Del Dicho al Hecho

No es atribución del ejecutivo decidir cuando se aplica la ley

2019-04-19

Respecto al primer tema, el presidente parece haber retomado una conocida batalla contra el gremio...

Por Claudia Aguilar | Revista Siempre

En días recientes el presidente Andrés Manuel López Obrador ha desatado varias críticas y debates en redes (como le gusta), fundamentalmente en torno a dos temas: el primero la libertad de prensa y el derecho de réplica; y el segundo respecto al memorándum para “cancelar” la reforma educativa.

Respecto al primer tema, el presidente parece haber retomado una conocida batalla contra el gremio de los periodistas. Digo retomar puesto que se trata de un gremio con el cual, a través de los años, ha tenido numerosas confrontaciones. Me refiero sobre todo a los medios de comunicación. Esta relación enfrentó un momento de máxima tensión con la aparición del periodista Jorge Ramos en la conferencia de prensa “mañanera” del pasado 12 de abril y el intenso debate originado a partir de las posiciones antagónicas que ahí se hicieron más que evidentes. De este episodio, quedó claro que en México no existen Jorge Ramos o CNN en la era de la cuarta transformación, como sí los hay en nuestro vecino país del norte en la era de Trump. Si fuera el caso contrario, lo que vimos el viernes sería parte de la cotidianidad. El presidente Trump, que si en algo se parece al nuestro es en su naturaleza combativa, no sale a dar conferencia de prensa diario porque le iría como “en la feria” con la que él denomina la “fake news media”. Por tanto, ¿qué nos falta para ese nivel de debate y cuestionamiento? Tal vez menos sumisión por parte de los periodistas y los medios de comunicación. Más periodismo independiente y combativo, más confrontación, más cuestionamiento, más datos duros. Menos rollo, menos fanatismo y abnegación.

Lo que es cierto es que, si vivimos en democracia, debemos comprender que en la sociedad habrá diversas posturas que, por naturaleza, estarán en constante pugna. Pero con un mínimo de civilidad entre personas con diversas creencias, opiniones, filosofías o principios éticos, que les permita convivir. En ese sentido, Jorge Ramos podría, en ejercicio de la libertad de prensa, increpar al presidente, cuestionarlo, debatir, mostrar sus propias fuentes de información o no hacerlo sin que ello cause mayor revuelo.

Con frecuencia se escucha a López Obrador decir que, al igual que sus adversarios, tiene libertad de expresión y manifestación de ideas, aunado a que cuenta con derecho de réplica. Bueno pues ante este escenario es imprescindible primero que nada definir, con quién estamos hablando. Porque si en el seno de una conferencia de prensa Andrés Manuel López Obrador formula diversas manifestaciones, como parte de su función, entonces no podemos entender que se trata de un ciudadano más. En ese momento el presidente no habla como Andrés Manuel, sino como jefe de Estado y de gobierno de los Estados Unidos Mexicanos. Es decir, su actuar debe entenderse bajo una lógica en la que impera la autoridad. Verbigracia, acude a la conferencia de prensa no por un buen gesto con la población, sino por una obligación de transparencia, de proveer información y rendir cuentas.

Con respecto al derecho de réplica, al que tanto alude el presidente, en efecto es su prerrogativa acceder a medios de comunicación para aclarar hechos que le aluden y que estime falsos o inexactos; sin embargo este parece no ser el caso. El presidente arremete aun sin ser aludido, y lo que señala como réplica usualmente se trata de información que más que a él, compete al gobierno de la república, por ejemplo, si se trata de información pública, estadística o índices. De tal suerte que, si bien como todo ciudadano goza de libertad de expresión y derecho a la intimidad, lo cierto es que ante cada circunstancia habría que definir de quién estamos hablando, de Andrés Manuel López Obrador o del Poder Ejecutivo, fungiendo como un elemento que vincula ambos papeles con el carácter que tiene de servidor público. Es por esta característica que toda la información relativa a su gestión debe tener el más alto nivel de publicidad y de tolerancia a la crítica a su función y desempeño. El presidente no está en una situación de desventaja ante los medios, todo lo contrario. Es por esto que la protección de sus derechos relacionados con la libertad de expresión se entiende de forma más estricta que la del resto de los ciudadanos; para que pueda recibir crítica, cuestionamientos y rinda cuentas. Además, no debemos olvidar que el derecho de réplica lo que busca ante todo es garantizar el acceso a los medios de comunicación, pero parece inverosímil pensar que el Ejecutivo federal tiene un problema en esa área; si no lo cree pásele a recetarse una dosis matutina de “amlodipina” todos los días por más de sesenta minutos y trate de hacer el mismo ejercicio y tener el mismo rating y poder de convocatoria a una conferencia mañanera, siendo un simple ciudadano “de a pie”.

Sin lugar a dudas debemos impulsar el ejercicio crítico del periodismo, ahora más que nunca, pero no por tener algo en contra de esta administración. Nadie puede negar que está en la naturaleza de los principales protagonistas de la política actual el generar nota, controversia, frases, ideas y mensajes potentes, lo que permite que la sociedad tenga más material informativo de donde saciar su espíritu crítico. ¿Quién no discute hoy día respecto de este gobierno y los cambios que está impulsando? Seamos más críticos y que ese ánimo llegue para quedarse, con independencia de quién gobierne; queremos ver más Jorge Ramos y menos Nino Canún.

Respecto a pretender cancelar el texto constitucional a partir de un memorándum “para detener y dejar sin efecto las medidas que contempla la mal llamada reforma educativa”, debo señalar que se trata de un intento de pasar por alto nuestra Constitución. En esa medida es lamentable que el titular de un órgano de poder considere que en pleno siglo XXI “de un plumazo” puede derogar el orden constitucional como si nuestra norma fundamental estuviera sometida a su quehacer político. Porque, se lo voy a decir muy claro señor presidente: NO es su atribución decidir cuándo sí se aplica o cuando no la Constitución, usted protestó cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen. Eso en un Estado constitucional y democrático de derecho se llama división de poderes.  En el documento hace alusión a supuestas facultades que le confiere el cargo que ostenta, sin embargo dichas atribuciones no tienen sustento legal ni mucho menos constitucional alguno; vaya jurídicamente diríamos carece de forma absoluta de fundamentación y motivación. Además, el comunicado señala que la negociación en buen término con el magisterio es un requisito para llevar a cabo una reforma, lo que reconoce en los docentes un poder incluso por encima del Congreso de la Unión. Asimismo, se arroga de competencias, como la de emitir lineamientos “claros”, pasando por alto que la administración pública federal no puede modificar unilateralmente las leyes generales que rigen en la materia, sino solo proveer su exacta observancia. Aunado a lo que antecede, anunció la federalización de la nómina del sector educativo y también confiere a la Secretaría de Educación Pública (SEP) la tarea de administrar las plazas magisteriales, sin hacer referencia al servicio profesional docente previsto en la Constitución y la legislación reglamentaria. Ni siquiera se preocupa por fundamentar su actuar en alguna disposición jurídica. Parecería que este memorándum, es ante todo de entendimiento, y espero se circunscriba al ámbito de lo político, a seguir sumando clientelas.

Por ahora lo único cierto es que lo firma el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos que NO respeta la Constitución.


 



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