Vidas Ejemplares

La Isla de los Santos y de los Sabios

2021-07-01

Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket un fanático...

Por P. Carlos Buela, V.E.

Ya a fines de la baja edad Media Irlanda era conocida como “La Isla de los santos y de los sabios”.

En verdad, son numerosos los nombres que la tradición celta de Irlanda considera como santos, hombres y mujeres que vivieron virtud heroica y elevada vida espiritual. Estos han sido siempre venerados y recordados en toda la Iglesia, pero particularmente viven en la memoria de la Iglesia celta de Irlanda. Las nominas de santos y mártires refieren que entre los siglos V y VII Irlanda dio más de 350 santos a la Iglesia. Tal ha sido el fervor de sus vidas, de sus escritos y de su tenor espiritual que hoy se habla y se estudia de manera singular la espiritualidad celta, indicando con este nombre a toda una corriente espiritual que entre los siglos de la baja edad media forjó hombres extraordinarios para la Iglesia, que por su sabiduría y santidad, iluminaron el mundo antiguo y sentaron las bases del cristianismo medieval. En efecto, Isla de santos y sabios.

El florecer de los nombres y la figura de santos en Irlanda se remontan a los tiempos mismos de San Patricio y a los inicios del monaquismo celta. En efecto, cuando el santo patrono tenía la costumbre de viajar por los distintos condados enseñando y predicando, tenía la costumbre de consagrar a algún hombre santo como obispo y dejar cada oveja conquistada para Cristo bajo su cargo. Estos hombres solían reunir a otros con el y establecer un monasterio. Dentro de los muros de estos monasterios, gran santidad floreció en toda Irlanda, surgieron escuelas y brilló la actividad artística particularmente entre los copistas. Se produjeron brillantes obras de arte como el Book of Kells o el Book of Armagh. Pero, principalmente, la obra y los monasterios iniciados por San Patricio produjeron Santos (que es lo que tienen que producir los sacerdotes católicos, de todos los tiempos y lugares).

El testimonio de estos hombres se percibe todavía en Irlanda. En verdad, como dijo el Papa Juan Pablo II en su visita a la Isla: “Los Santos de Irlanda, antiguos y nuevos muestran con qué profundidad el pueblo irlandés se ha comprometido con Cristo”.

Recordamos brevemente los principales entre ellos (dejamos de lado a San Patricio a quien ya dedicamos una crónica) y al final agregamos unas letanías de santos irlandeses rezada frecuentemente en los monasterios de la Isla.

San Columba – (521-597)

S. Columba, (Columbano o Columkill), es el mayor y más popular de los santos irlandeses después de san Patricio, nacido en Gallan, en el condado de Donegal, quizá de familia de príncipes; entró siendo muy niño aún en el monasterio de Clonard, se ordenó de sacerdote y al parecer después vivió quince años más en su isla natal, predicando y fundando numerosos monasterios, entre ellos los de Derry y Durrow.

Hacia el 563, ya famoso por su piedad y su saber, marchó a evangelizar a los pictos paganos de Escocia, dice su primer biógrafo, "era un peregrino de Cristo". En unión de doce discípulos recorrió las tierras escocesas y fundó el gran monasterio de Iona, en la isla del mismo nombre, el centro más importante de la historia cristiana de aquellas regiones.

Desde lona -que servirá también como panteón de los reyes escoceses- su influencia se extendió por toda la Caledonia: ponía paz entre los enemigos, enseñaba a arar las tierras, llevaba consigo la civilización y la fe, y durante treinta y tantos años fue el gran apóstol de los pictos.

Se habla de él como alguien «cuyo rostro irradiaba dicha interior», alegre, bondadoso y caritativo, y el pueblo le atribuía dotes de profeta y taumaturgo, contándose que le bastó hacer el signo de la cruz para ahuyentar del lago Ness a un monstruo acuático, cuyos posibles descendientes todavía atraen el turismo hacia aquella zona.

San Columba murió en Iona rodeado de sus monjes, tras haber merecido por sus conquistas espirituales el sobrenombre de «soldado de la Isla».

San Kilian (o Kiliano)

Fue un monje irlandés que recibió la dignidad de obispo de Wurzburgo (Alemania). Nació Kilian hacia el 640 y desde muy joven ingresó como monje en el monasterio de Hy. Siendo aquel, tiempo de misiones en Europa, porque sólo estaban cristianizados los grandes núcleos urbanos, pasó el santo a Francia a ejercer su ministerio de la predicación. Su labor fue sumamente fructífera, por lo que el Papa le autorizó a extender su campo de acción por donde quisiera. Se internó, pues, en Alemania recorriendo las poblaciones de las riberas del Rhin, llegando a Herbipoli (Wurzburgo), en el condado de Franconia, de la que fue consagrado obispo. Extendió su acción pastoral también a Turingia, donde convirtió al rey Gorbert, al que persuadió para que repudiase a Geilana, viuda de su hermano, con la que se había casado. Geilana no se lo perdonó, y esperó la ocasión propicia para vengarse. Lo hizo el año 689, mandando matarle en secreto a él y a otros tres clérigos. Se conmemora la fiesta de este santo el 8 de junio según unos santorales, y el 13 de noviembre según otros.

San Malaquías

Nació en Armagh, Irlanda, en 1094 en la familia O´Morgair, según San Bernardo, de la nobleza. Fue bautizado con el nombre de Maelmhaedhoc (latinizado como Malaquías). Fue educado por Imhar O´Hagan y después por el Abad de Armagh. Fue ordenado sacerdote por St. Cellach (Celsus) en 1119. Después de su ordenación continuó sus estudios de liturgia y teología en Lismore, San Malchus. En 1123 fue elegido abad de Bangor y un año mas tarde fue consagrado obispo de Connor. En 1132, fue elevado a la primacía de Armagh, la sede de San Patricio. San Bernardo nos dice que San Malaquías poseía un gran celo por la religión. Al morir San Celsus, San Malaquías fue nombrado Arzobispo de Armagh en 1132, aunque por su gran humildad le costó aceptarlo. Las intrigas no le permitieron asumir su cargo por dos años. En tres años restauró la disciplina eclesiástica en Armagh. En 1139 viajó a Roma y en el camino visitó a San Bernardo en Clairvaux (Claraval). En Roma fue nombrado legado de Irlanda. Regresando vía Clairvaux obtuvo cinco monjes para fundar en Irlanda y fue así que surgió la gran abadía de Mellifont en 1142. En un segundo viaje a Roma, San Malaquías enfermó llegando a Clairvaux y murió en los brazos de San Bernardo el 2 de noviembre. Se le atribuyen muchos milagros pero por lo que más se le recuerda es por su don de profecía. Fue canonizado por el Papa Clemente III, el 6 Julio de 1199. Su fiesta se celebra el 3 de noviembre.

San Columbano – (525-615)

El celta es viajero por naturaleza: como marino o como misionero. Esto es algo que no se debe olvidar cuando se intenta seguir la "peregrinación por Dios" de San Columbano, el más grande de los monjes irlandeses. Nacido hacia el 525 ó 530 y formado en Bangor por el riguroso San Gomball, cruzó el Canal de la Mancha con un grupo de monjes en torno al año 590. Su objetivo era la evangelización de las regiones vecinas al Mosa y al Rin. Después de haber recorrido durante catorce años el noroeste de la Galia, se afincó en Luxeuil de Borgoña. Si se ha de hacer caso a la Regla que redactó, y aún más a su célebre Penitencial: «treinta golpes de disciplina a quien se olvide de responder amén en el coro», la vida de los seguidores de San Columbano era sumamente austera. Mas esto no apagaba en lo más mínimo la afluencia de discípulos, puesto que pronto contó Luxeuil con más de trescientos monjes. Columbano entró entonces en conflicto con los obispos y príncipes borgoñeses (610). Quiso regresar a Irlanda, pero su navío naufragó a la salida de Nantes, y comprendió que el Señor le quería en el continente. Decidió entonces dirigirse a Roma, aun cuando no llegaría más allá de la Liguria. Dejando en Suiza a su discípulo San Galo, el anciano abad se retiró a Bobbio, en donde fundó un nuevo monasterio. Murió en el en el año 615.

Santa Brígida – Muerta el 1 de febrero de 524 ó 526

Patrona de Irlanda juntamente con los santos Patricio y Columba. Es la santa más conocida de toda Irlanda, fundadora del monasterio de Kildare. A pesar de su gran fama, de la abundancia de material hagiográfico y folklórico y de numerosos datos sobre la devoción popular, conectados con su culto, se saben muy pocos hechos históricos acerca de ella. La vida de Brígida, escrita por Cogitosus en el s. VII (620- 680), es el ejemplo más temprano existente de la hagiografía Hiberno-Latina. Hace un interesante relato de la Iglesia de Kildare y tiene valor como fuente para una historia social, pero el autor sabía evidentemente muy poco de la vida terrena de la santa. Ésta aparece como fundadora del monasterio de Kildare; era un monasterio posiblemente para monjes y monjas y también una sede episcopal. Se dice que el obispo Conláeth fue escogido por Brígida, y parece que la abadesa del monasterio, la sucesora de Brígida, ejerció una autoridad quasi-jurisdiccional a través del obispo agregado a la Iglesia. Existen también himnos y poemas en lengua irlandesa de los s. VII y VIII atestiguando el culto a Santa Brígida Partiendo de esto y de fuentes seculares (vestigios genealógicos, etc.), parece probado que Brígida pertenecía a una tribu menor, los Fothairt, a quienes se encuentra en varias partes de Irlanda y una de cuyas ramas se estableció en el mismo Kildare. Las historias de Brígida subrayan su caridad y hospitalidad y también señalan su conexión con las labores de las granjas y con el ganado. El irlandés Donatus, obispo de Fiésole aproximadamente desde el 826 al 874, escribió una Vida en verso de Brígida.

Santa Ita

Santa Ita, llamada la "Brígida de Munster"; nació en el actual condado de Waterford, cerca de 475; murió el 15 de enero de 570. Ella se hizo religiosa, instalándose en Cluain Credhail, un lugar que desde entonces se ha conocido como Killeedy -- es decir, "iglesia de Santa Ita "-- en el condado de Limerick. Sus austeridades son contadas por San Cuimin de Down, y se registran numerosos milagros de ella. Fue también dotada con el don de profecía y fue tenida en gran veneración por un gran número de santos contemporáneos, tanto hombres como mujeres. Cuando sintió que se le acercaba su fin, envió a alguien a buscar a su comunidad de monjas, y invocó la bendición del cielo para el clero y los laicos del distrito alrededor de Killeedy. No fue solamente una santa, sino que madre espiritual de muchos otros santos, incluyendo San Brendan el Viajero, San Pulquerio (Mochoemog), y San Cummian Fada. A petición de obispo Butler de Limerick, el papa Pío IX concedió un oficio y misa a la Fiesta de Santa Ita, que se observa el 15 de enero.

San Brendan el Viajero

Nació alrededor del 483. Recibió el cuidado de Santa Ita y la educación del obispo Ercas de Dungarvan en el condado de Waterford, y de su contemporáneo San Finian de Clonard en el Condado de Meta. La tradición irlandesa dice que “Brendan el Navegante” descubrió América nueve siglos antes que Colón. Once manuscritos de la Biblioteca Imperial de Paris, además de otras investigaciones, apoyan esta afirmación. Brendan deseaba descubrir nuevas tierras en donde predicar la palabra de Dios. Discutió su plan con San Enda, en Inishmore, y con pescadores de las costas de Galway y Mayo. Muchos de ellos habían escuchado de una tierra extraña allende el mar y tenían conocimiento del mar que podía ser fructífero para cualquiera que tuviese inclinaciones a la navegación a gran distancia. Volvió a Kerry. Allí construyó una barca de cuero y madera según las especificaciones recibidas. Con unos pocos compañeros zarpó de Dingle Bay. Con la ayuda de una vela y remos y usando solamente las estrellas para su navegación, cruzó el océano Atlántico y llegó a Virginia o Connecticut. Se internó y llegó hasta el Mississipi o uno de sus tributarios, el Ohio. Después de siete años retornó a Irlanda y estableció su principal fundación cercana al río Shannon en Clonfert, cerca de Ballinasloe, condado de Galway. El monasterio creció y se extendió su fama. En un tiempo albergó a tres mil monjes: escoceses, ingleses, galeses, británicos y continentales. También fundó monasterios en el condado de Kerry, en Ardfert, cerca de Tralee y al pie del monte Brandon. Hacia el final de su vida escribió acerca de la Vida y los Tiempos de Santa Brígida. A la edad de aproximadamente noventa y cuatro años murió. Era el año 577. Sus monjes lo enterraron en los límites de su monasterio de Clonfert.

San Kevin

Fue el Abad de Glendalough, en el condado de Wicklow. Nacido en 498. Su nombre significa “engendrado bellamente”. Evitó las posesiones del mundo que tenía como miembro de una familia rica y poderosa. Un piadoso británico, de nombre Petrocus, vino a estudiar y a hacerse religioso. Este hombre se interesó en Kevin, quien tenía 7 años. Le enseñó por 5 años y luego aconsejó a sus padres de dejarlo bajo el cuidado de tres ermitaños, Enna, Lochan y Dogáin. Ellos aceptaron. Kevin estudió Sagrada Escritura en Kilnamanagh, condado de Dublín, hasta que llegó a la edad adulta. Luego se consagró como monje. Se construyó un pequeño eremitorio en Glendalough (el Valle de los Dos Lagos), para rezar y meditar. La fama de su santidad creció y fue inundado de pedidos de aceptar la visita de religiosos. Gradualmente, Glendalough se convirtió en uno de los lugares de oración y aprendizaje más importantes de Irlanda, con un monasterio, siete iglesias y una catedral. Kevin murió en 618, habiendo llegado a la edad de 120 años.

San Ciaran

Existen muchos santos irlandeses con este nombre, pero el más célebre es San Kiriano de Clonmacnois. Su historia es desconocida, pero floreció durante la época más destacada del siglo V, y es venerado en Inglaterra, Bretaña, Gales y Escocia, el 5 de marzo. San Ciaran fundando Clonmacnois fundo el centro monástico mas importante de toda Irlanda. Desde allí salieron numerosísimos monjes a fundar monasterios por todo el mundo conocido.

San Lorenzo de Irlanda (Lawrence O’Toole), Arzobispo

San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O’Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época. Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro. Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles por ser vencedor’, y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad. Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzo llegó a ser un excelente monje en ese monasterio. Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.

Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.

En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.

Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.

En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.

El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.

Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.

El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. ¡Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias! ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Sus restos se conservan en la catedral católica de Dublín.

San Oliver Plunkett

San Oliver Plunkett nació en una familia aristocrática en Loughcrew en el Condado de Meath el 1 de Noviembre 1625. Esto fue durante las Leyes Penales, cuando la Iglesia Católica y sus ministros habían sido suprimidos. No se permitía la práctica abierta de la fe y la celebración de la misa y los sacramentos estaban prohibidos. Oliver fue a Roma en 1647 a estudiar para ser sacerdote y fue ordenado en 1654. Después de tres años en San Gerolamo della Carita fue designado profesor de teología del colegio de Propaganda Fidei. En 1669 fue designado Arzobispo de Armagh, la sede de San Patricio. Trabajó incansablemente en el cuidado pastoral de su rebaño. Al principio se le permitió trabajar abiertamente pero luego, cuando cambió la situación política, se vio obligado a esconderse. Aún entonces, continuó a servir a su pueblo con gran peligro. En 1679 el Arzobispo Plunkett fue arrestado con el cargo de traición. Testigos falsos testimoniaron en contra suya, pero un jurado compuesto enteramente de protestantes en Irlanda lo absolvió. Fue transferido a Londres y juzgado allí por traición. En un simulacro de justicia escandaloso fue condenado y sentenciado a muerte. Fue colgado en Tyburn en Inglaterra el 1º de Julio de 1681. Su cabeza fue rescatada del fuego por algunos amigos y luego transportada a la iglesia de San Pedro en Drogheda, donde está conservada para la veneración en un santuario especial.



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