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La resistencia muyahidín contra los talibanes ha comenzado, pero necesitan ayuda

2021-08-22

Pase lo que pase, mis combatientes muyahidines y yo defenderemos Panjshir como el último...

Ahmad Massoud, The Washington Post

En 1998, cuando yo tenía nueve años, mi padre, el comandante muyahidín Ahmad Shah Massoud, reunió a sus soldados en una cueva en el valle de Panjshir, al norte de Afganistán. Una vez allí, se sentaron y escucharon al amigo de mi padre, el filósofo francés Bernard-Henri Lévy, quien les dirigió unas palabras. “Cuando luchan por su libertad, también luchan por la nuestra”, dijo Lévy.

Mi padre nunca olvidó esto cuando combatió al régimen talibán. Hasta el momento en que fue asesinado el 9 de septiembre de 2001 por órdenes de los talibanes y Al Qaeda, estuvo luchando por el destino de Afganistán pero también por el de Occidente.

Ahora, esta lucha en común es más crucial que nunca en estas horas oscuras y tensas para mi tierra natal.

Hoy escribo desde el valle de Panjshir, listo para seguir los pasos de mi padre, junto a combatientes muyahidines dispuestos a enfrentarse una vez más a los talibanes. Tenemos provisiones de municiones y armas que hemos recolectado pacientemente desde la época de mi padre, porque sabíamos que este día podía llegar.

También tenemos las armas portadas por los afganos que en las últimas 72 horas han respondido a mi llamado para unirse a la resistencia en Panjshir. Tenemos soldados del ejército regular afgano que están asqueados por la rendición de sus comandantes y ahora se dirigen a las colinas de Panjshir con sus equipos. Varios exmiembros de las Fuerzas Especiales Afganas también se han unido a nuestra lucha.

Pero no es suficiente. Si los líderes talibanes lanzan una ofensiva, se enfrentarán sin duda a una firme resistencia de nuestra parte. La bandera del Frente de Resistencia Nacional ondeará sobre todas las posiciones que intenten tomar, así como ondeó la bandera del Frente Nacional Unido hace 20 años. Sin embargo, sabemos que nuestras fuerzas militares y logísticas no serán suficientes. Se agotarán rápidamente a menos que nuestros amigos de Occidente puedan encontrar la manera de abastecernos sin demora.

Estados Unidos y sus aliados han abandonado el campo de batalla, pero todavía pueden ser un “gran arsenal de democracia”, como dijo Franklin D. Roosevelt cuando fue a ayudar a los británicos asediados antes de la entrada de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.

Con ese fin, le imploro a los amigos de Afganistán en Occidente que por favor intercedan por nosotros en Washington y en Nueva York, ante el Congreso y el gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden. Intercedan por nosotros en Londres, donde terminé mis estudios, y en París, donde la memoria de mi padre fue homenajeada esta primavera cuando le colocaron su nombre a un camino en los jardines de los Campos Elíseos.

Sepan que millones de afganos comparten sus valores. Hemos luchado durante mucho tiempo para tener una sociedad abierta, en la que las niñas puedan convertirse en doctoras, nuestra prensa pueda informar libremente, nuestros jóvenes puedan bailar y escuchar música o ir a partidos de fútbol en los estadios que alguna vez fueron utilizados por los talibanes para ejecuciones públicas, algo que podría ocurrir pronto de nuevo.

Los talibanes no son solo un problema para el pueblo afgano. Bajo control talibán, Afganistán se convertirá sin duda en el epicentro del terrorismo islámico radical. Los complots contra las democracias del mundo volverán a tramarse desde aquí.

Pase lo que pase, mis combatientes muyahidines y yo defenderemos Panjshir como el último bastión de la libertad afgana. Nuestra moral está intacta. Sabemos por experiencia lo que nos espera.

Pero necesitamos más armas, municiones y suministros.

Estados Unidos y sus aliados democráticos no solo comparten con los afganos la lucha contra el terrorismo. Ya tenemos una larga historia compuesta de ideales y luchas compartidas. Aún hay muchas cosas que pueden hacer para ayudar a la causa de la libertad. Son la única esperanza que nos queda.



JMRS
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