Reportajes
Una joven de Guatemala arriesga todo para huir y halla un trabajo agotador en planta de Estados Unidos
Por Mica Rosenberg, Kristina Cooke y Joshua Schneyer
Entreprise, Alabama, EU, 7 feb (Reuters) - A los 16 años, cuando la mayoría de adolescentes en Estados Unidos están a la mitad de la escuela secundaria, Amelia Domingo se encuentra trabajando en máquinas procesadoras de pollo en un pueblo agrícola de Alabama y vive sumamente endeudada con usureros de su Guatemala natal.
Después de endeudarse para que contrabandistas la atravesaran por México por 10,000 dólares, Amelia cruzó a Arizona en febrero pasado y se entregó a los funcionarios de inmigración, quienes la condujeron, dijo, desde una instalación fronteriza abarrotada hasta un albergue para menores no acompañados.
Aproximadamente un mes más tarde, los funcionarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos estadounidense (HHS, por sus siglas en inglés), que supervisa los refugios para niños migrantes, la entregaron a su hermana adulta Rosa, con quien ahora vive en Enterprise, una localidad de Alabama con una floreciente industria avícola.
Amelia es parte del aumento actual en la migración de menores de Centroamérica a Estados Unidos en busca de una vida mejor. "Casi no hay ninguna oportunidad", afirmó sobre el futuro de los jóvenes en su pueblo de las tierras altas en el oeste de Guatemala. "La mayoría de la gente de mi edad tiene que irse".
Un portavoz del HSS explicó que la agencia no puede comentar sobre el caso de ningún migrante individual. A pedido de Amelia, Reuters accedió a no identificar su ciudad natal, la planta de pollos donde ahora trabaja o el trabajo exacto que realiza allí.
Amelia y Rosa trabajan en ese pueblo de Alabama, utilizando identidades y fechas de nacimiento falsas obtenidas por intermediarios ilegales que falsifican u obtienen dicha documentación para los indocumentados. Así consiguieron que las destinaran a plantas avícolas.
La afluencia de menores como Amelia a Enterprise y el condado circundante -Coffee- el año pasado llevó al menos a tres agencias federales diferentes a investigar si se están violando las leyes laborales o de inmigración, dijeron a Reuters personas familiarizadas con las investigaciones.
En 2021, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos interceptó a menores no acompañados más de 169,000 veces en la frontera sur, cinco veces más que el año anterior.
Parte de un récord de 1.95 millones de detenciones de personas que buscaban cruzar esa frontera ilegalmente el año pasado, el aumento se produce cuando los migrantes buscan aprovechar el cambio de política de Washington, especialmente en torno a los menores de edad.
El año pasado, el presidente Joe Biden eximió a los niños no acompañados de una política introducida por la administración Trump que, al comienzo de la pandemia del coronavirus, requería que los funcionarios de inmigración expulsaran rápidamente a la mayoría de los inmigrantes no autorizados, sin importar su edad.
A los menores solos como Amelia se les permite permanecer en el país y son entregados generalmente a familiares, mientras los servicios migratorios resuelven sus solicitudes de refugio en Estados Unidos, pero las autoridades luchan para garantizar que no sean absorbidos por un sistema que los conduce a trabajos ilegales, agotadores y destinados a adultos.
"Es mucho más censurable para aquellos que aprovechan la vulnerabilidad de los menores para lucrar", afirmó Michael Felsen, un abogado veterano del Departamento de Trabajo de Estados Unidos que se jubiló en 2018.
Amelia fue una de los 78 menores no acompañados liberados de los refugios en los doce meses que terminaron el 30 de septiembre en el condado de Coffee, en el sureste de Alabama, según datos oficiales, las cifras más altas desde que el gobierno en 2015 comenzó a rastrear la información por condado.
Las plantas alrededor de Enterprise producen carne de pollo las 24 horas del día y emplean a cientos de trabajadores por turno. Las granjas avícolas cercanas que suministran aves para esas fábricas también ofrecen amplias oportunidades laborales, aunque laboriosas y mal pagadas.
La industria avícola del estado, según la Asociación de Aves y Huevos de Alabama, genera 86,000 puestos de trabajo, un desafío y una lucrativa oportunidad comercial para una creciente red de contratistas que usan la fórmula de la subcontratación.
Sin embargo, el sistema es considerado vital para una industria que enfrenta una gran escasez de empleados y una creciente demanda de aves de corral en el país, que ahora consume alrededor de 8,000 millones de pollos cada año, más del doble del volumen de la década de 1970.
Inmigrantes y empleados de la industria avícola en Coffee Country dicen que los trabajadores indocumentados, incluidos menores, hallan trabajo regularmente. "En Enterprise nos sentimos bienvenidos", dijo Rosa, la hermana mayor de Amelia, que está en Alabama desde hace más de una década. "Es como que los trabajos están aquí esperándonos".
Las plantas de pollo más grandes cerca de Enterprise son propiedad de Wayne Farms LLC, un productor avícola con sede en Georgia, y Pilgrim's, una marca controlada por la multinacional brasileña de alimentos JBS SA.
Ninguna de las compañías ha sido contactada por las autoridades sobre los trabajadores en sus plantas, aseguraron ellas, ni han sido acusadas de irregularidades en las investigaciones. Ambas dijeron a Reuters que siguen las regulaciones locales, estatales y federales.
Los inmigrantes con documentación falsa generalmente se esconden, reacios a quejarse de sus condiciones de trabajo. La presión de ganar dinero rápidamente impide a los menores inscribirse en la escuela, aunque es obligatorio para cualquier persona menor de 17 años en Alabama. "Prefiero no ir a la escuela porque tengo deudas para pagar".
"¿QUÉ EDAD QUIERES TENER?"
Antes de emigrar, Amelia tomó un trabajo a los 11 años en una tienda de ropa por 5 dólares al día, mientras Rosa, que ahora tiene 28, ya estaba en Enterprise, donde ha tenido varios empleos con documentación falsa y lleva una década como empleada en la industria avícola, contó.
Ahora Rosa tiene dos hijos, ambos ciudadanos estadounidenses, pero no tiene un camino claro hacia la ciudadanía. Mientras, las cifras del Censo muestran que la cantidad de centroamericanos que viven en Enterprise, con una población de 28,000 habitantes, aumentó un 52% a 536, entre 2010 y 2019.
Durante una serie de entrevistas dentro de un tráiler de las hermanas, Amelia, tímida pero sonriente, dio pocos detalles sobre su viaje desde Guatemala, que hizo porque Rosa le comentó que podía encontrar trabajo rápidamente.
Relató que llegó a Enterprise en abril, luego de que su hermana enviara documentación al HHS que demostraba su relación y que tenía una casa donde alojarla. Según la política estadounidense, los menores no acompañados pueden ser entregados a la familia incluso si el pariente está ilegalmente en el país.
Rosa también envió a las autoridades unos 800 dólares para el pasaje aéreo a Alabama desde Arizona, donde Amelia se alojaba en un refugio, y las autoridades la pusieron en un vuelo.
Un par de trabajadores sociales, detallaron las hermanas, llegaron para preguntar si necesitaban ayuda para inscribir a la menor en la escuela y ellas dijeron que no. Reuters no pudo determinar qué agencia, local o federal pudo haber enviado a esos funcionarios.
Inmediatamente, Amelia inició un rápido proceso para obtener por 1,500 dólares credenciales falsas y un trabajo, a través de corredores cuya identidad completa dijeron las hermanas desconocer y con quienes solo interactuaban a través del teléfono y WhatsApp.
El hombre que procura la identificación solicitó una foto digital y le preguntó a Amelia: "¿Qué edad quieres tener?". Por los peligros potenciales, desde herramientas afiladas hasta maquinaria pesada y exposición a sustancias químicas, la ley federal prohíbe que las empresas contraten a menores para muchos trabajos en entornos industriales.
Unos días después, Amelia recibió una identificación de aspecto auténtico y de un estado lejano. El documento, revisado por Reuters, lleva su foto, un nombre falso y la edad adulta falsificada. Reuters no pudo determinar cómo los corredores obtuvieron la identificación o el número de seguro social.
El corredor, narraron las hermanas, les explicó que la documentación vincularía un número de seguro social auténtico con el nombre en la identificación falsa para que ésta pasase el E-Verify, un sistema federal para que los empleadores verifiquen si los posibles empleados pueden trabajar legalmente. Alabama es uno de los 22 estados que lo exige a las compañías.
Así, consiguió un trabajo en una planta de pollos a través de una firma de reclutamiento, cuya identidad pidió no revelar. Pronto, tuvo un turno y una credencial laboral, también revisada por Reuters, con el mismo nombre que el de su identificación falsa. "Por aquí todos saben cómo funciona", dijo Rosa.
Los críticos se han quejado de que el E-Verify, operado por los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) es fácil de manipular porque no siempre puede confirmar que la identificación presentada realmente pertenezca a la persona que la envía.
E-Verify es "políticamente conveniente", denunció Alex Nowrasteh, experto en inmigración del Instituto Cato, con sede en Washington. La plataforma, agregó, permite al Gobierno actuar con dureza respecto a la inmigración sin perjudicar a las empresas que dependen de trabajadores indocumentados.
Matthew Bourke, un portavoz de los USCIS, dijo que la agencia ha buscado "fortalecer las medidas de seguridad" para E-Verify y que el sistema sigue siendo "el único servicio de este tipo". Entre otras medidas, el sistema puede "bloquear" números de seguro social que parezcan fraudulentos.
A veces, si una identificación falsa caduca o presenta un problema, los trabajadores cambian repentinamente de nombre. "Eso significa que su identidad falsa anterior dejó de funcionar", dijo un exgerente de una planta avícola local, un ciudadano estadounidense que habló bajo condición de anonimato.
Para junio, Amelia estaba acostumbrada a su nuevo trabajo, de turnos de ocho horas, cinco o seis días a la semana, en una planta gélida, un trabajo que aturde la mente y huele mal, confesó, pero que le da 10 dólares a la hora, el doble de lo que ganan sus amigos y familiares en un día.
"ALERTA MÁXIMA"
La creciente llegada de niños y adolescentes a la frontera impulsó al Gobierno a erigir una docena de refugios de emergencia para reforzar la capacidad. Cuando Amelia se instaló, comenzaban a crecer las sospechas de las autoridades federales fronterizas de un aumento en entregas de menores hacia Enterprise.
En junio, según correos electrónicos internos del HHS revisados ââpor Reuters, el departamento tomó una medida inusual: detuvo temporalmente la liberación de menores a Enterprise y sus alrededores. Los funcionarios estaban cada vez más preocupados de los riesgos de tráfico o explotación.
"Seguimos investigando casos de UC (unaccompanied children) entregados a patrocinadores en esa área", escribió un funcionario, usando la abreviatura del departamento para "niños no acompañados".
Pronto, el HSS envió representantes a Enterprise que se reunieron con funcionarios locales, visitaron hogares y trataron de asegurar que los niños tuvieran acceso a apoyos y escuelas. No pudieron encontrar a algunos de los menores, dijeron cuatro personas familiarizadas con las operaciones.
A mediados de agosto, la prohibición fue levantada y se reanudaron algunas liberaciones en el área, aunque con un mayor escrutinio, mientras alrededor de Enterprise, el bullicio de las plantas de pollo continuaba, como en un complejo de Wayne Farms.
La empresa afirmó a Reuters que colocó a los gerentes de planta en "alerta máxima" respecto a los trabajadores menores de edad, realizó capacitación contra el fraude con el personal de recursos humanos y advirtió a los contratistas que evitaran contrataciones cuestionables.
Pilgrim's explicó que también se mantuvo alerta y detalló a Reuters que depende de empresas de contratación de personal con poca frecuencia y que solo trabaja con "agencias acreditadas".
La creciente demanda de personal de las plantas es clara, como lo demuestra una valla publicitaria de Wayne Farms cerca de Enterprise anunciando bonos de inscripción de 1,500 dólares para nuevos trabajadores.
En Enterprise, los letreros en centros comerciales de media docena de empresas de personal ofrecen trabajos en el área Algunas de ellas operan a través de sociedades de responsabilidad limitada a nombre de la familia de Jaime Castillo, un empresario local originario de Nicaragua.
Según un perfil de LinkedIn de Jaime Castillo Jr, su hijo, las empresas familiares emplean a más de 2,000 trabajadores en la industria avícola. Wayne Farms está entre las plantas de destino de esos empleados, según personas familiarizadas con sus contratos.
Las operaciones de Castillo están siendo investigadas por el Departamento de Trabajo (DOL, por sus siglas en inglés), por posibles violaciones que involucran mano de obra migrante, según dos personas con conocimiento de las indagatorias, aunque no está claro si ya hay resultados concluyentes.
Un portavoz del DOL se negó a comentar sobre cualquier investigación en curso y en una declaración escrita a Reuters, Jaime Castillo Jr. informó que los negocios de su familia han generado una "relación establecida con la comunidad" durante dos décadas.
Las empresas dijeron asegurase de que "no haya disparidad salarial, el cumplimiento de todas las leyes federales y estatales, y el cumplimiento de todas las agencias que indagan sobre el bienestar y/o el trato justo de los empleados", agregó, aunque no respondió sobre la supuesta investigación federal.
A pesar del escrutinio, todo sigue igual en Enterprise, conde los inmigrantes y los lugareños de toda la vida viven y trabajan juntos sin problemas, incluso si las autoridades son cada vez más conscientes del creciente número de menores como Amelia.
"Apenas pasa una semana sin que descubramos a un niño que nunca ha ido a la escuela", dijo a Reuters Judy Crowley, directora ejecutiva del centro de servicios familiares del condado Coffee, una organización local sin fines de lucro.
Amelia admitió que es consciente de los riesgos que enfrenta, como la deportación, pero está resuelta a seguir trabajando. Rara vez sale del tráiler de Rosa, excepto para ir y venir de la planta de pollos. Cuando no está trabajando, desplaza su teléfono en las habitaciones oscuras de la caravana.
Un día espera regresar a Guatemala. Primero, sin embargo, debe continuar transfiriendo la mayor parte de su salario a casa, donde sus padres pagan a los usureros y lo que ella dijo es una tasa de interés vertiginosa del 10% por mes. Volverá, añadió, "si alguna vez tengo los medios".
aranza