Nacional - Política

El discurso en favor del Gobierno del jefe del Ejército de México abre el debate sobre su pertinencia

2021-11-22

El concepto de Cuarta Transformación figura de nuevo en el centro de la polémica,...

Pablo Ferri | El País

A días de alcanzar la mitad del sexenio, pocos se asombran ya de la sintonía entre el Ejército y el Gobierno, socios morales y comerciales, nunca tan cercanos como en la actual Administración. Sorprenden, sin embargo, picos de hermandad como el del fin de semana, cuando el secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, aprovechó su discurso por el aniversario de la Revolución mexicana para pedir adhesión al “proyecto de nación que está en marcha”. Ofendida, la oposición ha dedicado las horas posteriores a criticarlo.

En el discurso, Sandoval dijo: “Las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional vemos en la transformación que vive nuestro país el mismo propósito de las tres primeras transformaciones, el bien de la patria. Se enfoca en desterrar la corrupción, procurar el bienestar del pueblo, el progreso con justicia, la igualdad, el crecimiento económico, educación, salud y seguridad entre otros rubros. Como mexicanos, es necesario estar unidos en el proyecto”. El general ilustraba así la fortaleza del vínculo entre institución y Gobierno, extraña en Administraciones anteriores, cuando sus predecesores bien desplegaban su propia agenda, o bien trataban de atajar rumores de lejanía con el jefe del poder Ejecutivo, caso del general Guillermo Galván con Felipe Calderón (2006-2012).

La proclama rompía además con el tono que el militar había elegido el año anterior, comedido e institucional, marcado por los coletazos del caso Salvador Cienfuegos, su antecesor al frente de la Secretaria de la Defensa. En octubre de 2020, las autoridades de Estados Unidos detuvieron a Cienfuegos en Los Ángeles, acusado de narcotráfico. Sandoval usó su discurso un mes más tarde para señalar que “la lealtad institucional del Ejército es a toda prueba”. Superada la polémica, el jefe del Ejército ha elegido hilos distintos para su discurso este año.

La senadora Lilly Téllez, del conservador Acción Nacional (PAN), ha solicitado este lunes la comparecencia del jefe militar en la Cámara Alta, para que explique “por qué hace política” en sus discursos. En el escrito, presentado a la mesa directiva del Senado, Téllez argumenta: “Sus funciones deben de ser estrictamente institucionales y apegadas al marco jurídico que rige su actuar, el cual no le confiere de promoción hacia ningún proyecto de Gobierno, ni partido político alguno”. Compañeros de partido la han secundado.

El concepto de Cuarta Transformación figura de nuevo en el centro de la polémica, apelativo que ha elegido la actual administración para nombrarse. Después de la Independencia, la Reforma y la Revolución, López Obrador considera su Gobierno como el principio de un nuevo movimiento de fondo, que cambie las reglas del juego democrático, preso de la corrupción y el clientelismo. Pocos pueden criticar la teoría de la propuesta, muchos señalan, sin embargo, que de la teoría a la práctica hay un trecho importante.

El problema para Sandoval es que eligió precisamente ese espacio para construir su discurso, el plano que va de lo teórico a lo práctico, barrera entre el Gobierno y la oposición, no solo encarnada por el PAN y algunos gobernadores, diputados y senadores díscolos, sino también por organizaciones de la sociedad civil y centros estudiantiles, críticos por el presunto sectarismo ideológico del Gobierno.

El general secretario habló como si la Cuarta Transformación fuera una realidad indiscutible. “Es un orgullo poder contribuir a la transformación que se está viviendo”, dijo en su discurso, dirigiéndose al mandatario. “Las bases están sentadas y se avanza con paso firme en el proyecto de nación que ha impulsado. Sus convicciones son una valiosa guía en las acciones que se realizan para tener un país más libre, democrático y justo”, añadió. El fallo así sería doble: presentar un proyecto político como parte nuclear del Estado y asumir su éxito antes incluso de la mitad del mandato.

No resulta difícil de explicar la cercanía entre Gobierno y Ejército, dada la confianza de López Obrador en las Fuerzas Armadas, más allá de la seguridad pública, tarea que se les encomendó hace ahora casi 15 años. En la actual Administración, el Ejército se ha convertido en una de las principales empresas constructoras de obra pública, con el aeropuerto Felipe Ángeles, cerca de Ciudad de México, tramos del Tren Maya o las sucursales del Banco del Bienestar. Hace unos días, el mandatario anunció además la creación de una empresa pública, manejada por el Ejército, para administrar estos y otros proyectos de infraestructura estratégicos, por falta de confianza en autoridades civiles, como la Secretaría de Comunicaciones. Hace meses, ya encargó la operación de las aduanas a las Fuerzas Armadas, en detrimento de Comunicaciones.


 



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