Atrocidades
En el tiroteo de Buffalo la supremacía blanca asesinó a víctimas negras
Eugene Robinson, The Washington Post
No te atrevas a apartar la mirada del horror sangriento que dejó 10 personas muertas en Buffalo, Estados Unidos. Ni te atrevas a calificar al perpetrador como el caso de una persona excepcionalmente “perturbada”. Esas víctimas de la comunidad negra fueron asesinadas por la supremacía blanca, la cual en la actualidad crece en un suelo fértil alimentado no solo por racistas radicales y marginales sino también por políticos y otros oportunistas que se hacen llamar parte del mainstream.
Según los reportes, el hombre blanco de 18 años sospechoso de asesinar a tiros a personas negras, en un supermercado de un vecindario negro, creía en la “teoría del reemplazo”: la noción de una enorme conspiración perpetrada por demócratas y/o judíos para lograr el dominio mediante la “importación” de personas de color para disminuir el poder político de los blancos.
Sí, la teoría es risible a simple vista, pero no debemos reírnos. Esta fantasía paranoica mató a nueve feligreses negros en la Iglesia Emanuel AME en Charleston, Carolina del Sur, en 2015. Asesinó a 11 feligreses judíos en la sinagoga Árbol de la Vida, en Pittsburgh, en 2018. Mató a 23 personas, en su mayoría latinos, en un Walmart en El Paso en 2019. Y ahora ha causado la masacre en Buffalo, Nueva York.
Líderes políticos y comentaristas desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha condenarán la masacre del sábado. Tendremos los debates habituales sobre la necesidad de un control de armas sensato y la importancia de enfocarnos en la salud mental. Gradualmente, las discusiones irán disminuyendo. Nada significativo cambiará.
De lo que tenemos que hablar es de cómo los políticos y los líderes intelectuales de la derecha están utilizando el infame veneno de la teoría del reemplazo para promover sus propios objetivos egoístas: obtener donaciones y votos para sus campañas, aumentar los índices de audiencia televisivos y alcanzar la fama. También debemos hablar sobre cómo la mayor parte de esta demagogia proviene de personas que deberían saber, y probablemente sepan, que lo que les están diciendo a los potenciales asesinos, como Payton Gendron, el hombre bajo custodia tras el tiroteo en Buffalo, es pura ficción.
“Ahora bien, sé que la izquierda y todos los pequeños guardianes de Twitter se ponen literalmente histéricos si utilizas el término ‘reemplazo’, si sugieres que el Partido Demócrata está tratando de reemplazar al electorado actual, los votantes que emiten votos en la actualidad, con nuevas personas, votantes más obedientes del Tercer Mundo”, afirmó el presentador de Fox News, Tucker Carlson, el año pasado. “Pero se ponen histéricos porque eso es lo que está sucediendo en la actualidad. Digámoslo sin tapujos: esa es la verdad”.
Conozco a Carlson. Fui invitado frecuente en su programa de televisión con poca audiencia en MSNBC hace años. Carlson es lo suficientemente inteligente y bien educado como para saber que no existe ninguna camarilla secreta conspirando para “remplazar al electorado actual”. Pero al jugar con esta dinamita racista, ha convertido a su programa nocturno en el de mayor audiencia en la televisión cable, por mucho.
J. D. Vance, el candidato republicano al Senado en Ohio, afirma en su campaña electoral que los demócratas están intentando importar suficientes votantes para que “los republicanos nunca más ganen una elección nacional en este país”. Vance es un escritor exitoso y un egresado de la Facultad de Derecho de Yale.
Blake Masters, un inversor de capital de riesgo educado en Stanford que busca la candidatura del Partido Republicano en Arizona para el Senado, dijo recientemente en un pódcast: “Si conectas los puntos como candidato y dices: ‘Mira, es evidente que los demócratas esperan simplemente cambiar la demografía de nuestro país e importar un electorado completamente nuevo’, bueno, te califican de racista y fanático”.
Sí. Exactamente así es como llamo a los que difunden esa basura.
El senador Ron Johnson (republicano por Wisconsin), quien se está postulando para la reelección este año, también coquetea con la teoría del reemplazo. El mes pasado, al criticar las políticas de inmigración del presidente Joe Biden como demasiado indulgentes, planteó su opinión en forma de pregunta: ¿Será que en realidad los demócratas “quieren rehacer la demografía de Estados Unidos para asegurarse de permanecer en el poder para siempre?”.
Una encuesta realizada este mes por The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos reveló que casi la mitad de los republicanos está de acuerdo al menos hasta cierto punto con la propuesta de que existe “un grupo de personas en este país que está intentando reemplazar a los estadounidenses de nacimiento con inmigrantes que estén de acuerdo con sus puntos de vista políticos”. Ya no estamos hablando de una teoría radical marginal. Se está volviendo algo central en la cosmovisión del Partido Republicano moderno.
Los charlatanes de la teoría del reemplazo saben que están atizando las ansiedades que sienten algunas personas blancas sobre la creciente diversidad de la nación. También saben que están jugando con narrativas que tienen mucho tiempo siendo populares entre los irredentos supremacistas blancos, incluidos aquellos que marcharon infamemente por Charlottesville empuñando antorchas. En este punto ya deben haberse dado cuenta de que algunas personas blancas impresionables se tomarán en serio esta retórica y actuarán acorde a eso.
El asesino de Buffalo se esforzó para elegir un lugar donde sabía que las víctimas serían personas de color. Culpémoslo por lo que hizo, pero también culpemos a las prominentes voces de la derecha que lo incitaron.
Jamileth