domingo Alonso. “Las herramientas ya existen. Yo puedo estar ahora mismo retransmitiendo el parque de mi casa, que tú y yo nos pongamos las gafas de realidad virtual y que estemos paseando juntos, o que incluso yo pueda crear, en tiempo real, un avatar mío que tú no puedas diferenciar si soy yo o no. Estamos tecnológicamente más cerca de lo que tú crees”.
Otra cosa, puntualiza, es cómo se despliega y cómo se usa, “porque a veces se tarda más en la usabilidad en el sector que en el desarrollo de la tecnología”. La tecnología ya existe – la NBA ofrece palcos por realidad virtual para ver partidos a pie de pista –, pero hay que ver cómo se perfecciona y, sobre todo, si se populariza: es necesario que los dispositivos mejoren y bajen de precio. “Se trata de una innovación que cambiará por completo el turismo: el axioma principal, el desplazamiento, deja su lugar a la experiencia... Creo que, en solo tres o cinco años, estaremos viendo productos experienciales en realidad virtual de manera masiva a través de agencias de viajes u otras plataformas de distribución”. El objetivo es estar desarrollando el contenido y la utilidad para cuando la tecnología esté completamente desarrollada e implementada.
¿Puede hacerse de una manera realista? Para William, es aquí donde los elementos de la neurociencia entran en juego: cuanto más conozcamos nuestro cerebro, y sepamos generar ciertos estímulos de ambiente, de sonido e inmersivos, más real será la experiencia. “No es lo mismo, pero hay una gran proximidad. Yo no te digo que no vayas a tomarte tus vacaciones de verano y de navidad, pero a lo mejor, en un puente que te ibas a coger, a lo mejor prefieres pasártelo en Euro Disney con tus hijos, te ahorras un dinerito y además pueden incluso coincidir con sus primos, que viven en Australia... Se abren otras posibilidades que hay que valorar; no podemos ponerlas debajo de la alfombra”.
maria-jose