Panorama Norteamericano
¿Cómo podría Biden reparar su presidencia?
Editorial, The Washington Post
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cerró el miércoles 19 de enero un año mixto de éxitos y esperanzas frustradas. En una conferencia de prensa, Biden reconoció los “retos” pero también se jactó del “enorme progreso” en la lucha contra la pandemia y la aprobación de una legislación importante. Y aunque afirmó que “seguiría en este camino”, la verdad es que, a pesar de sus logros sustanciales, a su presidencia le vendría bien un reinicio.
Que no quede duda: los estadounidenses deberían estar agradecidos todos los días de que Biden esté en el cargo en lugar del expresidente Donald Trump y la banda de incompetentes que solían gestionar el gobierno. No queremos ni imaginar cuán peor estaría el país si Trump siguiera dando consejos médicos insólitos desde la Casa Blanca, ejecutando una política exterior amigable con Rusia mientras el Kremlin se prepara para invadir Ucrania, o continuara negando el cambio climático. Biden también ha logrado restaurar la integridad del Despacho Oval, sin mentir ni abusar de su autoridad como lo hizo Trump. Además, el presidente puede presumir algunos logros importantes. La mayoría de los estadounidenses están vacunados. Su proyecto de ley de ayuda por el COVID-19 mitigó la pobreza infantil durante la peor parte de la pandemia. El país apenas está comenzando a ver los beneficios del proyecto de ley de infraestructura bipartidista de 1 billón de dólares que financiará enormes inversiones en energía verde, carreteras, puentes y ferrocarriles, el cual fue aprobado bajo su liderazgo.
Pero cuando el presidente asumió el cargo, las expectativas eran altas. Se suponía que las nuevas vacunas controlarían el coronavirus y reactivarían la economía, y las mayorías demócratas en el Congreso redactarían leyes sociales transformadoras. Cuando los demócratas del Congreso aprobaron rápidamente el enorme proyecto de ley de ayuda por el COVID-19 y el gobierno de Biden gestionó un disciplinado despliegue de vacunas, las esperanzas aumentaron aún más. Sin embargo, en las últimas semanas, la variante ómicron ha establecido números récords de nuevos casos en Estados Unidos, las cifras de empleos son inestables, la inflación se ha incrementado, y el plan demócrata Build Back Better de 2 billones de dólares se ha estancado en el Senado.
Esto demuestra que el presidente no lo controla todo. No puede hacer mucho para evitar la inflación y aún menos para prevenir las mutaciones genéticas virales que conducen a nuevas variantes de coronavirus.
Pero eso no es lo único que ha ocurrido. Biden, quien se postuló como un veterano experimentado del Senado capaz de lograr que el poder ejecutivo y el Congreso funcionaran de nuevo, ha cometido varios errores no forzados.
En lo más alto de la lista está su caótica retirada de Afganistán, que resultó en la muerte de 13 miembros de las fuerzas militares estadounidenses y condenó a un país en el que Estados Unidos había invertido grandes recursos a estar bajo el dominio de un régimen talibán.
Mientras la situación en Afganistán se desenvolvía, Biden permitió que las expectativas progresistas superaran la realidad de lo que los demócratas podían lograr con sus ajustadas mayorías en el Congreso. Los progresistas hablaron de aprobar un proyecto de ley llamado Build Back Better de varios billones de dólares o más, a través del uso del procedimiento de reconciliación del Senado que permite que la legislación sobre impuestos y gastos eluda el requisito obstruccionista de 60 votos. Pero lo que sucedió fue que los demócratas conservadores del Senado Joe Manchin III (West Virginia) y Kyrsten Sinema (Arizona) afirmaran que no apoyarían un proyecto de ley que superara los 2 billones de dólares. Una vez que se hizo evidente esa realidad, Biden debió haber persuadido a los demócratas a darle prioridad a algunos programas para que obtuvieran financiamiento de manera sostenible. En cambio, los demócratas de la Cámara de Representantes se negaron a sacrificar programas para salvar otros y aprobaron un proyecto de ley que contenía una gran cantidad de iniciativas con fondos insuficientes. Cuando Manchin se opuso públicamente, la Casa Blanca emitió una declaración mordaz que intoxicó las negociaciones.
En cuanto a los derechos al voto, Biden y los demócratas en el Congreso presionaron por una legislación radical que pondría fin al gerrymandering partidista y exigiría medidas de acceso al voto, con la advertencia de que de no ser aprobada, la democracia estadounidense podría correr un grave peligro. Esta vez, Manchin y Sinema apoyaron el proyecto de ley pero no estuvieron a favor de cambiar las reglas del Senado para que pasara por encima del obstruccionismo republicano.
Incluso en cuanto a la variante ómicron, el gobierno de Biden pudo haber estado mejor preparado. Era previsible que el coronavirus iba a seguir mutando, quizás de una manera que lo hiciera más infeccioso y capaz de evadir las vacunas. La Casa Blanca debió haber diseñado una infraestructura de pruebas rápidas PCR por todo el país en caso de que esto ocurriera, como de hecho sucedió este invierno. En cambio, los tiempos de espera actuales para obtener resultados confiables son casi inútilmente extensos.
En su segundo año, Biden debe virar hacia lo práctico. Manchin se había ofrecido a apoyar una propuesta de Build Back Better de 1,8 billones de dólares el mes pasado, que habría incluido contundentes disposiciones sobre el cambio climático, antes de que sus conversaciones con la Casa Blanca colapsaran. El presidente debió haber aceptado la propuesta de Manchin en ese momento. Biden debería decirle “sí” a Manchin ahora, y rescatar lo más que pueda de esa propuesta en conversaciones directas con el senador de West Virginia. El progreso podría ocurrir pronto: Biden dio señales el miércoles 19 de enero que aligeraría de forma notable el proyecto de ley Build Back Better para que coincida con las preferencias de Manchin, con las disposiciones climáticas y energéticas todavía como foco principal.
Mientras tanto, la mayor amenaza para la democracia de Estados Unidos no es la obstrucción al voto sino que los administradores o funcionarios electos intenten alterar los recuentos legítimos de votos basándose en mentiras sobre fraude. El esfuerzo continuo de Trump de desacreditar la votación de 2020, la cual según los expertos fue la elección presidencial más segura de la historia, ha estimulado que una ola de candidatos republicanos hagan campaña en base a sus falsas teorías de conspiración. Un grupo bipartidista de senadores está discutiendo un proyecto de ley que blindaría los procedimientos de conteo de votos contra la subversión partidista. Biden debería fomentar estas discusiones.
El presidente también debería alentar a los legisladores a que sigan trabajando en la reforma del Senado. Aunque Manchin se haya negado a poner de cabeza el obstruccionismo para aprobar un proyecto de ley de derecho al voto, ha señalado que está abierto a alterar las reglas de formas más modestas. Esto podría incluir hacer que sea más complicado para el partido minoritario mantener maniobras obstruccionistas, las cuales se han convertido en rutina recientemente. Hacerlo podría requerir tener más conversaciones con los republicanos; el presidente debería ponerlas en marcha.
El primer año de gobierno de Biden no fue tan funesto como ha sido presentado en muchos reportes. Pero podría haber logrado más cosas. Aún podría hacerlo si se comporta más como el pragmático exsenador que prometió ser.
JMRS
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